Un rearme intelectual
El problema del rearme no es cuántos españoles estarían dispuestos a ir a la guerra por su país sino cuantos irían a una guerra contra su país
A mí lo de las dos Españas no me parece mal. Solo creo que deberíamos hacer un receso para reorganizar los bandos. La aspiración de una sola España quizá se encuentre alejada del guerracivilismo, que es nuestra costumbre y hay que respetarla. Pero el tema de los bandos se nos está yendo de las manos y, cuando vas a misa, ya no sabes si le estás dando la paz a uno de los nuestros o a uno de esos tan sumamente católicos que rezan para que se muera el Papa, que hacen campaña contra la equis a la Iglesia y que odian al prójimo como a sí mismos. A este paso alguno va a acabar como Dionisio Ridruejo, que terminó asegurando que, en la guerra, su bando era el otro.
Hasta hace poco la cosa estaba clara: a un lado del ‘ring’, izquierda y nacionalistas; al otro, la derecha. Era una división sencilla que te permitía colocarte rápidamente en el lado que te correspondía; de la línea para acá, policías; de la línea para allá, ladrones. Cuando estaba en mi lado, miraba alrededor y veía a gente más o menos normal, ya saben que si la unidad de España, que si la Constitución, que si vamos a amar al prójimo y, sobre todo, que viva el capitalismo y viva la libertad. Yo no entendía por qué la izquierda decía esas cosas tan horribles. Porque en la derecha había cuatro friquis, es cierto, pero los tenían escondidos en las catacumbas de Génova 13. Pero un día se escaparon, como los Gremlins malos, y comenzaron a hacer sindicatos, discursos obreristas y a luchar contra la libertad y el capitalismo. Como Dionisio Ridruejo, su bando era el otro.
En Europa tenemos un problema que se llama Putin. En realidad, el problema es Rusia, una nación enferma desde el comunismo que, como dice Martin Malia, no es un ataque contra el capitalismo sino contra la realidad. Rusia es un intento de abolir el mundo real, antes con un tirano, ahora con otro. Para conseguir ese fin se encuentra con aliados inesperados, como la extrema derecha europea, la americana y otros sátrapas como Maduro o Kim Jong-un. Rearmar a Europa pensando que estamos rearmándonos contra el mal es un error pueril. Porque no tardando todo ese arsenal estará de nuevo al servicio de Putin al estar gran parte de la UE en manos de sus socios. El enemigo real ya no es un país ni un lugar geográfico, sino una manera de ver el mundo, con presencia en todos los países. Por eso, el problema del rearme no es cuántos españoles estarían dispuestos a ir a la guerra por su país sino cuantos lo estarían para ir a una guerra contra su país.
El rearme militar no servirá de nada si no viene acompañado de un rearme intelectual que asegure que, llegado el caso, esas armas se utilizarán para lo correcto, es decir, para defender la libertad, la democracia y la primacía de la razón, de la Cultura y de la Ciencia frente al populismo iliberal, el autoritarismo y sus plataformas de propaganda. Así que fórmense de nuevo los bandos y prietas las filas: de la línea para allá populistas de izquierda y de derecha; de la línea para acá, la civilización.