Sin cambios, el default y la agudización de la crisis son inminentes
“No veo a los venezolanos entendiendo la gravedad de la crisis económica que se avecina”, considera Alejandro Grisanti
La única solución es un cambio en el modelo económico del país junto a una reestructuración de la deuda, pero expertos consideran improbable que el Gobierno tome dichas medidas
Venezuela debe aproximadamente 150 mil millones de dólares correspondientes a la deuda externa y con cada mes que transcurre, y cada pago que el país hace, la posibilidad de caer en default se ve más cercana.
Pagar la deuda externa o no pagarla nunca ha sido un dilema para el Gobierno de Maduro, que ha cuidado su reputación financiera en los mercados internacionales, a los cuales no duda en acudir cuando necesita préstamos.
Sin embargo, la acumulación de deudas se convirtió en un grave problema para la nación petrolera cuando en 2014 el precio del crudo, que se encontraba en $100 por barril, registró una caída histórica que desde entonces mantiene los precios cerca de los $40. La crisis del petróleo redujo los miles de millones de dólares que recibía Venezuela por exportaciones de crudo, que conforman el 95% de los ingresos totales.
La administración de Maduro ha venido malabareando la economía venezolana con el dinero dedicado a importaciones y el dinero dedicado a cancelar la deuda externa. Para poder desembolsar en abril la cifra de $2.466 millones por la deuda, el mayor monto a pagar en 2017, el Estado debió recortar las importaciones y negociar nuevos préstamos con la petrolera rusa Rosneft.
Los pagos de deuda que ahora se avecinan para octubre y noviembre serían los más difíciles para el Gobierno. Ambos meses suman cerca de cuatro mil millones de dólares, a los que el director de Ecoanalítica, Alejandro Grisanti, añade dos mil millones adicionales en notas provisorias y préstamos con China.
El especialista, que ejerció como jefe de Investigación para América Latina de Barclays, resaltó que Venezuela debe pagar en los próximos seis meses cerca de 10 mil millones de dólares, cifra que puede ser difícil de alcanzar para el Gobierno.
Asimismo, el economista Asdrúbal Oliveros explicó que la dificultad que puede experimentar Venezuela para cumplir con sus compromisos de deuda se puede deducir de su flujo de caja. Actualmente los gastos del Gobierno son mayores que sus ingresos en dólares, por lo que los analistas dudan sobre el pago de deuda.
Los cuatro meses de protestas, marcados por violaciones a derechos humanos, y la reciente implantación de una asamblea constituyente rechazada por la comunidad internacional, son factores que igualmente causan poca confianza en los mercados internacionales para renovar o financiar la deuda venezolana.
Grisanti incluye en la mezcla las sanciones que ha aplicado el Departamento de Estados de Estados Unidos a funcionarios venezolanos, especialmente al vicepresidente de finanzas de PDVSA, Simón Zerpa Delgado. La sanción que pesa sobre él le impide participar en nuevas negociaciones y por ende, se le dificulta al gobierno buscar nuevo financiamiento por la deuda de PDVSA.
Incluso bancos han tomado la iniciativa de prohibir cualquier transacción con títulos venezolanos, como el Credit Suisse hizo el pasado 10 de agosto para no involucrarse con un gobierno que viola derechos humanos.
Por otra parte, la deuda externa venezolana se puede considerar “la más costosa del mundo”, declara Oliveros. En el índice de riesgo país, que calcula cuáles son los bonos de deuda más seguros, pone los venezolanos como los de mayor riesgo del mundo, y a medida del riesgo que se posea, más se paga, explica el experto.
Hasta ahora, el Gobierno de Maduro ha tenido una voluntad de pago bastante clara, a pesar de verse en la necesidad de reducir las importaciones y producir mayor escasez de alimentos, medicinas y materias primas a la población, asegura el economista Henkel García. “Hay un incentivo claro por parte del Gobierno para cumplir”.
Continuar pagando la deuda de la forma en que está reestructurada acarrea efectos colaterales como la disminución de importaciones y la creciente dificultad de producción para las empresas venezolanas, que empeorarán la grave crisis humanitaria, advierte García. “Estos sacrificios no los hace el Gobierno, lo terminamos haciendo los venezolanos”.
Pero de Venezuela no poder pagar la deuda caería en default, lo que conlleva otras consecuencias graves para el Estado y la población venezolana, como el empeoramiento de la ya golpeada economía venezolana.
La preocupación principal de Venezuela ante el default, por el lado internacional, es la posibilidad de embargo de activos de PDVSA por parte de los tenedores de bonos, explican los economistas. A esto se añade la posibilidad de que Citgo, la empresa refinadora de PDVSA en Estados Unidos, pase a formar parte de la petrolera estatal rusa Rosneft, ya que en diciembre del 2016 fue hipotecado el 49,9% por un préstamo de 1,500 millones de dólares.
Del lado nacional, el incumplimiento condicionaría la economía del país pues las relaciones comerciales se paralizarían y se interrumpirían las exportaciones, lo que dejaría al país más aislado del resto del mundo y los anaqueles de los supermercados y las farmacias, más vacíos que nunca. Los pocos bienes que puedan conseguirse podrían ser impagables por los ciudadanos, pues se preve una caída del poder adquisitivo y un aumento del precio del dólar paralelo. Todo esto conllevaría a que el bolívar finalmente rompa el techo de la hiperinflación.
¿Será posible evitar el default en 2017?
Entre los entendidos en el tema hay una certeza que todos comparten: el default es inevitable. Tras la implantación de un modelo económico errado, la cesación de pagos es el único resultado posible. La cuestión gira alrededor del cuándo caerá. Si bien algunos economistas consideran que el país no podrá cumplir el alto pago de octubre y noviembre, otros creen que sí podría sortear los obstáculos, pero la deuda de 2018 quedará fuera de la capacidad del Gobierno.
Oliveros es uno de los que considera está posibilidad. Para el economista, el Gobierno podría pagar en detrimento de las importaciones, escenario al que le da una posibilidad de 60%, pero resalta que el gran pago de deuda de 2018 que supera los 12 mil millones de dólares es el verdadero problema, a menos de que suban nuevamente los precios del petróleo. “El gobierno va a pagar a un costo muy alto, pero el problema queda para el próximo año. Es una bomba de tiempo”, señaló.
Por su lado, Henkel García calcula que “haciendo los movimientos y un gran sacrificio el gobierno podría pagar, pero sería a un costo muy alto”. Asoma la posibilidad de que alguna empresa rusa o china haga otro préstamo para completar el pago. A pesar de ello, cree que las probabilidades de no pagar la deuda del 2017 son mayores y la del 2018, inevitable.
Grisanti tampoco cree que la administración de Maduro pueda cancelar la deuda pendiente de los próximos meses. Y desde su perspectiva, la posibilidad de poder pagar en octubre y noviembre se reduce aún más con la posibilidad de sanciones financieras o petroleras.
La única salvación es corregir la economía
Comenzar a tomar las medidas correctas para sanear la economía, reformar las políticas económicas del Estado y reestructurar la deuda son parte de las soluciones que los especialistas consideran necesarios para rescatar a Venezuela de la deuda externa y evitar un incumplimiento de pago.
Para Grisanti hay dos cosas necesarias para lograrlo: en primer lugar cambiar la política económica mediante una unificación de los tipos de cambio y la apertura del mercado de divisas al país, entre otras medidas. El segundo lugar consiste en que el Gobierno evite las sanciones del Departamento de Estado americano a toda costa, pues sus consecuencias serían devastadoras.
Quitar los controles de divisas, considerar los subsidios a bienes y servicios, motivar la producción nacional, sanear la economía y las cuentas del Gobierno son las recomendaciones que hace Oliveros para resolver el problema económico.
A esto, Henkel García añade una reestructuración de la deuda con los tenedores de bonos que permita el pago de manera ordenada. Igualmente considera importante arreglar los problemas internos políticos y sociales que atraviesa el país. “Si no, esta historia se va a repetir una y otra vez”.
*Henkel García es analista e instructor en Finanzas. Actualmente es el director de Econométrica.
*Alejandro Grisanti es economista e Ingeniero en Computación, con PhD en Economía, y se desempeña como director de Ecoanalítica. Dirigió el Departamento de Investigación para América Latina como Economista Jefe para la región del banco de inversión, Barclays Capital. Actualmente es Jefe de Estrategias en la firma de manejo de Inversiones Knossos Assets Management.
*Asdrúbal Oliveros es economista y socio-director de Ecoanalítica. Por cinco años fue Economista Senior de Santander Investment en Caracas. En la actualidad es columnista de la revista DINERO y en INFOLATAM, además de colaborador de ProDaVinci.