Un pez robot con corazón humano
Leemos en la revista Science la hazaña en la Escuela Paulson de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Harvard y el Tecnológico de Emory, Georgia, de fabricar un pez artificial con una aleta caudal activada por células de un corazón humano, que pudiera acelerar notablemente el empleo de marcapasos en el tratamiento de los achaques de nuestro músculo vital.
Imposible no evocar aquel Viaje Alucinante de Richard Fleischer, de 1966, tal vez uno de los mejores films de ciencia-ficción de todos los tiempos.
Un pequeño paso, grande sin embargo para la medicina, este híbrido elaborado con papel, plástico, gelatina y dos bandas de células cardíacas vivas cuyas contracciones agitaron la cola, impulsándolo durante veinte segundos, cuyo objetivo, según los investigadores, será funcionar alguna vez hasta cuatro meses y medio.
Es un avance consecutivo al obtenido en 2016, de una pequeña mantarraya robótica movida por las células cardíacas de una rata que se contraían al exponerse a la luz, pero, como admite el doctor Kit Parker, co-director del proyecto junto al ingeniero biomédico Sung-Jin Park, queda todavía mucho camino por recorrer antes de arribar al modelo más complejo de un corazón artificial que sustituya el de un niño nacido con deformación.
Parker es un comandante paracaidista retirado, veterano de Afganistán, cuyos trabajos científicos abarcan desde la biología marina hasta el combate al crimen organizado transnacional con métodos de contrainsurgencia, el diseño de camuflaje a base de células epiteliales de pulpos y el uso de una máquina de algodón de azúcar para fabricar vendajes.
Por ahora, afirma que el pez biohíbrido mejora con la edad, incrementando la coordinación muscular, la velocidad del desplazamiento y la amplitud de la contracción muscular.
Varsovia, marzo 2022