Un Comité Federal ‘fake’
Sánchez ningunea a sus propias bases al plantear una consulta sin que ni un solo militante sepa mínimamente qué negocia con Puigdemont, ERC, Bildu o el PNV
Si algo ha conseguido Pedro Sánchez desde que es secretario general del PSOE es tener un partido domesticado y sometido a cualquiera de sus decisiones, sin que la discrepancia emerja. Cuando lo hace es con tal debilidad que resulta insuficiente para plantar cara a sus estrategias y sus propósitos. El Comité Federal celebrado este sábado lo ha puesto de manifiesto como nunca antes. Atrás quedan décadas de comités federales en los que realmente había discusión interna en el partido. Hoy son solo unas reuniones irrelevantes para ratificar, incluso a ciegas, como ocurre con la amnistía, el punto de vista de Sánchez, sin lugar a debates de fondo sobre la deriva de un partido que yace desde hace ya cinco años en manos del independentismo. Una de las claves de Sánchez es la de haber anulado cualquier criterio ajeno a él y lograr un PSOE sojuzgado y anestesiado. El presidente del Gobierno defendió sin tapujos una amnistía que representa una cancelación total para todos aquellos que delinquieron con el ‘procés’ y una deslegitimación de nuestros tribunales y de la acción del Estado para reprimirlo. Sin embargo, solo lo hizo verbalmente, porque en la pregunta que someterá desde mañana al criterio de las bases en la consulta ‘fake’ organizada para ser investido con un cheque en blanco no figura la palabra ‘amnistía’.
«¿Apoya el acuerdo para formar gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?». Esta es la pregunta que, sin duda, contestará de modo abrumadoramente positivo la militancia. La amnistía sólo figura de modo implícito, y ahí radica la prueba de que es Sánchez quien ningunea a sus propias bases y da por absolutamente normalizada la aceptación de una medida como esa sin que nadie, ni un solo militante más allá de un puñado de dirigentes de su núcleo duro, sepa mínimamente qué se está negociando con Carles Puigdemont, ERC, Bildu o el PNV. El desahogo de Sánchez con esta consulta demuestra la falta total de complejos en el PSOE por asumir hoy como plenamente aceptable lo que ayer era inaceptable e inconstitucional. Así lo reconoció el propio Gobierno socialista tanto verbalmente como por escrito no hace muchos meses. Hoy Sánchez invoca la legalidad de una medida ilegal para cosechar los votos necesarios para ser investido. El fin justifica los medios. Hasta en el reconocimiento de que cede sólo para seguir al frente del Gobierno, Sánchez finge buscar un aval retórico aceptando trágalas que el partido se negaba a admitir.
El líder socialista aduce como coartada que claudicar es la «única vía posible de que haya un Gobierno». Pero no es cierto. Hay otras vías posibles. Bastaría con permitir al partido ganador formar gobierno y asumir que pretende construir una alianza ‘contra natura’. Si la unidad de medida fuese la historia reciente del propio PSOE, como sostienen Emiliano García-Page o un sector relevante de la vieja guardia socialista, no habría cesión a un chantaje de esta dimensión. Sánchez ha comprometido de forma irreversible los principios y valores del PSOE al dudar de principios básicos como la soberanía y la unidad nacional. Sánchez miente, y además dice hacerlo por España como coartada. Naturalmente que hay otras «vías posibles» de gobierno. Lo que ocurre es que se niega a permitir al PP lo que el PSOE sí consintió en el pasado, cuando, pudiendo forzar la máquina con el separatismo, optó por reconocer que había perdido las elecciones y dar vía libre al PP. Hoy es Sánchez quien con su veto radical a la derecha prefiere que España sea cogobernada con quienes se han propuesto derruir los pilares que la sostienen desde 1978.