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‘Un Gobierno que no es capaz de salvar a un pueblo tiene la obligación moral de dimitir’

La escritora cubana Wendy Guerra denuncia el colapso de la Isla: 'El país se ha tornado un vertedero gigante, mientras las autoridades miran hacia otro lado'.

Personas rebuscando en la basura en una calle de La Habana.

 

La escritora cubana exiliada Wendy Guerra publicó en su perfil de Facebook una dura crítica al régimen de La Habana, en la que afirmó que «un Gobierno, un líder, un Estado fallido que no es capaz de salvar a un pueblo, tiene el deber, la obligación moral, la responsabilidad urgente de dimitir y dejar el país en manos de aquellos que puedan rescatarlo; de lo contrario, pasará a la historia como el verdugo que terminó de aniquilarnos y nos exterminó como nación».

«El país se ha tornado un vertedero gigante, mientras las autoridades juegan, impostan o miran hacia otro lado», dijo. «Mantener una utopía inexistente vale más para ellos que la vida de todo un pueblo», enfatizó.

«En Cuba, ahora mismo, fallecen o padecen miles de personas a causa de la proliferación de enfermedades y virus conocidos o desconocidos, desatados por la profunda insalubridad que atraviesa la Isla», subrayó, al tiempo que sostuvo que «los hospitales y farmacias no cuentan con medicinas ni recursos para que los médicos cubanos, sobrepasados con los casos, puedan controlar una epidemia que, al no ser declarada como emergencia nacional, impide la entrada de ayuda de organizaciones internacionales de cooperación».

Asimismo, criticó que «apenas existe servicio de transporte público para llegar a los centros de salud. Tras el paso del huracán Melissa, cientos de ciudadanos cubanos, asentados en el oriente del país, se encuentran aislados en zonas recónditas, donde han visto destrozados sus hogares y pertenencias».

Guerra destacó igualmente, que «cada día miles de personas se acuestan sin comer, o no tienen qué desayunar antes de salir a enfrentar su jornada. Los sueldos no alcanzan para comprar alimentos, jabón, detergente para bañarse, lavar la ropa o transporte para desplazarse por pueblos y ciudades».

«La Cuba de hoy es un completo caos, donde solo unos pocos sobreviven al colapso social; y esos pocos carecen de garantías para mantener sus negocios, siempre amenazados y controlados por el largo tentáculo de las autoridades», resaltó.

De igual forma, sostuvo que «han aparecido drogas químicas que modifican y afectan la voluntad de adolescentes y adultos, que amanecen tirados en las calles, perdidos o convulsionando. Cientos de mendigos revuelven, cada día, montañas de basura para buscar qué comer o con qué vestirse».

Dijo, además, que «los periodistas independientes que no están presos, ‘regulados’ o desterrados, arriesgan su libertad contando historias que al resto del mundo les cuesta editar porque suenan a distopía. Los apagones, la falta de agua y, sobre todo, la separación y desarraigo familiar son el día a día de los cubanos. La ilusión de que regresen la luz, los hijos, nietos, padres y hermanos es el ruego cotidiano dentro de la Isla».

«El pueblo, imposibilitado —por decreto— a protestar o expresar lo que allí ocurre, sobrevive bajo el silencio espeso, y es ese mutismo lo único que lo aleja de las cárceles donde permanecen encerrados miles de cubanos que han salido pacíficamente a las calles«, destacó.

Mientras, «el exilio sostiene económicamente a una parte importante de la población cubana, enviando dinero, medicinas y alimentos para la supervivencia. Paradójicamente, para el Estado cubano, ese exilio que los mantiene vivos con oxígeno personifica a su mayor enemigo», indicó.

«Mi nación está herida de muerte, el resto del mundo debe saber cuán profundo es el daño antropológico. El colapso de Cuba no se debe observar como un fenómeno aislado; este desplome no es solo endémico, contaminará y arrastrará consigo todos y cada uno de los significados ideológicos trastocados, manipulados y enfermos de poder, que un día aplaudimos y nos hicieron llegar hasta este punto», resaltó.

El texto de Guerra sucede en un contexto de resquebrajamiento integral de la sociedad cubana, con el 89% de la población en la pobreza, según datos del Observatorio Cubano de Derechos Humanos. Mientras la nación se hunde, el régimen insiste en la propaganda y resuenan entonces las palabras recientes de Human Rights Watch: «Hay una percepción de que Cuba ya no tiene solución, de que su dictadura es el estatus normal».

 

 

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