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Un resultado electoral fruto de la represión

Ya habrá tiempo de analizar al detalle cuánto influyó en el dato de las abstenciones "la limpieza" previa que se hizo del padrón electoral

La falta de entusiasmo marcó las elecciones de este 26 de marzo, cuyos resultados preliminares apuntan a la menor participación desde 1959. (14ymedio)La falta de entusiasmo marcó las elecciones de este 26 de marzo, cuyos resultados preliminares apuntan a la menor participación desde 1959. (14ymedio)

 

No es posible demostrar científica o jurídicamente que los resultados oficiales de las votaciones para aprobar a los diputados al Parlamento sean fraudulentos, pero cuesta trabajo creerlos. Incluso creyéndolos al pie de la letra, la conclusión es que no son fruto ni del entusiasmo revolucionario ni de la convicción de que esos candidatos representarán los intereses de la población.

Ya habrá tiempo de analizar minuciosamente los números y calcular cuánto influyó en el dato de las abstenciones «la limpieza» previa que se hizo del padrón electoral para reducirlo en casi cuatro puntos porcentuales en relación a los votantes registrados en el referendo del Código de las familias.

Sí resulta evidentemente fraudulento el grado de simulación que se necesita para asistir a esta parodia de elecciones sabiendo que no se está eligiendo a los candidatos preferentes

El sometimiento ocurre ante la falta de alternativas o, peor aún, para mantener abiertas las puertas de escape a las alternativas deseadas. Nunca sabremos cuántos de los que no se atrevieron a abstenerse optaron por portarse bien porque están esperando que concluya el trámite de su parole para irse a EE UU, o desean ser enviados a un misión internacionalista o a un evento deportivo o cultural de donde planean desertar.

O porque su hijo aspira a entrar a la universidad o porque se es ese hijo; porque no vive del salario sino de eso que llaman «búsqueda» y que en su centro de trabajo es la forma de vivir de la corrupción y para eso se tiene que ser lo más invisible posible. Incluso, los necios que saben que todo ha fracasado pero que no quieren dar su brazo a torcer.

De esas derrotas individuales se alimenta la victoria que proclama la dictadura.

 

 

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