Sobre el himno canadiense
Vaya por delante que todas y cada una de las discusiones de inclusismo genérico tan sólo las sigo para divertirme. Porque si hay algo con lo que uno puede divertirse gratis es con el espectáculo de las polémicas en que pierden su tiempo los seres humanos.
Esta vez le toca al himno canadiense, del que recuerdo que se me planteó como noticia cuando conducía los servicios informativos de la Radio Deutsche Welle para América Latina entre 1995 y 1999. Ya entonces hubo una propuesta de ley tendiente a cambiar el segundo verso de la letra inglesa, “True patriot love in all thy sons command”, donde ese “sons” [=hijos] le chirriaba en los oídos al feminismo militante, incluyendo gente tan inteligente como Margaret Atwood, es decir, que la cosa había que tomarla en serio.
Ahora, por fin, el soberano pueblo canadiense, vía sus representantes políticos, aprobó el cambio de “all thy sons” por “all of us”, con lo cual queda zanjada la cuestión en lo que atañe a la letra inglesa. Pero resulta que Canadá es un país trilingüe y que tiene letras de su himno en los otros dos idiomas nacionales, el francés y el inuktitut, la lengua de los inuits. Bien es verdad que en esa lengua sólo se canta en los territorios árticos poblados por los inuits, y desconozco si entre los indígenas se plantea asimismo la contienda genérica con idéntico ardor que entre los canadienses de origen mayoritariamente europeo.
Queda el francés, y en la letra francesa del himno descubro que se dice que “el” canadiense creció en la esperanza, es “nacido” en una raza orgullosa y fue “bendito” desde su cuna, atributos de que al parecer no goza “la” canadiense. Para más inri, en la tercera estrofa se exhorta a que los canadienses sean un pueblo de hermanos [“frères”, inequívocamente masculino] cantando como sus padres [“pères”, masculino sin remedio, porque el “padres” incluyente del español en francés se dice “parents”].
La solución que se ha encontrado es una versión bilingüe descafeinada (puede consultarse en Google) que dizque ha tranquilizado los ánimos. Por mi parte, por curiosidad, repaso entera la letra del himno colombiano y encuentro en ella “héroes invictos, soldados sin corazas, varoniles alientos, centauros indomables”, y la única mujer que se menciona es la Virgen agonizante, arrancándose los cabellos y colgándolos de un ciprés. Menos mal que sólo se cantan el coro y la primera estrofa, y menos mal que el coro arranca de una manera que debe sonar a música celestial en oídos feministas: “¡Oh gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal!” Primero el sustantivo femenino y en segundo lugar el masculino. ¡Qué ojo de águila el de don Rafael Núñez, previendo el futuro!