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Tania Bruguera arrestada de nuevo en Cuba por obra sobre el totalitarismo

La artista cubana Tania Bruguera fue detenida y liberada el pasado domingo cuando intentaba concluir la lectura de 100 horas del libro Los orígenes del totalitarismo en las calles de La Habana, una acción artística que inauguró el Instituto Internacional de “Artivismo” (arte con activismo) Hannah Arendt.

Tampoco pudo entrar al Museo Nacional de Bellas Artes el sábado como invitada a la inauguración de la exposición “Paisaje” del pintor cubano Tomás Sánchez. Irónicamente, la obra de Bruguera forma parte de la colección permanente de ese museo.

Ser arrestada en Cuba por su arte político no es una situación desconocida para ella, que fue detenida tres veces en diciembre pasado para impedir que realizara el performance “El susurro de Tatlin #6”, que pretendía abrir un micrófono al público para discutir el futuro del país en la simbólica Plaza de la Revolución.

Desde entonces permanece varada en la isla—ella reside en Estados Unidos—, sin pasaporte y bajo una investigación que sigue dilatándose y que podría concluir con un juicio por “resistencia y alteración del orden público”, pese a los reclamos de varias organizaciones internacionales. Su situación ha generado un debate internacional sobre si los artistas invitados deben o no boicotear la XII Bienal de La Habana o, al menos, mostrar públicamente su solidaridad con la artista que ha recibido recientemente el prestigioso premio Herb Alpert que se otorga a aquellos artistas que, en la madurez de su carrera, “toman riesgos”.

El Nuevo Herald conversó telefónicamente con Bruguera el martes para indagar sobre esos riesgos que sigue tomando en La Habana. A continuación sus respuestas.

Sobre las 100 horas de lectura de “Los orígenes del totalitarismo”

El sentido de la obra es, primero, inaugurar el Instituto Internacional de “Artivismo” Hannah Arendt; segundo, hacer un énfasis de que lo que está faltando en esta situación en Cuba es un poco de teoría. Aquí todo tiene un sentido práctico de “resolver”: todas las decisiones políticas se están haciendo para resolver el problema del momento y falta entender, a nivel teórico, el proyecto que se está construyendo. No hay una proyección de ‘aquí a diez años vamos a hacer esto’ o ‘estamos encaminándonos hacia este lugar’.

Mucha gente leyó; para mí es importante que yo no fuera la única que leyera porque esto no es sobre mí sino sobre lo que está pasando en Cuba. Gente del barrio se acercó, algunos entraron a leer y me decían ‘¡pero qué fuerte está esto!’. Fíjate que es algo que no se refiere a Cuba pero la gente no es tonta y entendió perfectamente de qué se trataba la lectura.

Cuando tú ibas caminando, oías la lectura por la calle porque se puso el baffle [altoparlante] hacia fuera.

¿Por qué Hannah Arendt?

Arendt es una filósofa política, es un campo que ella recuperó y fue una persona que criticó todo lo que vio mal aunque fuera en su propio gremio, nación o grupo étnico. Fue justa, criticó a los judíos, a los alemanes, y ella era una judía alemana. Era una persona con una integridad ética espectacular y alguien que hace falta leer en Cuba.

El objetivo del Instituto

Ya yo tengo una experiencia de hacer un proyecto pedagógico [Cátedra Arte de Conducta, en el Instituto Superior de Arte]. Esta es mi respuesta a todo lo que me ha pasado en estos cinco meses. No me interesa ni ser víctima ni que [el proyecto] sea sobre mi persona sino que me he dado cuenta que lo que más hace falta en Cuba es una alfabetización sobre los derechos civiles. La gente ya sabe leer y escribir, y eso es maravilloso, pero hace falta que sepa pedir lo que es de ellos y no tener miedo.

 

Acto de repudio

Yo pretendía salir de mi casa y con el público de la obra, caminar por las calles, como un final. Ya me habían advertido que no podía salir de mi casa pero me asesoré con un abogado, y me dijo que actuaba con la ley, que no podían impedirme salir de mi casa con mis amigos.

Hicieron todo un despliegue: cercaron todo, hubo gente a la que le impidieron entrar, hicieron todo lo que era innecesario. Al salir de mi casa con el libro y caminar cinco metros, salieron de un carro la instructora que me atiende y otro [oficial] de la Seguridad del Estado. Me dijeron ‘no te vamos a dejar hacer una marcha’, ese era todo el punto.

[Quienes participaron en el acto de repudio] No eran personas de la cuadra, yo no los conozco, era impresionante porque era un grupo de más de veinte personas…todo estaba muy organizado. Había todo un público extranjero que se quedó horrorizado con aquello

Los “factores” [término que en Cuba designa a los funcionarios de organizaciones políticas y de masas] fueron a las casas de mis vecinos a decirles que no fueran a mi casa que yo era disidente, contrarrevolucionaria.

El desfase entre el discurso político y los métodos de la Seguridad del Estado

Esta obra ha servido para demostrarles a ellos y al mundo que los métodos que están usando ya no tienen sentido ninguno. Hay un desfasaje entre el discurso político y la propuesta de país que ilustra ese tipo de respuesta.

Cuando me llevaron el domingo en el auto, yo se lo dije a mi instructora: “están haciendo algo muy torpe”. Fue una estupidez que no me hayan dejado entrar al Museo [de Bellas Artes]. Hay una parte que va más allá de mi entendimiento. Es evidente que es una orden de arriba.

Yo estoy sorprendida de la torpeza, están haciendo las cosas sin creatividad, como lo mismo que han hecho en 60 años cuando ya no son las mismas condiciones. Además ese mismo día metieron presos a personas que venían para acá, a Damas de Blanco y Antonio Rodiles.

Los artistas en la Bienal

El día que no me dejaron entrar al Museo, los artistas se pusieron muy bravos, es una línea ya que es demasiado; es como que la institución cultural también va a actuar como policía. Escuché que (el pintor) Tomás Sánchez habló con el ministro de Cultura para que me dejaran entrar.

Muchos artistas que han sido censurados están regresando a vivir a Cuba y sin hacer ningún tipo de exigencia. Tomás Sánchez tuvo la posición ética de decirle a la directora del Museo que yo era su amiga e invitada y que me tenían que dejar entrar.

Es un proceso muy complejo, donde todo el mundo tiene algo que ganar y la gente no va a renunciar al momento que han esperado tanto.

Siga a Nora Gámez Torres en Twitter: @ngameztorres

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