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Todo el apoyo y sin ningún rival: los demócratas se encomiendan a Harris

Pesos pesados del partido, sindicatos, activistas, donantes y la mayoría de delegados se ponen del lado de la vicepresidenta

Desde que Biden anunció su marcha y señaló a Harris como la figura que debería recoger el testigo, los respaldos han llovido desde todos los sectores del partido y de sus alrededores: pesos pesados como Bill y Hillary Clinton; cerca de doscientos senadores, diputados y gobernadores; figuras izquierdistas como la diputada Alexandria Ocasio-Cortez o centristas como Pete Buttigieg, el secretario de Transportes; la «abrumadora mayoría» de los 57 presidentes de los partidos demócratas de los estados y territorios soberanos del país; además de sindicatos, grupos de activistas o poderosas redes de donantes.

Gran respaldo

La decisión de elegir al candidato demócrata corresponde a los delegados resultantes de las primarias celebradas en todos los estados del país, en las que Biden se impuso sin apenas oposición. Esos delegados están ahora liberados para elegir el candidato que quieran, pero es difícil pensar que no sea Harris. Desde el domingo, decenas de delegaciones estatales han manifestado que le darán su apoyo completo. Un sondeo de la agencia AP ha constatado que más de 700 delegados habían confirmado, en menos de 24 horas desde la dimisión de Biden, que entregarán su voto a la vicepresidenta. Es más de un tercio ya del umbral de 1.976 delegados que hay que conseguir para llevarse la nominación.

Al mismo tiempo, de una tacada, la organización que gestionaba la campaña a la reelección del presidente -‘Biden for president‘- pasó a llamarse ‘Harris for president’. La vicepresidenta heredó los cientos de empleados de la campaña de Biden, sus líderes y sus redes de apoyo, con los que ha venido trabajando durante meses como candidata a la vicepresidencia. Lo que es más importante: hereda también los 96 millones de dólares que Biden tenía en sus arcas para hacer frente a Trump en la recta final de la campaña. Y, en menos de 24 horas tras la renuncia del candidato, la campaña de Harris ha recibido 50 millones de dólares en donaciones por internet, la cantidad más alta de recaudación en un día desde la campaña de 2020.

La consecuencia de esa situación -apoyo masivo de los líderes y de los delegados, maquinaria electoral poderosa- es que a Harris no le están saliendo rivales. Enfrentarse a la vicepresidencia sería una aventura hercúlea y con la posibilidad de quedar marcado en el partido. Los nombres que estaban en las quinielas como posibles rivales se han plegado, uno a uno, a Harris. El mismo domingo, Gavin Newsom, gobernador de California; o Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania. A ellos se sumaron este lunes figuras que tienen la etiqueta de presidenciables, como Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan; J.B. Pritzker, gobernador de Illinois; o Wes Moore, gobernador de Maryland.

El ‘show’ de unidad demócrata alrededor de Harris tenía pocos agujeros. Este lunes se cerraron algunos con la adhesión de pesos pesados demócratas en el Congreso, que habían mantenido hasta entonces un silencio incómodo. Por ejemplo, Nancy Pelosi, la expresidenta de la Cámara de Representantes, que acabó por dar su apoyo a Harris. Estaba previsto que tanto el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Charles Schumer, como el líder de la minoría en la Cámara, Hakeem Jeffries, confirmaran también este lunes su respaldo.

Pero el músculo demócrata mostrado con Harris tiene otra cara: el peligro de que se perciba como una coronación de una candidata, sin un proceso competitivo, decidida por los líderes del partido, sin las bases. Esa preocupación parece tener la figura más influyente del partido, Barack Obama, que glosó la figura de Biden, pero no llegó a mostrar su apoyo público a Harris. «Tengo una confianza total en que los líderes de nuestro partido serán capaces de crear un proceso del que surja un nominado excepcional», aseguró, pero ese proceso no se ve por ninguna parte. Opiniones similares han exteriorizado figuras como el multimillonario Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York y gran donante del partido; o Joe Manchin, un senador centrista que abandonó el partido este año.

Carrera judicial

Mientras tanto, la campaña de Harris actuaba como si la vicepresidenta fuera la nominada aparente, con la certeza de que su rival ya es Trump: «La vicepresidenta Kamala Harris ha perseguido a criminales toda su carrera», dijo una portavoz sobre la candidata, que fue fiscal de distrito en San Francisco y fiscal general de California antes de desembarcar en Washington. «Con Donald Trump no será diferente». Su campaña también hizo hincapié en que Harris ha sido la «mensajera líder» del partido sobre el aborto, uno de los asuntos de campaña que más favorecen a los demócratas.

Harris tuvo su primer acto público tras la renuncia de Biden este lunes en la Casa Blanca, en una recepción a los campeones del deporte universitario. En el comienzo de su discurso, aprovechó para celebrar a Biden, del que dijo que sus logros como presidente «son inigualables en la historia moderna» y alabó su «honestidad, integridad, compromiso con la fe y con su familia, su gran corazón y su profundo amor por nuestro país».

La vicepresidenta no habló de su candidatura, pero dejó mensajes velados en su discurso a los deportistas: «Os habéis enfrentado a desafíos y obstáculos y los habéis vencido. Habéis luchado hasta el final. Habéis demostrado que la verdadera grandeza requiere más que habilidades, requiere coraje y determinación». Harris va a necesitar todo eso, y más, para derrotar a Trump.

 

 

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