Democracia y Política

TODOS RESILIENTES: Malala Yousafzai, Nelson Mandela, Albert Einstein

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En esta segunda entrega trataré de reseñar algunas experiencias de personajes RESILIENTES para  facilitar la comprensión del término.

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Iniciemos estas líneas con la más joven. Siendo una adolescente de 16 años, la paquistaní Malala  Yousafzai  tuvo el carácter y la valentía de enfrentarse no sólo a sus mayores, sino a toda una tradición y una cultura totalmente arraigadas en su propio pueblo, para defender su  derecho y el de todas las niñas a estudiar. 

 En pleno siglo XXI  supimos de su valor y dedicación para alcanzar, en su particular mundo, un logro normalmente consolidado en otros ámbitos del globo terrestre. 

 Habiendo sufrido no sólo  discriminación y  vejaciones, sino incluso un atentado     terrorista que afectó su integridad física, Malala logró sobrevivir y hasta recibir un muy merecido reconocimiento  por su valentía, su esfuerzo y su constancia al luchar por sus derechos y los de todas las niñas de su entorno. 

 En Malala tenemos un excelente ejemplo de constancia, valentía y claridad de objetivos, que la llevó al éxito, aunque para ello se vio sometida a una realidad avasallante. Sin embargo, Malala, siendo apenas una adolescente, supo y pudo enfrentarla exitosamente. 

 Sin lugar a dudas, su aún corta vida es un ejemplo explícito de RESILIENCIA.

 Ello le valió ganar el Premio Nobel de la Paz en 2014.

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Otro personaje que merece mencionarse es Nelson Mandela, un verdadero ejemplo de resiliencia  ante unas circunstancias poderosamente negativas para él,  pero que sin embargo fue  capaz de soportar años de prisión e injusticia, siempre con una meta clara, consolidar la igualdad y superar la abrumante discriminación hacia la población de raza negra en Sur África. 

 Mandela padeció un nefasto encarcelamiento que se alargó durante 27 años y a pesar de eso y las injusticias que se cometieron sistemáticamente contra  él, logró salir de su cautiverio sin dar muestras de rencor o venganza  y llegar a ser, no solo el presidente de su país,  Sur África, sino un verdadero baluarte de la libertad y los derechos humanos en el mundo. 

 Eso le valió ganar el Premio Nobel de la Paz en 1993.

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Albert Einstein es mi tercer ejemplo de una persona resiliente. El gran científico alemán es uno de los más sorprendentes ejemplos de resiliencia. Conocido y admirado por muchos que como yo encuentran en su vida, sus anécdotas y sus posiciones ante aspectos tan apasionantes como la religión o el amor, respuestas sólidas y convincentes a través de sus logros y en general de su vida. 

 Algunas reseñas históricas de su biografía reflejan que Albert Einstein no aprendió a hablar hasta que tenía casi 4 años y a la edad de 15 años algunos de sus profesores decían que “no llegaría a nada en la vida”. 

 Se ha escrito que hasta algunos de sus maestros llegaron a pensar que podría haber algo de «retraso» en su desarrollo mental.

 Sin embargo él fue un estudiante y trabajador sistemático, que no dejó de creer en sí mismo y en lo que podría lograr en el complicado mundo de la ciencia;  sus planteamientos en el ámbito de la física, cambiaron, no sólo el enfoque esencial de dicha disciplina científica como tal, sino que el impacto de sus propuestas ha dado pie a algunos de los más importantes descubrimientos en el ámbito  de la física,  e incluso en otras disciplinas científicas.

 Su vida no fue fácil, se vio obligado a sortear situaciones muy complicadas, tanto en el ámbito laboral y científico, como en su esfera personal y emocional.

 Sin embargo y a pesar de muchos contratiempos, e incluso de las muchas descalificaciones que sufrió, tanto en su esfera socio emocional , como en su rol científico, siempre se mantuvo firme en sus creencias, en sus investigaciones y en especial en su concepción del amor.

 Einstein en una hermosa carta que le legó a su hija Lieserl Einstein, le escribió: 

 «Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo e incluso aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR.

 Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.

 El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.»

 Albert Einstein obtuvo  el Premio Nobel en Física en  el año 1921.

 Evidentemente mis ejemplos sobre Resiliencia son estos tres famosos galardonados con el máximo premio posible en nuestro particular y especial planeta. Son figuras sobresalientes que al revisar sus vidas inspiran a los demás a luchar por conseguir sus metas, por muy difíciles que parezcan.

  Pero hay tantos ejemplos de Resiliencia en nuestro entorno que ni siquiera advertimos, como el Sr. chofer de taxi , mi vecino del cuarto piso, que nunca se cansa de contarle a sus pasajeros y a nosotros sus vecinos,  el orgullo que siente por haber logrado que sus cuatro hijos se graduaran en la UCV, en distintas carreras y que ahora está viendo como sus nietos se están graduando también en otras carreras y otras universidades.

 O el caso de la peluquera, que con tanta emoción cuenta su vida, cuando llegó a Venezuela, como dice ella desde el «vecino país» y comenzó lavando cabellos en una peluquería y ahora después de 30 años ella es la dueña de una peluquería; ha tenido y criado a sus hijos venezolanos en Caracas y no puede ni siquiera imaginar vivir en otra parte, aunque «la cosa esté dura» como ella lo explica, porque ha tenido que luchar por sus hijos y por mantenerse bien en Caracas y lo piensa seguir haciendo.

 Estos dos últimos casos también refieren historias de resiliencia, de superación de grandes obstáculos, aunque no lleguen a conseguir un Premio Nobel por ello, pero ellos han obtenido éxito, orgullo y honor con sus vidas también resilientes. 

 La capacidad de hacer uso de la Resiliencia es una condición de la naturaleza humana. Tiene que ver con darnos cuenta de nuestras potencialidades y nuestras flaquezas para poder hacer el mejor uso de ambos extremos y así centrarnos en lo que realmente podemos o no podemos ser, con una conciencia clara de nuestras verdaderas limitaciones y de nuestras reales fortalezas, asumiendo ambos extremos como nuestros mejores compañeros del viaje fascinante que es vivir.

 Han habido y hay,  sin lugar a dudas, venezolanos resilientes que resultan ejemplos cercanos de esa forma de vivir, pero quiero incluir en esta nota el recuerdo  de alguien, que aunque no lo conocí personalmente, ejerció una gran influencia en mi vida.  Se trata del periodista del ámbito científico,  llamado Arístides Bastidas. El era una persona con grandes limitaciones físicas, pero con un capital intelectual inmenso y su dedicación a la divulgación científica, hasta hoy en día al recordar sus artículos, me entusiasma y me conmueve. El es un excelente ejemplo de la maravillosa resiliencia.

 Ya para terminar, hay una famosa frase de John Lennon  que siempre me ha gustado: «La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes». 

 Honestamente creo que esta es una frase muy sabia y que en el fondo recoge lo que es más práctico de la resiliencia, que no es otra cosa que estar dispuestos  siempre a afrontar lo que la vida nos ofrece, lo cual muchas veces, si no la mayoría de ellas, no tiene mucho que ver con los planes que veníamos montando en nuestros planos conscientes e inconscientes del vivir. 

 La  Resiliencia   implica entonces, de alguna manera, ese estar, de forma constante y consistente, dispuestos a vivir plenamente nuestras vidas, en función de nuestros valores y amores y de la clara conciencia de nuestras debilidades y fortalezas. 

 

Tahirí Ramos Lovera. 

 

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