DictaduraÉtica y MoralPolítica

Un líder y una esperanza

Con Roberto Patiño me renace la esperanza

                                        Roberto Patiño Guinand y Alicia Álamo Bartolomé

 

Aunque tal vez parezca un cuento de hadas, no lo es. Sucedió así: estaba convaleciente de una implantación de prótesis de cadera, tenía enyesada la pierna derecha y no podía levantarme de la cama sin ayuda. Nuestro fiel chofer Ramiro Abreu dormía a la puerta de mi habitación para ayudarme en esto. Muy temprano en la mañana, porque compartía sus servicios llevando al colegio a los hijos de una sobrina mía, me dejaba sentada en mi sillón frente al televisor, mientras llegaba la enfermera. Aunque no soy muy amiga de los programas de opinión de esa hora matutina, no me quedaba más remedio. Esto acontecía en agosto-septiembre de 2007. Un día me llamó la atención un jovencito, de unos 18 años, que exponía sus preocupaciones políticas con profundidad y acierto. Me dije: Aquí hay un líder. Desde entonces empecé a rezar por él, aunque no había retenido su nombre sino un par de sílabas de su apellido. Así, oraba por un tal Calviño, Patiño o Mariño. Hace poco oí a un sobrino mío hablar del reciente matrimonio de una sobrina política suya con un joven ingeniero llamado Roberto Patiño Guinand. Me sonó y le pregunté si ese joven tenía afanes políticos. A su respuesta afirmativa se sumó que en esos mismos días una amiga, vieja política y desilusionada de su partido, me contó su acercamiento a un grupo nuevo liderado por un joven prometedor: el mismo sujeto de mis oraciones. Quería conocerlo.

Se me presentó la ocasión en mi única salida a la calle después de 2 años y 10 meses de pandemia. Un dilecto sobrino nieto mío, hijo del ya nombrado, se empeñó en que yo fuera a su matrimonio el 22 de diciembre pasado. Hice el esfuerzo de complacerlo. No es fácil salir de casa después de un prolongado encierro. Valió la pena, no sólo porque gocé de la ceremonia, el brindis y un pellizco de la noche caraqueña; sino porque me llegó la otra oportunidad que esperaba. En silla de ruedas, en una nave lateral de la iglesia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, esperaba el comienzo de los oficios. Se me acercó mi sobrino, padre del novio y le dije que si venía Roberto Patiño quería conocerlo. Justamente estaba entrando y me lo trajo. Asombrado ante mi historia, Patiño quiso retratarse conmigo. Le consulté en estos días la conveniencia de escribir este artículo y me envió información sobre su trabajo, la siguiente.

Es un emprendedor social venezolano. Se ha enfocado en la lucha por la democracia y los derechos humanos. Tiene una maestría en políticas públicas de la Universidad de Harvard y es ingeniero de producción de la Universidad Simón Bolívar. Patiño es fundador de Mi Convive y Alimenta La Solidaridad que trabajan en 250 comunidades vulnerables dando facultad a más de 4500 mujeres voluntarias para alimentar diariamente a 18.000 niños y reducir la violencia en los puntos calientes, brindando oportunidades a jóvenes en situación vulnerable. Desde 2016 han servido más de 15 millones de platos de comida caliente a niños venezolanos. Patiño se ha especializado en seguridad ciudadana y resolución de conflictos, actualmente realiza un Máster en Estudios Avanzados en Mediación en Procesos de Paz en ETH Zurich. Fue coordinador de estrategia de la delegación opositora en las negociaciones con el régimen venezolano en 2017 y 2019. Roberto es miembro de la junta directiva de Primero Justicia. Es un exlíder del movimiento estudiantil. Reside en Caracas.

Con Roberto Patiño me renace la esperanza. Es un líder joven que no se limita a alcanzar posiciones políticas sino que lucha con efectivos proyectos sociales. Ama a su patria, trabaja por ella y para ella. Espero que no se le suban los humos y malogre su camino. Además, me unen a él afectos ancestrales. Nieto de Alfredo Guinand Baldó, ingeniero y amigo de mi juventud. Y, sobre todo, bisnieto de mi querido inolvidable profesor de Acuarela y Guache en la Escuela de Arquitectura de la UCV, el arquitecto Carlos Guinand Sandoz, que me enseñó a ver y gozar los colores de Caracas y del Ávila. Su bisnieto me hace soñar ahora con una nueva Venezuela. ¡Son más de 15 años orando por Roberto! Quiera Dios que mi oración sea, al menos , el aporte de un granito de arena en la construcción de su presente y su futuro.-

 

 

Botón volver arriba