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¿“Triangulación fantasma” en la negociación con la OEA?

 

A contrapelo del escepticismo que ha generado la negativa del régimen de Daniel Ortega a aceptar la recién formada comisión diplomática de alto nivel en la Organización de Estados Americanos (OEA), que debe procurar una solución política en un plazo de 75 días, el politólogo Manuel Orozco visualiza cambios importantes en el entorno internacional y nacional, que podrían romper el impase de la crisis política de la dictadura.

“Al mantener Ortega una relación política y diplomática con el secretario general de la OEA, en torno a la reforma electoral, esta es una oportunidad para la oposición nicaragüense”, dice Orozco, y advierte que incluso podría generarse una “triangulación fantasma” entre la OEA, el Gobierno y la oposición, aunque Ortega nunca admita que está negociando con la Alianza.

“Se está produciendo una mayor sincronización, tanto de la oposición nacional como la internacional, en relación con un cambio importante en Nicaragua, que son las reformas políticas hacia un proceso electoral democrático”, dice Orozco, investigador de Diálogo Interamericano en Washington, en esta entrevista con Esta Semana.

¿Qué significa esta gestión diplomática de buenos oficios y qué se puede esperar frente al régimen de Ortega que ya ha adelantado un rechazo a esta comisión?

Tiene varios significados, uno de ellos es que a Nicaragua se le está presentando de nuevo una oportunidad para reconsiderar los planteamientos relacionados a resolver el conflicto político por la vía negociada; y también es un espaldarazo muy fuerte a favor del movimiento político nicaragüense, que ha estado abogando por transformaciones políticas en el país mediante la mediación y el diálogo, que sean consistentes con la Carta Democrática. Entonces aquí se están realineando dos cosas muy importantes, que es la demanda de la oposición nicaragüense, por un lado, y por otro lado la oportunidad, al Gobierno de Nicaragua, de volver a reconsiderar sus postulados acerca de las reformas políticas.

Cuando se pone un plazo como este, de 75 días, ¿se puede describir esto como una especie de ultimátum diplomático?

Totalmente. Setenta y cinco días son dos meses y un poquito más. Y en dos meses realmente es muy poco (para) que se puedan lograr cambios muy profundos. Sin embargo, es el espacio suficiente que le está dando el sistema interamericano a Nicaragua para resolver un tema puntual, que es la mediación, el diálogo, dentro del contexto de acuerdos que se han hecho y dentro del contexto de lo que la Carta Democrática dice, que es la alteración del orden constitucional en Nicaragua, entonces Ortega tiene que responder de alguna manera, de forma positiva. Hay oportunidades para el Gobierno de Nicaragua: Soy optimista, y creo que es algo que deberían de acoger.

Una “triangulación fantasma”

¿Qué capacidad de persuasión puede tener esta comisión frente a un Gobierno que ya dijo que no ha pedido esa comisión, y que no la acepta, pero que quiere dialogar con el secretario general de la OEA, y por el otro lado, mantiene la expulsión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos?

Son posturas políticas que intentan renegociar el posicionamiento del Gobierno de Daniel Ortega en relación con su continuidad en el poder político. Él está tratando de negociar su posición de lograr una transición política sin que él salga perdiendo. Al tratar de interponerse uno a uno, con el secretario general, él está ya manteniendo una relación técnica y diplomática, en torno con las reformas políticas que se necesitan tener en el país, específicamente la reforma electoral. Entonces esa es una oportunidad también para la oposición nicaragüense de aprovechar el momento de que sus propuestas de reforma electoral se tomen en serio en esa relación bilateral entre el secretario (de la OEA) y el presidente de Nicaragua.

Ahora, ahí hay costos políticos muy importantes que Ortega tiene que tomar en cuenta, y es que todo lo que él quiere que se haga, que es una propuesta cosmética de reforma electoral, no se puede lograr. Entonces, él se está autosaboteando si cree que no va a ofrecer algún espacio de trabajo con el sistema interamericano.

¿Lo que estás diciendo es que podría darse una suerte de triangulación en esta negociación a través de la OEA, si la OEA representa la agenda de la Alianza Cívica, del movimiento Azul y Blanco en esta negociación con Ortega, depende lo que la OEA esté dispuesta a aceptar?

Correcto, una triangulación fantasma, en el sentido de que a Daniel Ortega lo que le importa es su imagen ante la base popular, que es un porcentaje del país, y él prometió no diálogo, prometió que iba a hacer sus propios cambios. Entonces, él va hablar directamente con Almagro, sin embargo, dentro de ese entorno hay una comisión (de la OEA) que va a indagar y va a confirmar lo que está pasando en Nicaragua, y va a poner presión para que el país haga sus reformas.

Entonces Ortega puede decir que él no está haciéndole caso a la Alianza Cívica, sin embargo, al mismo tiempo va a tener que considerar las propuestas que la OEA le plantee, ya sea dentro de la comisión o con el secretario general, que incluyen las reformas que propone la Alianza Cívica, entonces hay una triangulación, guste o no, el proceso político nicaragüense ya está en esa ruta.

La comisión de los cinco de la OEA

Esta semana, la Alianza presentó su propuesta de reforma electoral, pero en Nicaragua hoy se vive bajo un estado de sitio de facto. Ortega se había comprometido con la Alianza Cívica a restituir las libertades democráticas, y ese es un acuerdo que no se ha cumplido.

Si la comisión de los cinco, que ha creado la OEA no va a negociar las reformas electorales con Ortega, ¿puede ser un factor de presión en torno a estas condiciones de restitución de las libertades democráticas?

La comisión, que fue creada por el Consejo Permanente de la OEA, lo que va a hacer es un rol de garante y de observador del cumplimiento de Daniel Ortega sobre ciertos acuerdos, sobre ciertos arreglos, tanto nacionales como internacionales, y tiene que constatar si Ortega realmente está violando estos acuerdos, entre ellos la Carta Democrática. Pero no es lo único, es decir, el acuerdo de negociación que no cumplió también está todavía en vigencia, entonces la comisión lo que está haciendo en este momento es tratar de constatar si Daniel Ortega cumple o no cumple.

Uno de los temas de la agenda es la restitución de los derechos constitucionales o el fin del estado policíaco; el otro es la reforma electoral; y el otro, de alguna manera, es una promesa de adelanto electoral, que es diferente a la reforma misma; y después están otros aspectos importantes que están dentro de la agenda nacional, como es el tema de la justicia y los derechos humanos. Ahora, ¿qué alcance puede tener la comisión? Su alcance va a ser constatar que esos elementos que se han estado planteando son válidos y legítimos, y hay que cumplirlos. Entonces, Nicaragua de nuevo está en la mira del mundo entero en este momento.

Entre los integrantes de esta comisión están dos países que tienen una influencia determinante en el continente, Estados Unidos y Canadá, que además han coincidido en aplicar sanciones severas contra nueve individuos que forman parte del alto comando de Daniel Ortega, encabezados por su propia vicepresidenta y esposa, Rosario Murillo, ¿Cómo ves la influencia que pueden tener estos dos países en esta comisión?

Desde un punto de vista técnico, la influencia de estos dos países es consistente con la de los otros tres miembros, ellos se están sometiendo estrictamente a los términos de referencia de la Carta Democrática, en qué ha consistido la alteración al orden democrático. Y ellos tienen un contenido temático de lo que Nicaragua ha incumplido en relación con el orden constitucional, que no solamente tiene que ver con las violaciones a los derechos humanos, sino también con la falta de institucionalidad democrática en el país. Ahora, lo que puede ocurrir es que Estados Unidos y Canadá, de alguna manera, van a evitar introducir sanciones que tenían en la lista para septiembre, y esperar estos setenta y cinco días como un gesto de buena voluntad. Recae sobre Nicaragua, nuevamente, demostrar su buena voluntad empezando por la restauración de los derechos constitucionales, entonces, estos 75días realmente son críticos para Nicaragua.

El peso de la lucha cívica

¿Cómo evalúas la dinámica de la lucha cívica en Nicaragua y la demanda de conformar una coalición nacional democrática? Hubo un momento el año pasado con máxima presión nacional y una ausencia total de la presión diplomática. Ahora pareciera que la presión diplomática tiende a convertirse en algo muy fuerte, pero el país está bajo un estado de sitio de facto.

Yo creo que se está produciendo una mayor sincronización, tanto de la oposición nacional como la internacional, en relación con un cambio importante en Nicaragua, que son las reformas políticas hacia un proceso electoral democrático. Por un lado, la oposición nicaragüense sea dentro de la Unidad Nacional, dentro de la Alianza Cívica, se están reorganizando, se están reequilibrando, de una manera que ellos aumenten su balance de poder frente al régimen de Ortega, y al mismo tiempo lo están haciendo prácticamente en coincidencia con la presión internacional. Y la presión internacional es consciente que la oposición nicaragüense es legítima, tiene un poder de convocatoria, aun en un contexto de alta represión, los encarcelamientos que siguen ocurriendo en el país, por ejemplo, no han detenido a esta oposición a que se siga manifestando, entonces eso lo que da, más bien, es una motivación a la comunidad internacional de que realmente ellos tienen que seguir impulsando este proceso de cambio.

El espejo de Venezuela

En la crisis de Venezuela ha habido pláticas secretas entre altos funcionarios de Estados Unidos y altos funcionarios de Maduro; y se estaban desarrollando unas pláticas a través de la mediación de Noruega, que Maduro también suspendió. ¿Cómo impacta esto en la dinámica de Ortega?

Yo creo que Daniel Ortega sí tiene una pantalla en donde él está viendo lo que está pasando en Venezuela, y ese ha sido su benchmark para determinar si él está muy lejos o muy cerca de la situación en donde está Venezuela.

La situación venezolana se está complicando más para Maduro, es un régimen mucho menos sostenible que el de Ortega en ciertas cosas, y sin embargo los dos están tratando de lograr el mismo objetivo, terminar el periodo constitucional que tienen. Si esto va a ocurrir o no, depende de los tiempos políticos en que están pasando estos dos países, pero la comunidad internacional ya perdió la paciencia con Venezuela, y creo que esa es la señal más importante que tiene que tener Daniel Ortega, porque, en lo que respecta a Estados Unidos en particular, ya las opciones de la relación entre Estados Unidos y Venezuela se han limitado a muy pocas cosas. La relación económica está prácticamente no existente; y a nivel diplomático, estas conversaciones son el último oxígeno que se le está dando a Maduro; e internamente ya hasta el Ejército está indeciso de si quiere apoyar o no.

En el caso nicaragüense, Ortega sabe muy bien que el apoyo que le dieron a él, por parte del Ejército a nivel público, tiene sus limitaciones también, y entonces se le están agotando sus capitales políticos, y más bien va a depender de Estados Unidos, qué es lo que puede hacer en su relación con Estados Unidos para resolver este problema de la reforma política.

 

 

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