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TED A. HENKEN: Por qué EEUU debe apoyar a los emprendedores cubanos

cuentapropistasUn zapatero por cuenta propia trabaja en su taller en La Habana. YAMIL LAGE AFP/Getty Images

Cuentapropista es un término que hasta hace algunos años no se hubiera usado para describir un sector amplio en la economía cubana, que todavía está centralizada y altamente planificada. Pero a pesar de los obstáculos, recientemente he sido testigo de la proliferación de los emprendimientos privados en la isla y sus efectos positivos. En mi condición de yuma, como llaman a los estadounidenses en la isla, he visto el sector “no estatal” cubano crecer considerablemente, lo que es un testimonio de los éxitos empresariales que los cubanos logran cada día y sus deseos de que siga creciendo.

El acercamiento directo al sector empresarial privado en Cuba –al tiempo que presionamos por el fin del embargo– nos permite eliminar a Estados Unidos como la bestia negra de las autoridades cubanas y empoderar a más cubanos para que sean los amos de su propio destino. Algunos defensores de la línea dura con la isla alegarían que un acercamiento con cualquier sector en Cuba significa ayudar al gobierno cubano, monopolista y antidemocrático, a consolidar su poder. Sin embargo, los últimos 50 años han mostrado que el aislamiento sólo ha ayudado al gobierno cubano a fortalecer sus monopolios, a la vez que encuentra una justificación para culpar al embargo de su mala situación económica. El acercamiento a los cuentapropistas, por otra parte, nos da una oportunidad de comenzar a crear una relación de confianza y beneficio mutuo con el pueblo cubano.

Ante la constante inestabilidad económica y el control estatal, los cuentapropistas son el catalizador económico y social del futuro de Cuba. Son los hombres y mujeres que muestran una increíble motivación y creatividad en sus emprendimientos y están dispuestos a correr riesgos, con frecuencia a un costo personal inmenso. Como resultado, el sector privado cubano, que sigue creciendo, es una de las áreas más productivas de la economía de la isla.

En un documento informativo que recientemente publiqué en sociedad con Engage Cuba y la Fundación Cuba Emprende, concluimos que aunque Cuba tiene la fuerza laboral mejor preparada y de menor costo del mundo, las oportunidades en el sector privado para los profesionales cubanos siguen estando muy limitadas. Como resultado, los emprendedores cubanos han tomado el destino en sus propias manos y ahora se calcula que son un tercio de toda la fuerza laboral del país. El índice de empleo por cuenta propia ha alcanzado nuevas alturas en los últimos cinco años, de menos de 150,000 a más de medio millón de cuentapropistas a mediados del 2015.

Un segmento sorprendente del empleo por cuenta propia está en las comunicaciones. La escasez crónica y los cuellos de botella provocados por la combinación letal de la planificación socialista y el embargo estadounidense han resultado en la incubación de una cultura de emprendimiento. Programadores informáticos altamente capacitados pero desempleados y agentes de telecomunicaciones han comenzado a crear software simple y aplicaciones para teléfonos móviles que no necesitan internet, tanto para cubanos como clientes internacionales. Con el fin de alentar este dinámico fenómeno, nuevas normas emitidas por el gobierno del presidente Barack Obama en el 2015 permiten la contratación de personas del sector privado cubano de telecomunicaciones y otros profesionales.

Pero no nos engañemos: los emprendedores cubanos todavía tienen que enfrentar fuertes obstáculos internos. La estructura fiscal es tan onerosa que el sector privado queda legalmente separado del comercio internacional (excepto las exportaciones e importaciones del llamado “comercio de maletas»), y los cuentapropistas tienen poco acceso a bienes con precios mayoristas, crédito o inversión extranjera. La infraestructura básica es sumamente anticuada y el acceso a internet –que mueve cualquier negocio moderno– es muy limitado y costoso. Quizás esta es la razón por la que, a pesar de un crecimiento sin precedentes en los últimos cinco años, el sector de cuentapropistas se contrajo por primera vez en la segunda mitad del 2015, al caer a 496,400 en enero del 2016.

También existen problemas serios de estructura de la fuerza laboral. Por ejemplo, todos los años se gradúan más de 4,000 ingenieros de tecnología informática en el país, pero hay un número limitado de plazas estatales. Eso hace que muchos graduados se unan a histórico éxodo de profesionales jóvenes que se van a otros países a buscar los frutos económicos de sus conocimientos.

Las posibilidades de estos jóvenes emprendedores son virtualmente ilimitadas una vez que la isla cuente con una infraestructura moderna de telecomunicaciones, algo que que pudiera hacerse realidad con la ayuda de inversiones estadounidenses. Pero para eso, y para que otros servicios signifiquen un cambio importante en Cuba, el Congreso debe levantar el embargo.

Porque mientras los empresarios y firmas estadounidenses esperan el fin del embargo, tanto los estadounidenses y los cubanos salen perdiendo. Se calcula que Estados Unidos no aprovecha en este momento un potencial de $1,600 millones en ventas a la isla debido al embargo. Estadounidenses de todos los partidos políticos lo han señalado, y según un informe del Centro Pew de Investigaciones, 72 por ciento de los estadounidenses, incluido el 59 por ciento de los republicanos, favorecen el fin del embargo a Cuba.

Resulta irónico que muchos partidarios del embargo critiquen con razón al gobierno cubano por restringir el libre mercado dentro de la isla a la vez que apoyan un embargo que restringe injustamente los negocios norteamericanos y cualquier beneficio para los abrumados emprendedores cubanos y el pueblo. Al permitir que los estadounidenses hagan negocios e inviertan en la isla, apoyaremos nuestra economía y apoyaremos al pueblo cubano, entre ellos los cuentapropistas.

El doctor Ted A. Henken es presidente de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE) y coautor del libro Entrepreneurial Cuba: The Changing Policy Landscape‘. Miembro del Consejo de Política de Engage Cuba.

 

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