¡Son tus tripas, amigo!
Una experiencia reciente con cambios inducidos bajo stress en la microbiota intestinal de ratones de laboratorio se tradujo en una migración celular a las meninges y la alteración de la conducta de los animales, confirmando el hecho de que las situaciones angustiosas crónicas provocan cambios en factores inmunológicos e inflamatorios capaces de generar una amplia gama de desórdenes, incluyendo la depresión.
La información ratifica la que PLANETA VITAL reprodujo de la revista NATURE AGING en agosto de 2021, de un trasplante de caca joven en ratones ancianos que modificó de alguna forma su hipocampo y les permitió asimilarse física y químicamente a los jóvenes, aprendiendo a recorrer laberintos con mayor velocidad y recordando mejor su diseño en los intentos sucesivos.
Era sólo una de las áreas en que la investigación de la llamada microbiota intestinal –una dinámica comunidad de bacterias, microorganismos, hongos y virus que evolucionó con nosotros en el curso de la historia y contienen por lo menos 150 veces más genes que el genoma- se ha impuesto a un ritmo vertiginoso, hasta considerarse clave para enfrentar temas que van de la ansiedad a la inmunidad y la obesidad.
La estrecha vinculación de las tripas con el pensamiento puede sonar tan chocante como el concepto de que nuestra actividad cerebral, capaz de producir sublimes obras de arte y los sistemas filosóficos más sofisticados, depende a tal grado de un órgano tan escaso de glamour como los intestinos.
Y sin embargo es un tema que ocupa de manera creciente a la comunidad científica, que casi ha elevado a algunos donantes de caca al rango de super-héroes, porque sus deposiciones se adaptan con mayor facilidad a los organismos receptores en el tratamiento de una variedad de infecciones intestinales debilitantes e incluso enfermedades como el asma; o con el anuncio espectacular de píldoras que permitirán obviar los aspectos más infamantes de los trasplantes fecales vía colonoscopia para restaurar una comunidad microbiótica sin el riesgo de infecciones de carácter letal.
La frontera final de la exploración sería su relación con el cerebro, mediante novísimas especialidades como la psiquiatría nutricional y la psicobiótica, desde la certeza de que las tripas, con cien millones de neuronas, poseen su propio sistema nervioso conectado con el cerebro por el nervio vago, de manera que ciertos tipos de fibras pueden mejorar los procesos cognitivos complejos.
Estaríamos así en el umbral de una edad dorada en el estudio de ese órgano de peso y dimensiones sólo superados por el hígado, con aplicaciones médicas inimaginables, sobre todo en el campo de la psicología, por microbios que influyen en el apetito y la capacidad digestiva en estrecha relación con el sistema inmunológico, e incluso contra el flagelo más abominable.
Porque, ya en 2017, un equipo de investigadores parisinos demostró que esas bacterias reforzaban el tratamiento contra el cáncer de la piel en pacientes con melanomas en estado avanzado.
Varsovia, junio de 2023.