Sadio Garavini di Turno: Venezuela no es Cuba
La acelerada deriva dictatorial del gobierno ha favorecido la idea de que en Venezuela se va implantar un régimen totalitario comunista similar al cubano. Se alega que el régimen cubano se ha mantenido durante ya casi seis décadas, a pesar de un fracaso socioeconómico evidente. No nos olvidemos que Cuba en 1959 no era Haití, tenía el más alto ingreso “per cápita” en América Latina, después de Argentina, Uruguay y Venezuela. Ahora son muchos los países que la superan ampliamente. Sin embargo creo útil resaltar las sustanciales diferencias entre los casos venezolano y cubano.
Castro derrocó en 1959 la dictadura militar “troglodita” de Baptista, con el apoyo unánime de la comunidad democrática mundial. Cuando posteriormente demostró su intención de instaurar una dictadura comunista, obtuvo el absoluto respaldo de la superpotencia soviética, que en plena Guerra Fría obtenía una muy importante “cabeza de puente” militar y política, en el hemisferio occidental, a apenas 90 millas de Miami.
En efecto, la “crisis de los misiles” de octubre de 1962, que estuvo a punto de desencadenar una tercera guerra mundial, terminó con el acuerdo Kennedy-Kruschev, que, entre otras cosas, implicaba el retiro de los cohetes soviéticos a cambio de la promesa norteamericana de no invadir a Cuba. La URSS mantuvo hasta su desintegración en 1991 un subsidio a Cuba de más de US$ 5000 millones anuales.
Con la pérdida del subsidio soviético Cuba entró en una grave crisis socioeconómica, el llamado “período especial”, que sólo terminó con el inicio del subsidio venezolano, que también se calcula alrededor de US$ 5000 millones anuales. Hay que recordar también que el marxismo-leninismo y la propia revolución cubana, particularmente en los años ’60 y ’70, mantenía las simpatías de gran parte de los intelectuales más relevantes en América Latina y Europa, buena parte de la opinión pública mundial y también de muchos gobiernos y partidos democráticos. Además la población cubana nunca vivió una experiencia democrática como la que conoció Venezuela en los 40 años de la República Civil (1958-1999). Su relativamente pequeña clase media, dados los privilegios inmigratorios concedidos por EEUU, optó por la emigración masiva.
Venezuela en cambio no es una isla, la desastrosa crisis socioeconómica y humanitaria ya está afectando a sus vecinos con una ola creciente de refugiados. Con la caída del “muro de Berlín” y la implosión de la URSS y su imperio, el comunismo ha perdido la mayor parte de su atractivo ideológico. Con el final de la Guerra Fría, los intereses de Rusia y China en Venezuela son fundamentalmente económicos, financieros y comerciales. El rechazo del régimen de Maduro en el hemisferio y en la comunidad democrática internacional es contundente. El esencial apoyo popular se desvaneció junto con el carisma del extinto caudillo. El aislamiento y las sanciones tienen cada día más efectos financieros efectivos y crecientes. Las deserciones en el gobierno y en la Fuerza Armada son síntomas del resquebrajamiento del régimen. La ya deteriorada gobernabilidad se hace más precaria.
En Venezuela hay un Estado depredador y forajido. Pero además se trata de un “totalitarismo fallido”, un régimen que tiene vocación y objetivos totalitarios, pero le falta la capacidad y la eficiencia para concretarlos. El resultado, nos recuerda el politólogo Michael Waltzer, “es alguna forma de tiranía chapada a la antigua, pero disfrazada con un ropaje fascista o comunista”.
@sadiocaracas