Sánchez cumple dos años en la Moncloa
Bajo ese género de Historia Virtual, ensayado por el historiador Niall Fergusson desde Harvard para relatar cómo hubieran sido las cosas si… hubiesen sucedido de otro modo –la victoria de Hitler sobre Stalin o Kennedy no asesinado en Dallas– ahora se podría escribir un artículo titulado: ‘Sánchez cumple dos años en la Moncloa’. En febrero de 2018, dos años después de suceder a Rajoy, Sánchez sufre protestas de los jubilados con las pensiones congeladas, acosado por el PP que se manifiesta junto a los yayoflautas reclamando pensiones dignas y recordando que en la legislatura de Rajoy entre 2011 y 2015 se descongelaron. El apoyo de C’s a Sánchez en 2016 les ha pasado factura hasta la irrelevancia, y el PP ataca a destajo confiando en un adelanto electoral cerca de la mayoría absoluta. Sánchez ha dado entrada en el Gobierno a Podemos, por fin con Iglesias vicepresidente; y ambos han atraído a los nacionalistas tras el referéndum festivo del 1-O, con la promesa de una Comisión de Claridad para el Derecho de Autodeterminación. En fin, un ensayito contrafactual de Historia-Ficción podría avanzar así o no. Sólo es fantasía.
La realidad, dos años después del no de Iglesias a Sánchez, es la pérdida de relevancia de Iglesias y Sánchez; y la pérdida de peso de la izquierda, e incluso la pérdida de credibilidad de sus proyectos. El CIS retrata un eje centroderecha reforzado, con PP y C’s algo mejor que en 2016 hasta el 47%, mientras PSOE y Podemos retroceden. Otras encuestas empeoran sus perspectivas. Parece verosímil el Informe Bescansa sobre la benevolencia del CIS ocultando la caída real de Podemos. Cataluña, donde Colau sigue en el trilerismo, desdibuja a Podemos, pero tampoco Sánchez ha logrado tener discurso propio allí, a rebufo de Rajoy marcado por sus barones. Sánchez está en problemas, porque sin duda un político está en problemas cuando la mayoría de observadores consideran que está en problemas. En su caso, ya parece un actor secundario en la escena política, y de ahí no se sale con gestos sobreactuados.
Dos años después del no de Iglesias a Sánchez cuesta creer que vayan a tener la oportunidad de darse alguna vez un sí. Es previsible que un fracaso electoral cuestione sus liderazgos maltrechos; pero además no superan la desconfianza. Ayer Sánchez tuiteaba un lamento sobre el efecto desastroso de aquel no de Iglesias manteniendo a Rajoy en el poder. Irene Montero, al quite, le recordó su mea culpa ante Évole donde declaró “Yo cometí un error” en un acto de contrición estilo Rey emérito tras Botsuana: “Si el PSOE quiere seguir siendo alternativa de Gobierno tiene que comprender que tiene que mirar de tú a tú, y tiene que trabajar codo con codo con Podemos para lograr el cambio político que necesita nuestro país”. Sánchez, tras pactar con C’s, al que acabaría contribuyendo a dar alas, viró hacia Podemos subiéndose en el autobús de La Trama para retratarse como víctima del statu quo mediático-financiero. Este nuevo bandazo de Sánchez lleva a Echenique a retratarlo como Dr. Pedro y Mr.Hyde. Sánchez ya ha cambiado tantas veces de rostro que el problema no es saber cuántos ha mostrado, sino cuántos mostrará aún. Dos años después de no alcanzar la Moncloa, la sensación es que aquella pudo ser su única oportunidad.