Sánchez afronta su hundimiento
Frankenstein se desmorona a medida que crece la mayoría de centro derecha, cercana ya a los 190 diputados
A Pedro Sánchez se le está poniendo cara de Bruno Ganz; esto es, el formidable actor que encarnó a Adolf Hitler en la película que relata sus últimos días en Berlín, refugiado en un búnker que retumba bajo las bombas del Ejército Rojo, rodeado de incondicionales incapaces de decirle la verdad, mandando avanzar hacia la victoria a unas divisiones liquidadas tiempo atrás por las tropas aliadas. Al igual que el Führer, nuestro caudillo socialista parece haber perdido el contacto con la realidad, o bien interpreta su papel de presidente que controla algo con una maestría comparable a la mostrada por el artista citado. Porque la verdad es que encara este nuevo año acorralado en todos los frentes, amenazado en su círculo más íntimo por una justicia implacable, impotente para sacar adelante los presupuestos o cualquier otra ley relevante, sometido al chantaje de unos socios independentistas cada vez más voraces, que medran en sus respectivos territorios a costa de chuparle la sangre, y viendo, encuesta tras encuesta, cómo su Frankenstein se desmorona a medida que crece y se consolida la mayoría de centro derecha, cercana ya a los 190 diputados en todos los sondeos salvo los del servil Tezanos, cuyos vaticinios manipulados habrían provocado ya la convocatoria de elecciones anticipadas si presentaran el más mínimo atisbo de veracidad.
Sánchez es coriáceo, de eso no cabe duda. Su ausencia absoluta de escrúpulos y de vergüenza, su soberbia inconmensurable, su corte de aduladores sufragada con nuestros impuestos, el ejemplo de su mentor, Zapatero, cuya mediocridad se ha visto compensada por la disposición a cometer cualquier vileza al servicio del tirano Maduro en el afán de recuperarse de la aplastante derrota sufrida en 2011 y ganar buenos dineros de procedencia inconfesable, le permiten resistir en condiciones que resultarían insoportables para cualquier político dotado de dignidad. Pero toda resistencia tiene un límite y el de nuestro líder patrio está cerca. En los próximos días comparecerán ante los tribunales su hermano, presunto evasor fiscal y traficante de influencias; su esposa, acusada entre otros delitos de apropiación indebida, y su fiscal general, a quien la UCO ha pillado destruyendo pruebas cruciales en la investigación de la que es objeto. ¿Qué llevaría a García Ortiz a cometer semejante acto de desacato a la justicia? Solo cabe una respuesta plausible: la necesidad de proteger al ‘1’ deshaciéndose de su teléfono a fin de eliminar mensajes susceptibles de incriminarle. Si los técnicos de la Guardia Civil son capaces de recuperarlos, su destino estará sellado. Y lo mismo ocurrirá si Ábalos decide ‘cantar’ después de que el Congreso vote el suplicatorio solicitado por el Supremo para poder procesarlo. Las causas penales son a Sánchez lo que los ejércitos soviéticos a Hitler: avanzan inexorablemente. El caudillo sanchista se enfrenta a su hundimiento, por más que haya convertido la Moncloa en un búnker.