Sobre el origen de la cultura, por el profesor Bill von Hippel. Parte I.
En YouTube se encuentra esta charla fascinante. Catrecillo trascribe un resumen.
De los árboles, los ancestros de los humanos se movieron para la sabana africana. No fue un cambio sencillo, fue difícil, por tanto, se considera un gran motor para la evolución, un gran motor de selección. Vayamos hasta Lucy, la famosa Australopitecos alfarenses, llamada así cuando fue descubierta, porque en ese momento los arqueólogos estaban oyendo Lucy in the sky with dimonds, la canción de los Beatles. Lucy era bípeda. Sabemos cómo eran las pisadas de los australopitecos, porque quedaron las huellas de una familia que caminaba sobre la arena blanda, antes de que se solidificara. Esas huellas tienen 3.6 millones de años, y están en Laetoli, en la Garganta de Olduvai. Los australopitecos caminaban como nosotros, y tenían manos muy parecidas a las nuestras: con el pulgar oponible.
Estas dos características tuvieron enormes consecuencias en la evolución. La musculatura y las manos hábiles dieron a pie a una nueva habilidad motriz: la de ser capaces de lanzar objetos con precisión. Para ello, se tira una pierna hacia atrás, se aprovecha la flexibilidad de la cintura, se rota la pelvis y se usa la elasticidad del cuerpo para darle a la piedra potencia, alcance y velocidad. Lanzar cosas a distancia es una actividad que requiere técnica. Los chimpancés son más fuertes que nosotros, pero son muy torpes lanzando cosas. Lucy, probablemente, lanzaba piedras con una habilidad parecida a la humana.
Bill von Hippel, en su conferencia, hace énfasis en un punto: la habilidad de lanzar objetos con precisión es significativamente importante si es grupal, si varios individuos se juntan para lanzar piedras y palos al mismo tiempo. La consecuencia es definitiva: matar a distancia, matar sin exponer a ningún individuo del grupo a ser devorado por la fiera. Muchos individuos débiles cuando trabajan en grupo se convierten en una maquina eficaz para matar. Por primera vez un animal fue capaz de cazar a distancia, y aquí comienza la cultura. Es cruel, sí, pero como dice Bill von Hippel, la naturaleza no sabe de moral. Para la naturaleza lo que importa es la eficacia biológica, cueste lo que cueste.
Ser inteligentes demanda un alto consumo de energía. Un gran cerebro consume el 30% de la energía ingerida, y no tiene sentido pagar este costo, si con ello no se consigue un beneficio directo. Bill von Hippel asegura que la inteligencia no le sirve de mucho a un solo individuo, si este no puede compartir sus capacidades con otros; dice que, antes de que se tuviera la capacidad de cooperar, una gran inteligencia no pagaba el costo; en cambio, el trabajo en grupo sí la justifica. Las propiedades emergentes de un grupo unido son el dividir labores y el planear juntos. Las actitudes mentales se trasforman cuando hacer trabajo en equipo se vuelve posible. Los chimpancés no trabajan juntos, o lo hacen a un nivel muy precario. Todo parece indicar que los australopitecos si lo hacían.
Portamos un gen nuevo que nos hace más inteligentes. Este gen tiene la característica de duplicarse o de “apagarse”, y se encarga de que las neuronas duren más tiempo. Cuando aparece activo en un chimpancé no le es útil, ya que ser más inteligente, como individuo, no le sirve para cazar ni para proteger la manada.
Los homínidos evolucionaron no solo hacia una mayor inteligencia, sino hacia un cambio de actitud social: el de la cooperación. El Homo erectus planeaba y trabaja en equipo. Existió de hace dos millones a un millón de años. Hay evidencia de que practicaba la división de labores y planeaba el futuro. Los chimpancés no almacenan la comida que les sobra, la tiran, porque no poseen capacidad de anticipación. El hecho de que los homínidos transportaran herramientas demuestra que se anticipaban a las contingencias del futuro. Una herramienta no accidental, fabricada con un propósito, muestra planeación. Sin planeación, no hay división de labores.
La cooperación cambia al homínido en muchos sentidos. Se sospecha que el hecho de que la esclera del ojo humano sea blanca cumple una función social: la de que otros sepan a dónde se está mirando, advierta a dónde poner atención. La mirada invita a los otros a mirar hacia el mismo lugar. Los humanos muchas veces adivinamos lo que el otro está pensando, lo que quiere, lo que busca. Las condiciones de la sabana hicieron que se alinearan las metas por primera vez en la historia, y que evolucionaran la cooperación y la gentileza. El andamiaje para la creación de cultura apareció allí, en la sabana. Somos los más gentiles de los animales y los más crueles, y la cultura es la herramienta más importante que tenemos.
El fuego controlado tiene más de un millón de años. En el Kalahari, todavía, las personas se reúnen en la noche alrededor del fuego, y se cuentan historias. Esas historias son de mucha utilidad: pasan información, la acumulan y ayudan a ser mejores miembros del grupo a sus individuos.
Contar historias es una de las capacidades humanas que aumentan la cultura, que la hacen más compleja y más efectiva. Contar historias es representar lo que no está al frente de nuestros ojos, es enseñar usando la narrativa como medio. Escuchar es vivenciar una experiencia sin pagar el precio de tenerla. El que cuenta tiene que imaginar y entender qué no sabe el otro, para poder trasmitir su información de manera productiva. La imitación y copia de procesos es otra manera de aumentar la cultura. No hay que aprender de cero cada vez, basta aprender de quien ya sabe.
Aunque lo que sigue no está en la charla, creo pertinente compartirlo aquí. El físico Jorge Wagensberg en su libro Ideas para la imaginación impura dice al respecto:
La imaginación produce objetos mentales. Pero para que estos sean comunicables a otras mentes hay que transformarlos en objetos reales. Esta es la representación. Y, en algunos casos, aún se recomienda una frase más, la tercera, la interpretación, que sirve para consumar la inserción del nuevo objeto, real y finito, en la realidad preexistente (Pág. 94).
Conocimiento es, pues, el producto mental capaz de perturbar el estado mental ajeno (Pág. 113).
Toda innovación que aumente el grado de independencia de un sistema respecto de su entorno es, en principio, progresiva para tal sistema (Pág. 149).
Evolutionary Psychology & Human Culture – Professor Bill von Hippel
Wagensberg, Jorge. Ideas para la imaginación impura. 53 reflexiones en su propia sustancia. Colección Metatemas 54. Libros para pensar la ciencia. Tusquets Editores. Barcelona, 1998. 2 edicion 1999.