Sudamérica ante la tormenta perfecta
Escuchando los discursos de los presidentes de Argentina, Bolivia, Venezuela y otros países sudamericanos después del reciente frenazo de la economía de China, pareciera que están viviendo en otro planeta. Todavía siguen hablando de los abundantes recursos naturales y materias primas de sus países, como si eso importara mucho en el nuevo mundo de Google, Apple y Uber.
Cuando Sudamérica se benefició de los precios récord de las materias primas por las crecientes importaciones de China en la década pasada, varios presidentes de la región se embarcaron en una fiesta populista. No le prestaron mucha atención al hecho de que el mundo estaba moviéndose rápidamente hacia una economía del conocimiento, en que una empresa como Apple hoy día vale más que el producto bruto de varios países.
Pero ahora, la fiesta ha terminado, y América Latina se enfrenta a una tormenta perfecta: la desaceleración económica en China, la caída de precios de las materias primas, una fuga de los inversionistas internacionales a países más seguros, y la posibilidad de que la Reserva Federal de Estados Unidos suba pronto sus tasas de interés, lo que haría más caro para los países de la región obtener créditos o pagar sus deudas externas.
Para colmo, la mayoría de los países sudamericanos están mal preparados para enfrentar estos retos, porque tienen poco para exportar que no sean materias primas de bajo precio.
Según nuevas cifras de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), las exportaciones de manufacturas de América Latina cayeron del 72.3 por ciento de las exportaciones totales de la región en el 2000, al 58.6 por ciento en el 2014. Y si se excluye a México — el mayor exportador de bienes manufacturados de la región — la disminución de las exportaciones de manufacturas de América del Sur es mucho mayor.
En otras palabras, Sudamérica no invirtió en los últimos años en prepararse para competir en la nueva economía del conocimiento. La región se olvidó de mejorar sus estándares educativos, y de hacerse más competitiva en ciencia, tecnología e innovación.
El gasto promedio de los países sudamericanos en investigación y desarrollo es de apenas el 0.5 por ciento de su Producto Interno Bruto, en comparación con el 4 por ciento en Israel y Finlandia.
Los países sudamericanos están en los últimos lugares en las pruebas internacionales PISA de estudiantes, y juntos — sí, entre todos — producen alrededor de un cinco por ciento de las patentes internacionales registradas por Corea del Sur, según cifras de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos.
“Nos hemos vuelto demasiado dependientes de las materias primas”, dice el director de desarrollo económico de la CEPAL Daniel Titelman. “Tenemos que diversificar nuestra estructura exportadora”.
Un estudio publicado el 13 de agosto por el diario mexicano El Financiero da ejemplos alarmantes del grado de dependencia sudamericana de las materias primas. Según el diario, estos datos son de diciembre del 2014:
▪ Venezuela depende de las materias primas para el 98 por ciento del valor de sus exportaciones totales. El país no produce prácticamente nada que no sea petróleo, hierro y aluminio.
▪ Ecuador depende de las materias primas para el 86 por ciento de sus exportaciones totales. La mayor parte de lo que exporta es petróleo, bananas y flores.
▪ Colombia depende de las materias primas para el 79 por ciento de sus exportaciones totales. La mayor parte de sus exportaciones son petróleo, carbón, café, oro y flores.
▪ Bolivia depende de las materias primas, principalmente petróleo y plata, para el 72 por ciento de sus exportaciones totales.
▪ Argentina y Perú dependen de materias primas y manufacturas de origen agropecuario para el 70 por ciento de sus respectivas exportaciones totales.
▪ Chile depende de las materias primas, principalmente cobre, para el 63 por ciento de sus ingresos de exportación.
▪ Brasil depende de los materias primas para el 52 por ciento de sus exportaciones.
Una de las pocas excepciones en América Latina es México, que depende de las materias primas —principalmente el petróleo — para solo el 17 por ciento de sus ingresos totales de exportación.
Mi opinión: Sudamérica se quedó dormida mientras el resto del mundo marchaba hacia la economía del conocimiento, y la actual desaceleración económica de China la encuentra mal preparada para el desafío que se viene.
Ahora más que nunca, los presidentes sudamericanos deberían centrarse en cambiar de estrategia económica y producir bienes de mayor valor agregado.
Deberían estar hablándole a sus pueblos de invertir tanto como Israel en investigación y el desarrollo, lograr el puntaje de China en los tests PISA de estudiantes, y de registrar tantas patentes de nuevas invenciones como Corea del Sur. Pero lamentablemente, siguen hablando sobre el pasado, ajenos al mundo que se viene.