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¿Sin Vox en Andalucía?

La izquierda abandonó a toda esa gente para hacer ingeniería social y por corrupción, y ahora los ha recogido Vox

¿Sin Vox en Andalucía? El presidente nacional de Vox, Santiago Abascal y Macarena Olona, candidata en Andalucía.

 

El PSOE tiene un problema en Andalucía: alimentar el miedo a Vox para dar protagonismo a esta formación y dividir así el voto de la derecha no debilita al PP. Todo lo contrario, aumenta a ambos. Es más; ya no existe dicho pánico, y apelar al coco no moviliza a la izquierda, sino que la aburre. El asunto es que el partido de Abascal está en un punto en que no vive de quitar electores al PP, sino a los grupos socioeconómicos que antes votaban a la izquierda, al “Régimen”; esto es, al PSOE andaluz.

En Almería, según una encuesta pública y otra privada, Vox casi empata con el PSOE en porcentaje, y el PP duplica a los socialistas. La diferencia con 2018 da la clave: los populares suman gracias a Cs, y Vox merced a los que antes votaban a la izquierda. Lo mismo ocurre en Cádiz, donde el PP da un salto de la quinta plaza en 2018 porque absorbe a CS, al que deja al borde de la extinción. Vox podría conseguir el mismo número de escaños que el PSOE, aunque con un porcentaje menor.

La situación en Córdoba, el reino de la extrema izquierda hace décadas, es singular: entre el PP y Vox podrían obtener la mitad de los votos. Esto es llamativo si se considera que el PSOE y Adelante Andalucía casi llegaron al 50% en 2018. ¿Por qué se ha dado la vuelta? El fenómeno se repite: lo que era de Cs pasa al PP, y Vox sigue sumando. Es lo mismo que ocurre en GranadaHuelvaJaén y Málaga, con similar descaro.

Únicamente hay disputa en Sevilla, ciudad del candidato socialista, al que se está preparando ya el obituario en Moncloa. Sin embargo, el salto del PP en la capital andaluza podría ser impresionante: de cuarta fuerza en 2018, con 16,5% de los votos, a primera con cerca del 30%. Moreno Bonilla duplicaría sin que la derecha en su conjunto disminuyera, ya que Vox pasa del 10,72% de hace cuatro años a más del 15%.

Están hartos de que los políticos del PSOE y aledaños den la sensación que solo se preocupan por el feminismo revanchista, el ecologismo, la homofobia…

El panorama general se invierte. El PP supera al PSOE en todas las provincias, y Vox al segundo partido de la izquierda, Por Andalucía. Por cierto, Cs y lo de Teresa Rodríguez quedarían como algo testimonial, entre 0 y 2 cada uno.

El asunto es que hay sectores socioeconómicos que no sienten como propio el discurso de la izquierda. Están hartos de que los políticos del PSOE y aledaños den la sensación que solo se preocupan por el feminismo revanchista, el ecologismo, la homofobia y el racismo, y encima les tratan como tontos hablando de la “ultraderecha”.

Hay una bolsa de población que vive otra realidad. Son esos trabajadores que piensan que está muy bien cuidar el medio ambiente pero no ordenado por pijos urbanitas, que los homosexuales no son un problema porque cada uno es cada uno, y que no es racista porque compra en “el chino” y sus hijos van a un cole multicultural.

Mientras la izquierda insiste en el dogma progre, el obrero común está preocupado por el coste de la vida; es decir, del combustible, la electricidad y la bolsa de la compra, con un IPC por encima del crecimiento de los salarios, y un desempleo endémico. Para solucionar estos problemas reales ese trabajador no puede mirar a la izquierda, que critica que se coma carne de macrogranjas, que es la más barata, o que se embolsó el dinero de los ERE para juergas.

Es así como el trabajador común se siente ninguneado porque la izquierda le toma el pelo con su religión pija. Ese obrero piensa que solo se le tiene en cuenta para pagar impuestos con los que se subvenciona a vividores de la política. Estos trabajadores sienten que no pintan nada y que están desprotegidos. A esto podemos sumar la manga ancha con la inmigración ilegal, que crea desajustes y desafueros. El fenómeno lo hemos visto en Francia.

Es aquí donde entra Vox con su obrerismo y su tradicionalismo, la protección al obrero y la conservación de las costumbres, ya sean religiosas, taurinas o cinegéticas. Es una bolsa de votantes amplia, y Vox tiene una estrategia claramente definida que funciona. La izquierda abandonó a toda esa gente para hacer ingeniería social y por corrupción, y ahora los ha recogido Vox. No oír lo que esas personas trabajadoras tienen que decir, sus demandas y su realidad, pacte el PP con Vox o no tras el 19-J, es un error.

 

 

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