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Sánchez: pactos que no quieren ni sus votantes

La irresponsable hoja de ruta de Pedro Sánchez con el independentismo ha situado el desafío soberanista en el centro de la campaña de las generales. El 28-A está en juego la preservación del modelo democrático y de convivencia que alumbró la Constitución de 1978

La irresponsable hoja de ruta de Pedro Sánchez con el independentismo ha situado el desafío soberanista en el centro de la campaña de las generales. El 28-A está en juego la preservación del modelo democrático y de convivencia que alumbró la Constitución de 1978. El PSOE, cuya vocación nacional se ha visto minada por su peligrosa cercanía al nacionalismo, se ha colocado fuera del bloque constitucional desde que decidió alcanzar el poder al precio de pactar con formaciones políticas cuyo objetivo principal pasa por liquidar la soberanía nacional. Tanto las cesiones de Sánchez como las declaraciones de los líderes independentistas indican que el bloque de la moción de censura seguirá marcando la gobernabilidad del país en caso de que el secretario general del PSOE continúe en La Moncloa. Se trata de una alianza antinatura -nada hay más contradictorio que definirse de izquierdas y coaligarse con nacionalistas- que encuentra un amplio rechazo entre las bases socialistas.

La paradoja en la que se ha instalado Sánchez es que los pactos que le permitirían seguir aferrado al poder no los quieren ni sus votantes. Según la encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO, cuya segunda entrega publicamos hoy, el 72% de los electores del PSOE rechaza taxativamente un acuerdo con los independentista después del 28 de abril. Este dato revela que los enjuagues de Sánchez con el separatismo, rebautizado como política de distensión por parte del Gobierno, no ha calado ni siquiera entre los votantes del PSOE. El sondeo también refleja la inquietud de los ciudadanos ante un escenario de bloqueo. El 53,6% de los encuestados prefiere la repetición electoral antes que una coalición que rechazan.

La articulación de alianzas, en todo caso, será fundamental para alcanzar un acuerdo de gobierno. El mencionado sondeo muestra que ERC está en condiciones de hundir al partido de Puigdemont. Esto no sólo condicionará el futuro inmediato del escenario político catalán sino que puede ser un elemento clave para justificar el apoyo de Oriol Junqueras, en prisión preventiva por el golpe del 1-O, a una eventual investidura de Sánchez. Por su parte, el lehendakari Urkullu, aprovechando el Aberri Eguna, advirtió ayer del precio jeltzale para renovar el respaldo al líder socialista: el respeto a la «soberanía nacional vasca». En este contexto de incertidumbre, los distintos partidos deben explicar con claridad su posición antes de que los españoles vayan a las urnas. El debate electoral de esta noche en RTVE y el de mañana en Atresmedia constituyen una especie de partido a dos sets en el que la oposición puede mostrar los errores y las contradicciones del Gobierno. Sánchez está obligado a aclarar qué quiere hacer en Cataluña y hasta dónde está dispuesto a llegar en su entreguismo a los independentistas.

 

 

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