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Sánchez, fuente de Derecho

La disyuntiva no es solo Sánchez o democracia, sino también Sánchez o España

El discurso de Carmen Calvo, catedrática de Derecho Constitucional lo crean o no, suele ser tan confuso que esta vez agradecemos su claridad. Ahora ya sabemos que el sanchismo no piensa disimular el fundamento teórico de su autogolpe. Por el contrario, lo expone a las claras al defender un modelo sin división de poderes ni controles, donde la mayoría absoluta en el Parlamento es aval suficiente para cualquier modificación legal. Impera todo lo que supere los 175 síes en el Congreso. Si fuéramos ingenuos, atribuiríamos la cosa a un profundo desconocimiento de la materia que constituye la especialidad de la exvicepresidenta socialista. Sin perjuicio de que esta posibilidad sea real en el caso de Calvo, es difícil ignorar que la misma inconcebible base legitimadora expuesta desabridamente por la egabrense la suscribe el sanchismo en su conjunto, incluyendo jueces y juezas para la democracia orgánica, y académicos defensores del uso alternativo del Derecho, para quienes la letra de la ley importa un comino.

Así que caretas fuera. Despegada y desapegada la izquierda toda del espíritu y la letra de la Constitución, lo que significa progresismo en esta triste España de 2022 es decisionismo: Sánchez está siendo fuente de Derecho. Da alipori tener que recordar a tanta toga con polvo del camino, a tanto portavoz parlamentario, a tanto editorialista y a tanto trol institucional: que sin sujeción del poder a la Constitución no hay Estado de Derecho; que gobiernan las leyes y no los hombres; que la soberanía reside en el pueblo español, no en sus representantes, las Cortes Generales; que de ese pueblo soberano emanan todos los poderes del Estado. Estamos ante la segunda muerte de Montesquieu en la democracia española; el primer deceso sobrevino con la reforma de la LOPJ de 1985. Del segundo no sale.

Viene más vergüenza ajena, pero la superaré. ¿Sabe Calvo que el TC es competente, entre otras cosas, para conocer del recurso de inconstitucionalidad contra leyes y que, cuando declara la inconstitucionalidad de una norma, su sentencia tiene plenos efectos frente a todos? Este solo precepto sacude de un plumazo la peregrina idea de que nada ni nadie puede pasar por encima de una decisión del Parlamento. Todo esto es básico; tanto como para descartar, acaso con la excepción de Calvo, la ignorancia. Y suficiente para comprender el tipo de coherencia al que se ha adherido el sanchismo: una nueva coherencia revolucionaria. ‘Revolución’ tiene en Kelsen, por cierto, la misma definición que golpe de Estado. Debe tratarse de aquel proceso constituyente al que se refirió Campo, próximo magistrado del TC, siendo ministro de Justicia. Solo que ya hubo un proceso constituyente donde el pueblo soberano estableció un modelo contrario al que el sanchismo trata de imponer. Así que la disyuntiva no es solo Sánchez o democracia, sino también Sánchez o España.

 

 

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