Ucrania avanza para demostrar a sus aliados que las nuevas armas marcan la diferencia
El frente sureste se mueve y las fuerzas de Kiev liberan cinco localidades de manos rusas en las últimas 48 horas
Los frentes se mueven en la guerra de Ucrania y el avance de las fuerzas de Kiev en el sureste ha logrado liberar cinco pequeños pueblos de manos de Rusia. El empuje ucraniano comenzó tras el anuncio oficial del inicio de la contraofensiva por parte de Volodimir Zelenski y se centra en el límite entre las provincias de Donetsk y Zaporiyia. Los ucranianos tampoco olvidan Bajmut y, según el Ejército, allí también obtuvieron avances y el enemigo sufrió «pérdidas significativas». Esta ciudad de Donetsk ha quedado arrasada tras meses de sangrientos combates y los paramilitares de Wagner aseguraron haberla capturado hace unas semanas. Desde Moscú no confirman la pérdida de terreno e insisten en que sus fuerzas han logrado repeler las operaciones enemigas.
De momento se trata de pequeñas conquistas en zonas rurales, pero Ucrania recupera la iniciativa y dibuja el camino para obligar al enemigo a replegarse tanto al sur como al este del país de posiciones que parecían muy consolidadas. Uno de los puntos liberados es Blahodatne, que apenas contaba con mil habitantes antes de la guerra, y ha sido escenario de intensos combates por su valor estratégico en la carretera que va a Mariúpol. Algunos analistas apuntaron a que el objetivo podría ser avanzar hasta la localidad costera y repetir la estrategia de noviembre que acabó con la reconquista de Jersón. La viceministra de Defensa, Hanna Maliar, recurrió a Telegram para enviar un mensaje a Moscú y adelantar que «haremos lo mismo con cada asentamiento hasta que liberemos toda la tierra ucraniana».
En los medios locales insisten en que el Ejército cuenta con las nuevas armas enviadas por sus aliados, incluidos los primeros tanques Leopard 2, y quieren demostrar que este arsenal marca la diferencia sobre el terreno. «Sabemos que tenemos que ofrecer resultados, o lo que es lo mismo, cambios en la línea del frente. Los últimos cambios importantes se produjeron en noviembre y por eso que estamos presionados para cumplir las expectativas occidentales, especialmente después de una llegada tan importante de armas», opina Mykola Bielieskov, analista del centro de estudios estratégicos National Instite for Strategic Studies de Kiev.
El viceministro de Exteriores, Andri Melnik, aprovechó una entrevista con el diario alemán ‘Tagsspiegel’ para recordar que «nuestro ejército necesita de forma desesperada más carros de combate y blindados occidentales. Cada Leopard 2 vale literalmente su peso en oro para la ofensiva». Melnik, como el resto de dirigentes ucranianos, tampoco olvidó lo importante que sería para ellos contar con aviones de combate F16, algo a lo que hasta ahora no acceden sus socios.
Otra presa atacada
Los progresos en el campo militar se producen cuando se cumple una semana de la rotura de la presa de Kajovka, de la que rusos y ucranianos se culpan mutuamente. El agua baja poco a poco de nivel y cada vez queda más clara la dimensión del «mayor desastre natural desde Chernóbil», según las autoridades de Kiev. Si este desastre no fuera suficiente, Valeriy Shershen, portavoz del Ejército, acusó a Rusia de reventar otra presa en Novodarivka, provincia de Zaporiyia, «que ha provocado inundaciones en las dos orillas del río Mokri Yaly».
En esta primera semana desde la rotura de la presa, Zelenski señaló que «docenas de ciudades y pueblos siguen inundados, y la peor situación aún se encuentra en la parte temporalmente ocupada de la región de Jersón». A esa zona no tendrán acceso los representantes del Tribunal Penal Internacional (TPI), que han visitado estos días la otra orilla de la región de Jersón tras recibir la solicitud de la Fiscalía ucraniana. El presidente indicó que facilitan al TPI «pleno acceso a las zonas afectadas, a los testigos, a toda la información y a las pruebas porque esta investigación es muy importante para la seguridad de todo el mundo».
Agua para Zaporiyia
El ministro de Medio Ambiente, Ruslan Strilets, señaló que el pantano de Kajovka ya ha perdido tres cuartas parte de su volumen, pero informó de que la reserva de agua encargada de la refrigeración de la planta de Zaporiyia, la mayor de Europa, se mantiene «a niveles estables y suficientes» para cumplir con las necesidades de la planta.
Zaporiyia está ocupada por Rusia desde el inicio de la guerra y se encuentra en mitad de una zona de combate. Su seguridad es motivo de preocupación mundial y Rafael Grossi, director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), viajó de nuevo a Ucrania para ver a Zelenski y presentar un plan de ayuda tras la destrucción de la presa. La AIEA envió un mensaje de tranquilidad desde el primer momento y dijo que este desastre «no supone un riesgo inmediato a la seguridad nuclear». Grossi planea visitar el lugar para «aclarar» las «significativas discrepancias« entre las mediciones del depósito que suministra agua para enfriar las instalaciones.
En este conflicto no se paran de cruzar líneas rojas y el gran temor es que, como ha ocurrido con la presa de Kajovka, la planta de Zaporiyia se convierta también en arma de guerra.