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Trump, más cerca de atacar a Irán: amenaza con matar al ayatolá Jamenei y exige una «rendición incondicional»

«Sabemos exactamente dónde se esconde el Líder Supremo. No vamos a eliminarlo... por ahora», escribe el presidente de EE.UU. en su red social

                             Hegseth, jefe del Pentágono, comparte confidencias con Trump REUTERS

 

Los tambores de guerra empezaron a escucharse con fuerza este martes en EE.UU., ante un Donald Trump que elevó el tono bélico frente a Irán tras abandonar de manera imprevista la reunión del G7 en Canadá para ocuparse de la crisis de Oriente Próximo desde la Casa Blanca.

El presidente de EE.UU. ha combinado en los últimos días los llamamientos a la diplomacia y su optimismo por la posibilidad de que el Gobierno de Teherán acepte un acuerdo aceptable para EE.UU. sobre su programa nuclear con un creciente tono bélico que invita a pensar que la primera potencia mundial podría involucrarse de forma directa en la guerra entre Israel e Irán.

Por un lado, Trump amenazó de forma directa al líder de la República Islámica, el ayatolá Ali Jamenei, en un mensaje en su red social: «Sabemos exactamente donde se esconde el llamado ‘Líder Supremo’», aseguró sobre Jamenei. «Es un objetivo fácil, pero está seguro ahí. No vamos a eliminarle (¡matarle!), al menos no por ahora».

«Pero no queremos misiles lanzados contra civiles o soldados estadounidenses», advirtió el presidente de EE.UU., en medio de ataques iraníes de respuesta a los de Israel, que han dejado víctimas civiles en el gran socio estadounidense en Oriente Próximo. «Nuestra paciencia se está agotando», advirtió.

Poco después, compartió otro mensaje en el que resumía la posición que exige por parte del Gobierno de Irán: «¡Rendición incondicional!», exigió. Lo hacía en un momento en el que el ejército de EE.UU. reforzaba sus posiciones en la región y poco después de que el multimillonario neoyorquino afirmara la superioridad aérea de EE.UU.: «Ahora tenemos el control completo y total de los cielos sobre Irán. Irán tenía buenos equipos defensivos y de seguimiento, y muchos, pero no se comparan con las ‘cosas’ hechas, concebidas y producidas en EE.UU.».

Cambio de tono

Las palabras profundizaban el cambio de tono que mostró Trump en la víspera, desde que anunció su decisión de abandonar el G7 de forma intempestiva. Pidió «a todo el mundo» que saliera de Teherán y, desde el avión presidencial, aseguró que ni siquiera estaba buscando ya un «alto el fuego» sino un «final real», algo «permanente», que Irán «desista por completo» de cualquier programa nuclear con ambición de conseguir armas nucleares.

En ese mismo vuelo en el Air Force One, el presidente ya evidenció su cambio de tono: «No estoy con mucho humor para negociar con Irán», aseguró. Un giro completo respecto a lo que había defendido hasta muy poco antes: «Irán e Israel deberían llegar a un acuerdo y llegarán a un acuerdo», aseguró, también en su red social, el domingo, antes de llegar a Canadá para la reunión del G7. «¡Tendremos paz muy pronto entre Israel e Irán! Se están produciendo muchas llamadas y reuniones».

Pero la posibilidad de que EE.UU. ataque o participe en un ataque israelí para destruir la posibilidad de que Irán desarrolle un arma nuclear crecía en la tarde del martes. Al cierre de esta edición, Trump estaba reunido en la Situation Room -la sala de seguridad de la Casa Blanca desde la que se hace el seguimiento a ataques u operaciones internacionales- con su equipo de seguridad nacional e inteligencia.

Entre las opciones en la mesa del presidente, utilizar las capacidades militares de EE.UU. -que Israel no tiene- para bombardear instalaciones nucleares subterráneas, a gran profundidad, para lo que se necesita el uso de los bombarderos indetectables B-2 y una bomba anti-búnker de 15.000 kilos.

Varias fuentes gubernamentales aseguraron a medios locales como la cadena CNN y Axios que Trump se alejaba cada vez más de la posibilidad de una resolución diplomática -como había defendido hasta entonces, incluido con la firma en la víspera de una declaración conjunta al respecto junto al resto de miembros del G7- y se acercaba a una decisión militar.

Quizá las palabras de Trump eran solo una forma de apretar diplomáticamente al régimen de Teherán para que aceptara concesiones enormes sobre su programa nuclear, el objetivo inicial de las negociaciones iniciadas por el presidente de EE.UU. hace dos meses. Pero la realidad es que en su Gobierno nadie quería descartar este martes la posibilidad de la implicación militar. Incluido su vicepresidente, JD Vance, que ha mantenido de forma tradicional una postura muy contraria al intervencionismo de EE.UU. en guerras por todo el mundo y que el martes trataba de hacer equilibrios para justificar una potencial entrada de su ejército en el mayor foco de inestabilidad global.

En un largo mensaje en la red social X, Vance defendió que Trump siempre ha establecido que Irán no puede acceder de ninguna manera a las armas nucleares y que, hasta ahora, el presidente ha mostrado un «notable control en mantener como prioridad del ejército la protección de nuestras tropas y de nuestros ciudadanos».

Pero concedió: «Él podría decidir que necesita tomar acciones más allá para evitar el enriquecimiento de uranio por parte de Irán», una puerta abierta en su razonamiento a la intervención militar. Vance reconoció que eso podría «preocupar« a la gente sobre otro embrollo internacional para EE.UU. después de «25 años de política internacional idiótica».

Solo esa puerta abierta ya ha provocado grietas en el trumpismo, donde muchos ven la intervención militar en el extranjero como algo contrario a la idea de ‘EE.UU. primero’ de Trump. Aliados centrales del presidente, como Steve Bannon -ideólogo en su ascenso al poder- o Tucker Carlson -la gran voz del ‘EE.UU. primero’ en los medios- han criticado que Trump se plantee implicar al país en una nueva guerra. Como respuesta Trump acusó a Carlson de «chiflado» e insistió: «Irán nunca puede tener armas nucleares».

 

 

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