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Trabajos especiales La verdadera historia de un asesino llamado «Che» Guevara

Alberto Muller Quintana:

Ernesto Guevara de la Serna, fue un sociópata argentino, nacido en Rosario y mas conocido como el “Che” o “el Chancho”, que en el argot latinoamericano significa cerdo, mote que le impusieron sus jóvenes amigos por su poca afición a la higiene personal.

Proveniente de una familia pudiente de la clase media alta, comenzó sus estudios de Medicina, los que nunca concluyo, para dedicarse según el, “a correr mundo”.

En Perú conoce a la troskista Hilda Gadea, mujer poco agraciada y mucho mayor que el, quien lo inicia en esa variante radical de la doctrina marxista y con quien procrea una hija.

Su afán aventurero lo lleva a Guatemala, donde se identifica con el gobierno pro’marxista de Jacobo Arbenz, de donde sale huyendo luego de la caída de este, producto de una rebelión nacionalista encabezada por el coronel Carlos Castillo Armas.

Ernesto Guevara de la Serna predicó y practicó el odio como factor de lucha. Racista cabal, escribió “Los negros, los mismos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño”. Sobre los indios anotará “en este tipo de trenes hay una tercera clase destinada a los indios de la región… es mucho más agradable el olor a excremento de vaca que el de su similar humano… la grey hedionda y piojosa… nos lanzaba un tufo potente pero calentito”.

A los aborígenes mexicanos los definió como “la indiada analfabeta de México”. Sobre el campesinado boliviano subrayó “son como animalitos”.

Ni su mujer, Hilda Gadea, se salvó de sus humillaciones “Hilda Gadea me declaró su amor en forma epistolar y en forma práctica. Yo estaba con bastante asma, si no tal vez la hubiese cogido…lástima que sea tan fea”.

Llega asilado a México, donde conoce a Fidel Castro y se une al Movimiento 26 de Julio, con el que comienza a entrenar para un desembarco en Cuba. Su introvertida personalidad y sus prejuicios racistas contra los indios y negros, no son bien mirados por los futuros expedicionarios, en su inmensa mayoría compuesto por cubanos idealistas que soñaban con derrocar la dictadura impuesta por Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952.

El 2 de diciembre de 1956, el grupo expedicionario desembarca en playa Las Coloradas, al sur de la provincia de Oriente, cerca de los enclaves montañosos de la Sierra Maestra. El desembarco fue todo un desastre, pero Castro y un pequeño grupo logran sobrevivir e internarse en los montes de espesa vegetación, donde mas tarde se reagrupan.

Ya en la Sierra Maestra, el “Che”, comienza a destacarse por su total sumisión a Fidel Castro y por sufrir constantes ataques de asma. Por su proximidad a Castro es ascendido comandante, antes que otros rebeldes con mas méritos que él.

Constante intrigante junto a Raúl Castro, en contra de revolucionarios de claras y definidas tendencias democráticas, como Frank País, Rene Ramos Latour, Jorge Sotu, Huber Matos, Higinio (Nino) Diaz y muchos mas, Guevara se va ganando poco a poco la total confianza de Castro, quien mas tarde lo utilizaría para sus solapados planes hegemónicos.

Luego de la muerte de Frank País, producto de la infame delación de Vilma Espín Guillois (cumpliendo secretamente ordenes de Castro) la sección civilista y democrática del Movimiento 26 de Julio queda definitivamente acéfala. Los revolucionarios santiagueros, que tan valientemente habían combatido el 30 de noviembre de 1957, tienen que huir de la ciudad, abandonar la lucha clandestina e integrarse a las guerrillas de la Sierra Maestra controladas por Castro.

No obstante, ya en la Sierra, surgen algunos enfrentamientos ideológicos, siendo el mas destacado la polémica entre Guevara y Rene Ramos Latour, el Comandante “Daniel”, segundo hombre de Frank País.

He aquí algunos fragmentos de esta polémica escrita:

En una carta del 14 de diciembre de 1957, Guevara escribía a Daniel: ”Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el afán de la burguesía de liberarse de las cadenas del imperialismo”.

Daniel responde a Guevara el 18 de diciembre de 1957: ”Los que tienen tu preparación ideológica piensan que la solución a nuestros males está en liberarnos del nocivo dominio yanqui por medio del no menos nocivo dominio soviético”.

En aquella misma carta, Ramos Latour agregaba que la ideología del Movimiento 26 de Julio se inspiraba en el pensamiento político de José Martí, que consistía en hacer de Cuba un país democrático y próspero, con justicia social, y que los pactos con otras fuerzas opositoras eran necesarios y saludables para el bien del país, a los que se oponían Castro y Guevara.

Lamentablemente, un tiempo después, René Ramos Latour, caería combatiendo heroicamente contra el ejército de Batista.

Meses más tarde, Castro designa a Guevara y Camilo Cienfuegos, para comandar la invasión hacia las provincias occidentales. Luego de librar pequeñas escaramuzas, Guevara negocia con jefes militares corruptos de Batista, su paso por la provincia de Camagüey, entregándoles a estos, fuertes sumas de dinero en efectivo, siendo el caso más destacado el del coronel Dueñas, quien le cedió el paso a los rebeldes por el sur de Ciego de Ávila.

Por el contrario las fuerzas de Camilo, tuvieron que enfrentarse contra militares honorables, que aunque defendiendo un mal gobierno, no se dejaron comprar.

Al llegar a la provincia de Las Villas, Guevara confronta nuevos problemas, ya que los grupos rebeldes que combatían en esa zona se niegan a ponerse bajo su mando.

Finalmente y sin más alternativas al respecto, se ve prácticamente obligado a firmar el Pacto de El Pedrero junto a los líderes del “Directorio Revolucionario 13 de Marzo” y así aunar esfuerzos para atacar la ciudad de Santa Clara, con fuerzas combinadas de ambas agrupaciones. Otros grupos de insurgentes no pactan con Guevara y continúan la lucha de manera independiente, como el “Segundo Frente Nacional de El Escambray”, quien no reconoce el mando impuesto de Guevara.

Al caer el “famoso” tren blindado en manos de los rebeldes, ahí comienza el fabricado mito de “el guerrillero heroico” otorgándole a Guevara una inmerecida fama, cuando en realidad el peso del combate lo llevaron los hombres del Directorio Revolucionario.

Al triunfo de la Revolución, Guevara es designado jefe militar de la Fortaleza de La Cabaña, donde se destaca por su sangre fría e inmensa crueldad contra los políticos, policías y soldados del régimen vencido. Asesina personalmente en su oficina, al teniente Castaño, jefe del BRAC (Buro Represivo de Actividades Comunistas). La misma cruel actitud, que más tarde emplearía contra sus antiguos compañeros de lucha, quienes no se someterían al giro comunista del proceso revolucionario. Sus cientos de atrocidades en aquella etapa están más que documentadas.

Posteriormente, y en pago a sus servicios criminales, Castro lo designa, nada menos como presidente del Banco Nacional de Cuba, donde irrespetuosamente firmaba con su vulgar seudónimo. Pocos años después, fue trasladado para dirigir, el Ministerio de Industrias.

Ernesto Guevara junto a los Castro, fueron los artífices de la traición a los postulados originales de la Revolución Cubana y de la entrega de nuestra soberanía nacional en manos de la Unión Soviética. Los verdaderos contrarrevolucionarios de aquel histórico proceso.

Años más tarde, cumpliendo órdenes de Castro en su afán expansionista, trata de apuntalar un régimen de tendencia comunista en el Congo, pero malogrado su intento y a punto de caer prisionero, logra escapar y regresa derrotado a Cuba, donde es recibido de manera clandestina y con suma frialdad por parte del gobierno comunista, motivo de su fracaso en tierras africanas.

Finalmente y para salvar el mito de “el guerrillero heroico”, la dictadura castrista lo pone al frente de una nueva campaña expansionista, pero esta vez en tierras latinoamericanas. Se monta un entramado publicitario al mejor estilo hollywoodense, con “carta de despedida” y todo (que más tarde se descubriría que fue escrita por el propio Castro para ensalzar su ego) y lo envían al frente de un grupo de “problemáticos” oficiales castristas, a su postrera campaña en Bolivia.

En aquel país todo le fue mal desde el principio, los comunistas bolivianos le viraron la espalda, sus tácticas guerrilleras fueron un total desastre, sus antiguos métodos de sobornar militares no le funcionaron, el campesinado lo ignoró, Castro lo abandonó, Regis Debray lo delató y ya sin logística, con su grupo diezmado, cae herido gritando acobardado ¡¡no me maten, no me maten, soy el “Che” Guevara y valgo más vivo que muerto!!

Finalmente, hecho prisionero fue trasladado a La Higuera, donde se le trató con respeto en todo momento como prisionero de guerra, en claro contraste con su conducta en Cuba, donde antes de asesinar fríamente a sus adversarios, los vejaba e insultaba.

Horas más tarde el alto mando boliviano decidía sumariamente ejecutarle.

¡¡Y cosas de la vida!! El oficial de más alto rango que se encontraba ese día en La Higuera, era un cubano exilado, el mayor Félix Ismael Rodríguez Mendegutía, (primero de la izquierda) quien recibió directamente la orden del presidente de Bolivia, Gral. René Barrientos, de que el mercenario argentino fuera inmediatamente ajusticiado.

Dicen que cuando el mayor Rodríguez le comunicó a Guevara la decisión gubernamental, éste se puso pálido. Minutos más tarde, entró el sargento Terán y se oyeron varias descargas.

El que a hierro mató a hierro moría. El mayor Félix Rodríguez, quizá sin proponérselo, era la representación de nuestro pueblo cubano haciendo ejemplar justicia con un asesino.

Fue un 9 de octubre de 1967, en que el mundo comenzó a respirar mucho mejor.-

 

*Foto: El mercenario “Che” Guevara minutos antes de su ajusticiamiento en Bolivia/Gabriel Astengo.

 

 

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