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Si Putin votara en las presidenciales de Estados Unidos, su ‘candidato’ sería Donald Trump

Aunque las relaciones entre ambos se han enfriado, el Kremlin cree que el republicano pararía la ayuda a Ucrania

Donald Trump y Vladímir Putin ofrecen una rueda de prensa conjunta tras la cumbre formal celebrada en Helsinki el 16 de julio de 2018

 

Moscú viene acusando a diario a EE.UU. y la OTAN de estar implicados hasta el tuétano en los «atentados terroristas» de Ucrania contra regiones rusas, que Kiev considera «acciones de guerra legítimas», y en el «genocidio» supuestamente perpetrado por las tropas ucranianas contra los «habitantes pacíficos» de Donbass, del que nadie ha presentado todavía ninguna prueba fehaciente.

Es más, la cúpula rusa insiste ante su población en que mantiene una guerra no contra Ucrania, sino de carácter «defensivo» contra los intentos de Estados Unidos y la OTAN de «acabar» con Rusia. Lo volvió a repetir ayer en declaraciones al diario ruso ‘Izvestia’ el asesor de la Presidencia rusa y exsecretario del Consejo de Seguridad, Nikolái Pátrushev, al asegurar que Washington «miente» cuando dice no tener relación con la decisión ucraniana de atacar la región de Kursk. «Sin la participación y apoyo directo de Estados Unidos, Kiev no se hubiese aventurado» a llevar a cabo su incursión en territorio ruso, sostiene Pátrushev. Según su relato, «el ataque fue planeado también con la implicación de la OTAN y los servicios secretos occidentales».

Durante la pasada campaña electoral de las presidenciales rusas, preguntado sobre si prefiere al candidato demócrata o al republicano en la Casa Blanca, el presidente Vladímir Putin respondió que sería mejor Biden, pese a que le ha llamado «asesino», «tirano», «hijo de puta loco», «carnicero», «bandido», «tirano cruel» y otras lindezas similaresDonald Trump, sin embargo, siempre elogió y respetó a Putin, jamás se permitió el más mínimo insulto o descalificación hacia él.

Además, y esto es lo importante para el presidente ruso, el candidato republicano ha amenazado a los aliados europeos con dejarlos en la estacada ante un hipotético ataque de Rusia y, según el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, si Trump gana las elecciones «no dará ni un céntimo a Ucrania» para armamentos. De esa manera, a juicio de Orbán, «se acabará la guerra debido a que es obvio que Ucrania no podrá mantenerse sola en pie si los estadounidenses dejan de enviar dinero y armas».

Cautela de Exteriores

Ahora Orbán, tras reunirse en julio con los líderes de Ucrania, Rusia, China y con el propio Trump, dice haber elaborado una iniciativa de paz para Ucrania en la que el expresidente norteamericano actuará como mediador y, dando por sentado que ganará las elecciones en noviembre, lo hará incluso antes de su toma de posesión. Trump aseguró en mayo de 2023 que, si llega a la Casa Blanca, acabará de un plumazo con la guerra en Ucrania. Y nadie sabe cómo. En Moscú no lo tienen claro en absoluto.

La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, advirtió el mes pasado que «la afirmación de Trump de que podría poner fin rápidamente a la guerra en Ucrania, en 24 horas, debe verse de manera realista, dado que prometió también la paz en Oriente Próximo y no la logró durante su mandato». A su juicio, «es necesario separar la retórica preelectoral de las declaraciones de funcionarios con poder real. Si hablamos de la posibilidad de resolver el conflicto, seamos realistas».

A principios de julio, Putin dijo en Astaná, la capital de Kazajistán, durante una cumbre que «el señor Trump afirma, como candidato presidencial, que tiene la disposición y la voluntad de detener la guerra y nos lo tomamos muy en serio. Desconozco las posibles propuestas sobre cómo quiere conseguirlo. Y, por supuesto, esa es una cuestión clave. Pero no tengo ninguna duda de que lo dice con sinceridad. Le apoyaremos». En junio, el jefe del Kremlin ya salió en defensa de Trump al señalar que contra él «está siendo utilizado el sistema judicial estadounidense en lo que es una batalla política». Sin embargo, Putin no le telefoneó cuando sufrió el atentado en Pensilvania.

«Trump tiene la disposición y voluntad de detener la guerra en Ucrania», asegura Putin. «Le apoyaremos»

En su conversación en X del pasado lunes por la noche con el empresario Elon Musk, Trump dijo que «conozco muy bien a Putin. Me llevaba muy bien con él, me respetaba. Espero que nos llevemos bien con él nuevamente, eso sería algo bueno». A su juicio, «Ucrania pronto no podrá continuar luchando debido a la escasez de tropas, mientras que Rusia todavía representa una fuerza militar significativa (…). Como saben, Rusia derrotó a Alemania junto con nosotros, y ellos derrotaron a Napoleón».

Kiev no cederá territorios

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ya aviso en abril que rechazará el plan de Trump o cualquier otro que implique para su país ceder territorios. Le instó también a viajar a Ucrania para «ver la situación con sus propios ojos y extraer sus propias conclusiones». Estas mismas palabras se las repitió Zelenski a Trump el mes pasado durante una conversación telefónica, condenó además el atentado contra él y le felicitó por su nominación como candidato republicano. Éste, a su vez, según escribió en la plataforma Truth Social, le reiteró al presidente ucraniano que pondrá fin a la guerra en Ucrania cuando llegue a la Casa Blanca. «Ambas partes podrán reunirse y negociar un acuerdo que acabe con la violencia y pavimente el camino hacia la prosperidad», le aseguró Trump a Zelenski.

Putin insiste en que Rusia está dispuesta a poner fin a la guerra, pero sólo si Ucrania acepta no sólo que los territorios de Ucrania ya ocupados por las tropas rusas en Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia no serán devueltos y quedarán bajo soberanía rusa, sino que retire sus tropas de las zonas que controla en esas cuatro regiones, que la ONU y la comunidad internacional reconoce como partes indisolubles de Ucrania.

En Kiev preocupa la buena acogida que ha tenido en Moscú la designación como candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos del senador por Ohio J. D. Vance, quien, pese a tener cerrado el paso a territorio ruso al ser incluido en una lista de sancionados en mayo de 2023, siempre abogó por poner fin a la ayuda militar a Kiev, postura que el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, celebró mientras asistía a la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Lavrov dijo además que, de todas maneras, su país «trabajará con cualquier líder estadounidense elegido por el pueblo». Recordó que «trabajamos con el presidente Trump (…) aunque durante su mandato se adoptaron cada vez más sanciones contra Rusia», admitiendo al mismo tiempo que entonces «había diálogo entre nosotros y Washington al más alto nivel. Ahora no hay ningún diálogo».

Injerencia rusa

En 2016, durante la campaña de las elecciones que terminó ganando Trump, se produjo la injerencia del ahora difunto jefe de los Wagner, Evgueni Prigozhin, cuyos ‘trolls’ de la ‘granja de San Petersburgo’ piratearon los correos electrónicos de la entonces la candidata demócrata, Hillary Clinton, de su jefe de campaña, John Podesta, y del Comité Nacional Demócrata. Esos documentos fueron publicados durante la recta final de la campaña para hundir a Clinton y posibilitar la victoria de Trump. Así lo estableció el fiscal especial estadounidense, Robert Mueller. En aquel momento la cúpula rusa manifestaba su preferencia por el candidato republicano y, cuando venció, en la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento ruso) hasta brindaron con champán.

Moscú esperaba a Trump como agua de mayo. Con su predecesor, Barack Obama, las relaciones entre Moscú y Washington se deterioraron después de que Putin concediera asilo político al técnico de la NSA, Edward Snowden, que filtró decenas de miles de ficheros clasificados y desenmascaró la vigilancia masiva de Estados Unidos en el mundo. Obama calificó aquello de «regreso de Rusia a la mentalidad de la Guerra Fría» y su trato con Putin se degradó todavía más después de la anexión de Crimea, en marzo de 2014, la guerra en Donbass y las sanciones de respuesta que aplicó Estados Unidos. La intervención de Rusia en Siria, en 2015, supuso la ruptura definitiva. Putin sabía que, si se instalaba Clinton en la Casa Blanca, seguiría con respecto a Rusia una política similar a la de Obama.

Trump y Putin se reunieron por primera vez en Helsinki en julio de 2018, y se notó a ojos vista que congeniaron, pero al final se defraudaron mutuamente. Washington incrementó las sanciones contra Rusia, se malograron importantes acuerdos de desarme, expulsaron mutuamente a gran parte de sus diplomáticos y se agravaron las tensiones geopolíticas.

 

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