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Sadio Garavini di Turno: Pretorianismo en Venezuela

afiche-pretorianismo_para_webNicolás Maduro en reciente cadena nacional de radio y televisión: “Todos los ministerios, todos los ministros y ministras, todas las instituciones del Estado quedan bajo el orden y la subordinación absoluta al Comando Nacional de la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, bajo el mando del Presidente de la República y bajo el mando del general en jefe Vladimir Padrino López, a partir de este momento. Todos los ministerios”.

De esta forma Maduro subordina el gobierno civil de Venezuela  al ministro de la Defensa, incluyendo, en la práctica, al vicepresidente, quien era el encargado de coordinar y supervisar a los ministros. Se trata de un acto desesperado de Maduro frente al desastre socioeconómico, provocado por un modelo estatista y colectivista fracasado, basado en “ideas muertas” y por la ineptitud, la corrupción y la ceguera ideológica de los gobernantes. En realidad ya la mayoría de las gobernaciones y de los ministerios, en particular los más relevantes como Relaciones Interiores y Finanzas, han estado  desde hace tiempo en manos de militares activos y retirados. Pero además el presidente Maduro ha creado once empresas militares con autonomía financiera y funcional: el banco de la FANB (Banfanb); la empresa Agropecuaria de la FANB (Agrofanb); la Empresa Militar de Transporte (Emiltra); la Empresa de Sistema de Comunicaciones de la FANB (Emcofanb); la Televisión Digital de la FANB (TVFanb); el Fondo de Inversión Misión Negro Primero (FIMNP); la Constructora de la FANB (Construfanb); Agua Mineral Tiuna (empresa mixta dentro del complejo industrial del Fuerte Tiuna); la Empresa Mixta Bolivariana Cancorfanb, del sector construcción, y la más reciente empresa que se incorpora a la zona económica militar es Camimpeg que es la compañía petrolera y de gas de los militares.

Samuel Huntington, quien fue mi profesor y amigo en la Universidad de Harvard, define como “sociedad pretoriana” a una sociedad en la cual no existen o son extremadamente débiles e inefectivas las instituciones políticas. Éstas son incapaces de mediar, canalizar y organizar la acción política de los grupos sociales, que se enfrentan directamente en la “arena” política. En las sociedades pretorianas, no se reconocen como legítimos, o son ineficientes, los dirigentes de los partidos políticos, que deberían cumplir la función de ser los intermediarios para moderar y canalizar los conflictos entre los grupos. No existe acuerdo,  en cuanto a cuáles son los medios legítimos y autorizados para solucionar tales conflictos. No hay “reglas del juego” político aceptadas por todos. Cada grupo utiliza medios que reflejan su naturaleza y capacidades peculiares. Los ricos sobornan, los estudiantes realizan manifestaciones, los trabajadores se declaran en huelga y los militares dan golpes de Estado. A falta de procedimientos aceptados, en el escenario político se encuentran todas estas formas de acción directa. Las técnicas de intervención militares, obviamente, resultan las más efectivas, porque, como dice Hobbes: “cuando no aparece ninguna otra cosa, los bastos son triunfos”. Sin embargo, la historia de América Latina ha demostrado ampliamente que los militares no son eficientes  en el manejo de la política económica, si lo hubiesen sido, América Latina debería ser una de las regiones más desarrolladas del mundo ya que, desde la independencia, fue gobernada mayoritariamente  por militares. En realidad los militares, al depender del presupuesto nacional, tienen una evidente vocación rentista y, en general, su formación adolece de  incultura económica. 

En Venezuela se está implantando  una nueva forma de militarismo, donde se mantienen las formas de la legalidad democrática, pero que en el fondo implica entregar al estamento militar el ejercicio determinante del poder.  El militarismo es una degeneración de la profesión militar, una expansión hipertrófica y, por tanto, patológica de su campo de acción. En la actualidad, las fuerzas armadas subordinadas al poder civil democrático son las fuerzas armadas profesionales y eficientes de los países avanzados, respetadas y amadas por sus pueblos. En cambio, el militarismo es una cualidad típica de los países atrasados y de fuerzas armadas de opereta, ineficientes y mayoritariamente corruptas. Las gloriosas legiones romanas, que conquistaron el más grande y floreciente imperio de la antigüedad, despreciaban a los pretorianos, generalmente comandados por “lamebotas” del emperador de turno,  por  nepotistas, golpistas, corruptos, ineficientes y cobardes.

La Fuerza Armada venezolana debe entender que su imagen, ya deteriorada, depende de su conducta y la única conducta aceptable es el respeto irrestricto al mandato constitucional, particularmente el art. 328, que reza: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política… En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”.

@sadiocaracas

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