‘The Best? Devaneos sobre la mejor película de la historia’, de José Luis Garci: cuando el cine se vuelve mística
El cineasta madrileño ha escrito un libro en el que analiza 'Jeanne Dielman', de Chantal Akerman, elegida por 'Sight and Sound' como el mejor filme de la historia
Confieso de entrada que me resulta imposible definir el cine pese a las muchas tardes pasadas en mi juventud en las salas de proyección y las cinematecas. Soy un cinéfilo y sólo eso, sin pretensiones de adoctrinamiento ni de sentar cátedra. ¿Es el cine un arte para entretener? ¿Es un instrumento para reflexionar sobre la vida? ¿Es un medio para expresar inquietudes estéticas? ¿O acaso sólo es un espectáculo para ganar dinero?
Estas preguntas surgen tras la decisión de los críticos de la revista ‘Sight and Sound’ de elegir ‘Jeanne Dielman, 23, quai de Commerce, 1080 Bruxelles’, de la directora belga Chantal Akerman, como la mejor película de la historia, desplazando a títulos como ‘Ciudadano Kane’ y ‘Vértigo’. La elección, en diciembre de 2022, ha dado lugar a una polémica que todavía no se ha apagado.
ENSAYO
‘The Best? Devaneos sobre la mejor película de la historia’
- Autor José Luis Garci
- Editorial Notorius
- Año 2024
- Páginas 300
- Precio 24,95 euros
José Luis Garci entra en el debate con un nuevo libro, ‘The Best?’, en el que, a partir de un artículo mío publicado en este suplemento, disecciona el filme de Chantal Akerman. Diré de entrada que el texto de Garci es una verdadera lección sobre el séptimo arte y un lúcido análisis sobre sus posibilidades expresivas.
Para contextualizar la cuestión, conviene decir que ‘Jeanne Dielman’, abrevio su imposible título, fue estrenada en 1975 y que la película se mantuvo en una relativa indiferencia a lo largo de más de cuatro décadas hasta que fue redescubierta por la crítica, fascinada por su feminismo y por una denuncia feroz de la cultura patriarcal.
¿Bastan estas cualidades para elevar hasta lo más alto del podio la película de Akerman? Garci responde que no y yo comparto su opinión: «Si ‘Jeanne Dielman’ ha obtenido más consideración que ninguna otra de ‘Sight and Sound’ ha sido por ser una película de y sobre la mujer, un filme que ahora ha descubierto y arropado el feminismo de guardia y de vanguardia», escribe. Y añade que su elección entronca con el progresismo dominante en las nuevas generaciones de críticos y el hecho de que la directora sea una mujer que habla sobre las mujeres.
El espectador contempla la vida de Jeanne Dielman como si mirara por un agujero de la pared
La película cuenta la historia de una ama de casa viuda, con un hijo de 15 años, que se dedica a la prostitución en su domicilio de Bruselas para sobrevivir. El papel es interpretado por Delphine Seyrig, la musa de Resnais en ‘El año pasado en Marienbad’.
Muy influenciada por los trabajos de Warhol en la neoyorquina The Factory, Akerman rueda este filme de más de tres horas con largos planos fijos sin mover la cámara. Vemos a la protagonista pelar patatas, hacer café, ordenar la casa, frotarse con una esponja en el baño y salir en busca de un botón por los comercios. El encuadre es fijo, la cámara jamás se mueve, no hay contraplanos y no existe montaje. El espectador contempla la vida de Jeanne Dielman como si estuviera mirando por un agujero de la pared, lo que le convierte en un ‘voyeur’ como el fotógrafo de ‘La ventana indiscreta’ de Hitchcock.
«Es evidente que no estoy a favor de la manera de filmar de Akerman. Su estilo, su método, aparte de ‘distanciado’ es reiterativo. El cine también es movimiento. Lo de Chantal, más que fotografía es naturaleza muerta», dice Garci. Cierto. Pero hay también naturalezas muertas que son una obra de arte.
Garci remite algunas de las imágenes de este filme a la pintura de Vermeer, Hopper y Warhol que se manifiesta a través de las escenas domésticas y el recurso al color. Así es. El fotograma de ‘Jeanne Dielman’ que aparece en la cubierta del libro, en el que la actriz se detiene ante un escaparate iluminado, bien podría ser un cuadro de esas soledades retratadas por Hopper.
Garci, sin embargo, afirma que Akerman «estéticamente no deja que viajes», que la puesta de escena es equivocada y que la rutina de los planos es algo forzado y antinatural. «No sentimos el latido del corazón de esa mujer», apunta antes de señalar que la película es «uno de los primeros algoritmos del cine».
Garci remite algunas de las imágenes de este filme a la pintura de Vermeer, Hopper y Warhol
Hay en las páginas del libro un intento de ecuanimidad ya que, si bien se desprende un juicio negativo, Garci no escatima algunos elogios al trabajo de Akerman, que conecta con el cine negro y la tradición de la ‘femme fatale’. También valora la originalidad del filme y el excelente papel de Seyrig, una mujer con un aura misteriosa y distante que encaja muy bien con el mensaje de la directora, que se suicidó en 2015.
No tengo ninguna intención de rebatir a mi querido amigo José Luis Garci, que me dedica generosamente este libro, pero sí incidir en que, pese a sus carencias y defectos, la película de Akerman consigue atrapar al espectador y sumergirle en el mundo de Jeanne Dielman. Hay algo hipnótico en esas imágenes y profundamente perturbador, sobre todo, en el plano final de siete minutos, en el que la protagonista permanece paralizada en la mesa del salón tras haber clavado unas tijeras en el corazón de un cliente.
Por decirlo con otras palabras, Akerman convierte el cine en mística, el ojo de la cámara penetra en el alma humana y la cotidianidad adquiere un halo enigmático e irreal. No creo que sea la mejor película de la historia del cine, pero sí una obra estimable. Cada vez que la veo descubro nuevos matices y siento intriga por las motivaciones de Jeanne, esa trágica mujer fatal cuyo asco al sexo le lleva a la tragedia. En resumidas cuentas, una película que hay que ver y sobre la que merece la pena reflexionar.