Todos los partidos franceses reivindican el legado político del general De Gaulle
Candidatos a la presidencia le ven como referencia de identidad y de unidad para Francia
Entre el 75 y el 80 % de los franceses temen que Francia esté en «declive», palabra amable para intentar evitar el uso de otra palabra más cruda: «decadencia». Ante esa angustia nacional contenida, el recuerdo, el fantasma, la ‘momia»’ de Charles de Gaulle (1890 – 1970) es la figura mítica que sacan en procesión los partidos y personalidades que prometen salvar la nación tras la próxima elección presidencial.
En el imaginario nacional, el general de Gaulle sigue siendo más popular que Luis XIV y Napoleón, las otras dos grandes figuras del panteón francés.
Emmanuel Macron, presidente, candidato a su propia sucesión como jefe de Estado, es el primero y más firme defensor de la personalidad y legado del general, presentado como guía, modelo, arquetipo y héroe salvador, por estas razones: «La resiliencia y la voluntad son la matriz del espíritu nacional encarnado por de Gaulle, comprometido con la defensa de Francia en los momentos de gloria y los momentos de dolor. Eso es lo esencial de su herencia, la herencia de Francia».
Macron ya utilizó profusamente la imagen del general con un éxito evidente, durante la victoriosa campaña electoral que le permitió conquistar el Elíseo en 2017: «En tiempos de crisis, la resiliencia nos hace más fuertes contra todas las amenazas. Nuestro modelo es de Gaulle». Durante cuatro años, a seis meses de la próxima presidencial, Macron se confirmó y se confirma como el mejor alumno de la clase gaullista, con un rosario de decisiones en la mejor tradición patriótica heredera del general: defender la autonomía e independencia estratégica de Europa ante la hegemonía de los EE. UU., plantar cara a Washington en motivos esenciales, intentar tener relaciones «particulares» con Rusia y China. Macron ha usado con frecuencia una frase de la magna tradición gaullista: «Debemos defender el puesto de Francia en el mundo».
A la derecha, el partido Los Republicanos (LR, derecha tradicional) es el último avatar de todos los partidos herederos directos de Charles de Gaulle, dirigidos sucesivamente por Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy.
LR elegirá a primeros de diciembre su candidato o candidata a la elección presidencial. Los tres principales candidatos compiten en su defensa y rescate permanente de la herencia, el modelo y el ejemplo de la ‘momia’ gaullista. Michel Barnier, excomisario europeo, exministro en sucesivos gobiernos conservadores, lanzó su campaña de candidato a la candidatura conservadora a la presidencia de la República con un apasionado elogio del general: «Yo soy gaullista desde los 14 años, cuando tenía un póster del general en mi habitación. Su ejemplo ha guiado toda mi vida política. De Gaulle comenzó por oponerse al ingreso del Reino Unido en la Comunidad Europea, que el general fue el primero en defender. Y a mi me tocó negociar el Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea».
Ante el futuro de Francia y Europa, Barnier estima que de Gaulle sigue siendo un modelo canónico: «De Gaulle tenía un sentimiento nacional muy fuerte. Pero no era nacionalista. Sabía que Francia no puede ser fuerte aislándose. En esas estamos. Defender nuestros intereses en una Europa fuerte».
Xavier Bertrand, presidente de la región Altos de Francia (norte), candidato, así mismo, a la candidatura conservadora a la presidencia de la República, también lanzó su campaña enarbolando la bandera del general: «El gauchismo no es una religión, ni un catecismo. El gaullismo es una voluntad, una determinación, para afirmar nuestra identidad, unidos. Esa es la modernidad del gaullismo». En campaña permanente, Bertrand recurre a de Gaulle denunciando la «falta de liderazgo» de Macron: «Francia necesita un jefe, que hoy no tiene. De Gaulle trabó una relación casi mística con nuestra nación, Francia. Esa unión es una relación de fortaleza, que necesitamos más que nunca». Bertrand defiende políticas «más enérgicas».
Valérie Pécresse, candidata a la candidatura conservadora a la jefatura del Estado, igualmente, también recurre al general para defender su proyecto político personal y la identidad del conservadurismo francés: «La gran fuerza espiritual de la derecha nacional es haber preferido a Charles de Gaulle a Charles Maurras…». Tras ese lejano paralelismo, una lección»política muy actual. Pécresse defiende el conservadurismo nacionalista gaullista contra el conservadurismo muy ultra de Maurras, patriarca de una cierta extrema derecha de los años 30 del siglo pasado. Se trata de un matiz esencial para poder entender los enfrentamientos conservadores más actuales e inflamables.
Lanzando su campaña presidencial, Marine Le Pen también comenzó elogiando al general como patriarca fundador y ejemplar, con esta declaración de principios: «Es más urgente que nunca inspirarse en la herencia de Charles de Gaulle para sacar a Francia de las crisis donde está atrapada».
Novedad excepcional. Históricamente, amigos íntimos de Jean-Marie Le Pen, intentaron asesinar a de Gaulle, que respondió con energía policial muy dura. Cincuenta y nueve años después del atentado del Petit-Clamart, cuando unos amigos de Le Pen (padre) intentaron asesinar a de Gaulle, Marine Le Pen elige Bayeux (Normandía) para afirmar su «ambición nacional». En la mitología nacional, Bayeux es la ciudad donde Charles de Gaulle pronunció, en 1946, el discurso fundador de todas las instituciones de la V República. Setenta y cinco años más tarde, Marine Le Pen viaja a ese lugar mítico de la ‘momia’ gaullista para presentarse como heredera imaginaria.
Éric Zemmour, candidato ultra conservador a la presidencia, se presenta como el «único» heredero «auténtico» del general. Sin partido, «solo contra todos», defendiendo la identidad nacional, contra el multiculturalismo y contra una Europa «apátrida». Zemmour hace campaña contra la UE defendiendo una «Europa de los pueblos y las naciones, con identidad propia», presentada como un «modelo» concebido por de Gaulle.
Históricamente, las relaciones entre Charles de Gaulle con las izquierdas (socialistas y comunistas) fueron mucho peor que conflictivas. Cincuenta años después de la muerte del general, el PS se cotiza a un 4-5% de intenciones de voto; y el PCF a un 2%. Sin embargo, Anne Hidalgo, candidata del PS a la elección presidencial, no duda en realizar un peregrinaje a Colombey-les-Deux-Eglises, donde está enterrado de Gaulle, para rendirle callado homenaje. Fabien Roussel, candidato comunista a la presidencia, no duda en repetir: «De Gaulle y los comunistas fueron compañeros para liberar Francia de la ocupación nazi».