Trump se convierte en el primer presidente de EE.UU. reprobado dos veces en el «impeachment»
Diez republicanos se han sumado a los demócratas, en un voto de 232 a favor, 197 en contra y cuatro abstenciones
Por primera vez en la historia, un presidente ha sido recusado por segunda vez en el Congreso de Estados Unidos mediante el proceso del impeachment. En una decisión insólita, diez diputados republicanos han votado a favor de censurar a Donald Trump en la Cámara de Representantes, el paso previo a la destitución definitiva, que ahora recae sobre el Senado. El mandato de Trump se acaba el 20 de enero a mediodía.
La votación final de este «impeachment» en la Cámara de Representantes ha sido de 232 votos a favor, 197 en contra y cuatro abstenciones, con los diez republicanos unidos a los 222 demócratas. Ni un solo demócrata se ha unido a los republicanos que han votado a favor de exonerar al presidente. Así, queda en evidencia la división republicana en este proceso.
La resolución del impeachment afirma que «el presidente Trump puso en grave peligro la seguridad de Estados Unidos y sus instituciones. Amenazó la integridad del sistema democrático, interfirió en el traspaso de poderes y puso en peligro otra rama de gobierno. De ese modo, traicionó la confianza depositada en él como presidente, en perjuicio manifiesto del pueblo de EE.UU.» El único cargo contra el presidente es de «incitación a la insurrección».
Es crucial que haya dicho que se suma a los demócratas un grupo de republicanos rebeldes que se ha plantado ante Trump, comandados por Liz Cheney, hija del exvicepresidente Dick Cheney, quien dijo antes de votar para censurar a Trump que «el presidente de EE.UU. convocó a esta turba, reunió a la turba y encendió las llamas de este ataque. Todo lo que siguió fue obra suya. Nada de esto habría sucedido sin el presidente».
Cheney, que va ganando enteros para liderar el partido en el futuro, añadió: «Nunca ha habido una traición mayor por parte de un presidente de EE.UU. a su cargo y su juramento a la Constitución». Se le sumaron otros conservadores como John Katko de Nueva York y Adam Kinzinger de Illinois.
El líder de la minoría republicana en la Cámara, Kevin McCarthy, sorprendió a su grupo al admitir que Trump «es responsable» del ataque de la semana pasada al Capitolio, pero imploró a sus colegas que no lo recusen con solo una semana de mandato por delante. «Creo que recusar al presidente en tan poco tiempo sería un error», dijo al pleno.
«El presidente es responsable del ataque del miércoles al Congreso por parte de aquellos agresores», dijo McCarthy. «Debería haber repudiado inmediatamente a esa turba cuando vio lo que estaba pasando. Estos hechos requieren acciones inmediatas por parte del presidente Trump: aceptar su parte de responsabilidad, calmar el malestar que se está gestando y asegurarse de que el presidente electo Biden pueda comenzar con éxito su mandato».
No obstante, al presidente todavía lo defiende un último reducto de partidarios, como el diputado Jim Jordan, al que le ha concedido la principal condecoración al mérito civil, la medalla presidencial de la libertad. «En siete días habrá una transferencia pacífica de poder como ha ocurrido en cualquier otro momento en nuestro país, pero los demócratas van a reprobar nuevamente al presidente Trump. Esto no une al país. No hay forma de que esto ayude a la nación a lidiar con los trágicos y terribles eventos de la semana pasada, que todos condenamos», dijo Jordan.
Mientras la Cámara debatía el impeachment, el presidente, expulsado de sus redes sociales, ha emitido un comunicado por medio de la presidencia: «A la luz de los informes de que va a haber más manifestaciones, insto a que NO haya violencia, NO se vulnere de la ley y NO haya vandalismo de ningún tipo. Eso no es lo que yo represento, y no es lo que Estados Unidos representa. Hago un llamamiento a TODOS los estadounidenses para que ayuden a aliviar las tensiones y calmar los ánimos. Gracias».
Duras acusaciones de la presidenta de la Cámara
La presidenta de la Cámara de Representantes, la diputada demócrata de California Nancy Pelosi, ha intervenido en el pleno, diciendo que «esos insurrectos no eran patriotas». «Pero no aparecieron de la nada. Fueron enviados aquí, enviados aquí por el presidente con palabras como a pelear a muerte. Las palabras importan. La verdad importa. Rendir cuentas importa», continuó Pelosi, y agregó que «el presidente veía a los insurrectos no como enemigos de la libertad, lo que son, sino como el brazo ejecutor de un objetivo terrible, el objetivo de perpetuarse en el poder. El objetivo de anular la voluntad del pueblo. El objetivo de acabar, por medio de un enfrentamiento feroz y sangriento, casi dos siglos y medio de nuestra democracia».
A diferencia del «impeachment» del año pasado, abierto por las presiones de Trump a Ucrania para que el gobierno de ese país interfiriera para investigar unos polémicos negocios millonarios de la familia de Joe Biden, en esta ocasión la Casa Blanca no ha armado una defensa legal. Es más, la presidencia está en silencio, sin haber trabajado una ofensiva para proteger al presidente saliente.
Tampoco está muerta de entrada la destitución en el Senado. La razón es que en otra decisión insólita en un tiempo ya de por sí sorprendente, el equipo del poderoso líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, ha filtrado a varios medios norteamericanos que este no va a bloquear el juicio político, y que deberá leer los cargos con atención.
No parece perdonarle McConnell a Trump que les costara no sólo la Cámara y la presidencia, sino también el Senado en la segunda vuelta de las elecciones en Georgia mantenida el día antes del saqueo del Capitolio. Dicen algunos republicanos que Trump quería que los republicanos perdieran el Senado para decirles después que «conservar la presidencia es más importante que nunca», algo que de hecho dijo en redes sociales.
Eso sí, McConnell tampoco va a acelerar el proceso. Este miércoles, su gabinete ha dicho que el senador no va a iniciar el juicio político en los primos siete días, lo que implica que si Trump es inhabilitado será después de abandonar el cargo. En principio, nada impide que ese juicio político avance con el presidente ya fuera del cargo.
Este histórico repudio del presidente obedece entre otras cosas a que diera un mitin ante la Casa Blanca el seis de enero negándose a aceptar su derrota en las elecciones e invitando a sus seguidores a rodear el Congreso. Lo hicieron, y lo saquearon, algo que le costó la vida a cinco persona. Ahora el FBI ha identificado a más de 100 personas implicadas que organizaron un asalto que se investiga como una insurrección.
Pence se niega a inhabilitar a Trump
El martes de noche, la Cámara aprobó una resolución instando al vicepresidente, Mike Pence, a que declarara a Trump incapaz y asumiera la presidencia en funciones. Pence se opuso porque, dijo en un comunicado, no cree que deba emplear los mecanismos constitucionales de inhabilitación de un presidente «como un medio de castigo», ya que estos están reservados para casos de incapacidad médica o mental. Pence cree que hacerlo supondría además «dividir aún más e inflamar las pasiones del momento».
La masa enfurecida que asaltó el Capitolio lo hizo minutos después de que éste se negara a invalidar los resultados electorales en un pleno conjunto de las dos cámaras del poder legislativo. En un momento, los asaltantes gritaron: «Ahorcad a Pence». Antes el presidente había llamado a Pence «cobarde» en redes sociales.
Sólo si el Senado aprueba la destitución de Trump, puede abrirse la vía para que el presidente saliente no se vuelva a presentar a unas elecciones. Para ello, deben votar a favor de expulsarle dos tercios de los senadores. Tras las elecciones en Georgia, cada partido tiene 50 escaños en esa Cámara Alta.