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Rusia contra Rusia: una guerra entre clanes

 

El 23 de junio próximo pasado, miles de integrantes del grupo Wagner, que combatían en Ucrania, realizaron una desafiante marcha hacia Moscú. Al día siguiente, cuando estaban a mitad de camino de la capital rusa, se llegó a un acuerdo con la mediación del presidente bielorruso.

Esto fue bautizado por los participantes de esa manifestación como «La Marcha por la Justicia», lo que generó todo tipo de rumores que acusan a Yevgeni Prigozhin, jefe y propietario de la Compañía Militar Privada Wagner, una fuerza mercenaria vinculada al régimen ruso, de intento de golpe de Estado. Vale señalar que ese empresario, ahora exaliado del presidente ruso Vladímir Putin, declaró que sus protestas iban dirigidas contra la gestión de la guerra por parte del Ministro de Defensa ruso Sergei Shoigu.

Me atrevería a decir que fue un enfrentamiento entre clanes, entre mafias que pululan dentro de la institucionalidad rusa, algo muy común en ese país desde los tiempos de la Unión Soviética. Hasta el momento de la marcha por la justicia, ambos bandos estaban equilibrados en términos de influencia dentro del gobierno y del aparato militar-industrial de ese país. Pero el problema surgió cuando el clan que dirige el Ministro de la defensa no solo quiso incorporar por la fuerza a los miembros del grupo Wagner al ejército regular de Rusia, sino que ordenó un bombardeo aéreo en una zona de Ucrania donde se encontraban apostadas tropas del grupo Wagner, ocasionando numerosas bajas.

En lenguaje coloquial venezolano, Yevgeni Prigozhin sólo intento salvar su negocio, es decir en forma más directa: CUIDAR LOS COBRES.

Las disputas entre el Ministerio de Defensa y Wagner llegaron a un punto crítico por la financiación de las operaciones del grupo en Ucrania, además de que habría habido enfrentamientos, en territorio ucraniano, entre el ejército ruso y los mercenarios de Wagner.

Durante casi una década, el grupo Wagner ha operado como brazo paramilitar del Estado ruso, desempeñando un papel clave en Ucrania, así como en varios países africanos donde ha sido desplegado para proteger los beneficios rusos provenientes de las minas de oro, así como en America Latina donde tiene la responsabilidad, en algunos países, de resguardar la seguridad de algunos jefes de gobiernos autoritarios, como es el caso de Nicolas Maduro en Venezuela. Este grupo no recibe pagos en monedas sino en derechos de explotación de riquezas minerales o de piedras preciosas en los países donde actúan.

Para que se tengan una idea de la magnitud del negocio en juego, o de la situación, como Ud. la quiera ver señor lector, el plan de poner a Wagner bajo el mando directo del Ministerio de Defensa representa una grave pérdida de ingresos para Prigozhin, quien fundó la milicia privada en 2014, además de una empresa de catering que le generaban beneficios de alrededor de 80.000 millones de rublos (920 millones de dólares) al año por el suministro de alimentos y otros pertrechos a los militares, lo que en términos prácticos es un golpe, no tan velado, a los intereses comerciales de Prigozhin, y plantea el inicio de batallas contra las autoridades de defensa y sin querer queriendo contra Putin.

Casi tan rápido como las fuerzas de Wagner llegaron a la ciudad de Vorónezh, a mitad de camino de Moscú, el 24 de junio se alcanzó a un acuerdo por el que, al parecer, se retirarían todos los cargos contra Prigozhin y las fuerzas de Wagner implicadas en la rebelión, y se permitiría a Prigozhin viajar a Bielorrusia. Ese acuerdo debió responder a que ambas bandas se dieron cuenta de que sus posiciones eran de iguales en cuanto a los apoyos en su entorno. Prigozhin no habría podido tomar el poder en Moscú por no tener los apoyos claros y necesarios, y tampoco el gobierno podía abrir otra ventana de guerra a lo interno porque no cuenta con una masa de apoyos políticos suficientes; pero muy particularmente porque mantiene una sangrienta invasión a su vecino y la sociedad rusa muestra agotamiento y rechazo a su presidente y a su propuesta bélica.

Hay detalles de este episodio que exhiben la huella de la situación a la que se enfrenta Putin en su propio país. La prensa internacional dejó pruebas del debilitamiento de Putin y es que por donde pasaron las tropas de Wagner fueron recibidas como héroes y con toda la seguridad del caso. Sin tener la menor duda, Putin le pasará factura a Prigozhin, tal y como lo ha hecho con aquellos que se han atrevido a tener una opinión diferente sobre la invasión a Ucrania. Hasta el día de hoy 05-07-2023, van 11 personas muertas o desaparecidas en extrañas circunstancias.

En principio Prigozhin se refugió en Bielorrusia, por gestiones del presidente Aleksandr Lukashenko, pero no estoy seguro de que quien le dio posada al rebelde sea alguien en quien confiar.

En teoría política se dice que tras sobrevivir a un intento de golpe de Estado es mucho más probable que el gobernante se refuerce, y no que se debilite o abra paso a una democratización. Pero el rechazo a la brutalidad característica del estilo político de Putin habría crecido de manera importante, exponiéndolo como el personaje del famoso cuento de Hans Christian Andersen “EL REY ESTÁ DESNUDO.”

Aunque todo esto no sea más que una quimera externa, por ahora todo seguirá, internamente, bajo su control. Esta es la visión que se tiene de lo que ocurrió el 24 de junio en Rusia.

Putin ha gobernado durante mucho tiempo con dos instrumentos: el miedo y el dinero, cubierto con un manto de nacionalismo. Compró a los que podía comprar, y encarceló o mató a los que no pudo comprar, sin embargo, el miedo ahora debe haber tomado posesión del edificio de gobierno en Moscú ya que habiendo recibido un golpe de esa naturaleza, y de un hombre de su entera confianza, y con el aura de invencibilidad aporreada, seguramente en el futuro habrá otros que podrían desafiarlo. Ya se verá.

Respecto al impacto de este episodio en la guerra que se libra en Ucrania, todavía no hay señales de que haya provocado un colapso importante de las fuerzas rusas en Ucrania, pero es demasiado pronto para sacar conclusiones definitivas.

Habiendo dicho esto, me surgen algunas preguntas que me gustaría que los lectores de este articulo las respondieran: ¿deberíamos estar preocupados tanto por la perspectiva de la derrota de Putin o como por la victoria?; ¿y si lo derriban?

Me permito adelantarle algunas respuestas: esta situación no es parecida, ni de cerca, a los últimos días de la Unión Soviética. Ya que no hay una figura potable, con el poder y la posición para hacerse cargo de inmediato. En la Rusia de hoy no hay instituciones, hay Putin y cuando el asumió el poder, arrasó o subvirtió todas las estructuras políticas y sociales de Rusia.

A partir de ahora lo que le queda al régimen es fingir que no ha pasado nada y continuar con su política. Un analista de Crisis Group decía: “el régimen de Putin descansa sobre tres pilares: la legitimidad personal de Putin, las grandes cantidades de dinero para tapar cualquier problema y el control del aparato de seguridad. Los dos primeros pilares ya se estaban debilitando por la guerra de Ucrania. Sobre el tercero, el respaldo del aparato de seguridad, con lo sucedido hay un pequeño detalle: si bien las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional no se unieron a los hombres del Grupo Wagner, tampoco los detuvieron”. Lo anterior nos dice que el control ruso del aparato de seguridad no es completo.

Para finalizar diría que se está ante el principio del fin de Putin pero -siempre hay un pero- no se sabe cuánto tiempo más durara en el poder.

 

Luis Velásquez –   Embajador

 

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