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Sadio Garavini di Turno: La oposición

 

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Frente a un régimen que, por mantenerse en el poder, está dispuesto a violar la Constitución y a reprimir violentamente, no es fácil hacer oposición. La casi totalidad de los dirigentes de la oposición democrática están encarcelados, exiliados, inhabilitados o asilados en embajadas y los demás intimidados. Buena parte de los partidos políticos, incluyendo la coalición electoral ganadora de las elecciones parlamentarias, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), está ilegalizada. La historia nos enseña que las dictaduras se enfrentan exitosamente a través de diversos “caminos” simultáneos, que no son excluyentes sino complementarios; en otras palabras, que tienden a reforzarse mutuamente. En la Nicaragua de los años 1980-90, contra la primera dictadura sandinista hubo sanciones y presiones internacionales individuales, diplomáticas y financieras, existía también la presión interna de la acción política pacífica y no violenta de la Unión Nacional de Oposición (UNO), que finalmente llevó Violeta Chamorro a la presidencia, pero también había la presión guerrillera de la Contra. En África del Sur el régimen del apartheid fue derrotado por la acción de diversas presiones simultáneas y no excluyentes. Hubo sanciones y presiones internacionales, había la guerrilla del African National Congress de Mandela y también existía la acción política, pacífica y no violenta del Partido Progresista de Reforma, que luego adoptó el nombre de Partido Progresista Federal, dirigido por Helen Suzman, así como la acción de ONGs, como las iglesias cristianas. Recordemos a este respecto el premio nobel de la Paz Desmond Tutu.

Lo que quisiera resaltar de estos casos, “mutatis mutandis”, es que los integrantes de los diversos caminos no perdían tiempo en atacarse e insultarse mutuamente, sino cada uno hacía lo que creía conveniente para enfrentar la dictadura. El tema que más divide a la oposición en Venezuela es que para unos la salida electoral está totalmente cerrada, mientras que para otros no lo está. Ahora bien, si tomamos en cuenta que la comunidad internacional democrática en todas sus declaraciones, por ejemplo las del Grupo de Lima, la UE, Mercosur, entre otros, siempre plantea que la alternativa preferida de la crisis venezolana sería una solución pacífica, constitucional y electoral, no debería ser imposible, para la inmensa mayoría de la oposición, ponerse de acuerdo en una “narrativa” común, que más o menos mencionara lo siguiente: La oposición democrática estaría dispuesta a una solución electoral siempre y cuando fuera a través de unas elecciones con todas las garantías para que sean libres, limpias, transparentes y legítimas, con un nuevo árbitro electoral, electo constitucionalmente por la Asamblea Nacional y observación internacional calificada. Sin embargo, dado que el régimen no está dispuesto a respetar la Constitución y las leyes, la salida electoral ha sido cerrada por el mismo régimen. Por tanto, cada uno de los integrantes es libre de seguir el camino que considere más adecuado para enfrentar al régimen, como solicitar la dimisión de Maduro, la intervención humanitaria internacional, el aumento de las sanciones y otras actividades de resistencia civil.

Quedaría fuera de la “narrativa” sólo la minoría que, en buena o en mala fe, cree que votar sin garantías todavía cuenta para algo en este régimen “neototalitario”. Ahora bien, existe un mínimo común denominador entre los diferentes grupos de la oposición y consiste en que es necesario apoyar, coordinar, acompañar y organizar la espontánea y creciente protesta social contra el desastre socioeconómico creado por el régimen. En ese objetivo, por lo menos, debería ser posible trabajar todos en conjunto. Además es deletéreo e innecesario atacar e insultar a los ”lados”. El único enemigo es el régimen.

@sadiocaracas    

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