Dos palabras, de recuerdo muy ingrato en la historia de Cuba, predominan en estos días de supuesto debate de los documentos del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba: esas dos palabras nefastas son “periodo especial”.
1- Nora Gámez Torres, en una excelente nota del Nuevo Herald (¿Comienza otro “período especial” en Cuba?), toca el asunto en detalle.
En sus palabras: “El gobierno cubano confirma recortes de electricidad (apagones) y suspensión de pagos de créditos. Sin los subsidios de Venezuela, la economía creció solo un 1% y expertos creen que la situación podría ser peor en el 2017.”
“Castro intentó acallar las preocupaciones de que un nuevo Período Especial aguarda a los cubanos, preocupaciones expresadas en voz alta por la subdirectora del periódico Granma, Karina Marrón, durante una reunión de periodistas y que se filtraron al resto de la prensa.”
“Como era de esperar, con el propósito de sembrar el desánimo y la incertidumbre en la ciudadanía, comienzan a aparecer especulaciones y augurios de un inminente colapso de nuestra economía con el retorno a la fase aguda del Período Especial que enfrentamos a inicios de la década del 90 del pasado siglo y que supimos superar, gracias a la capacidad de resistencia del pueblo cubano y su confianza ilimitada en Fidel y el Partido. No negamos que pueden presentarse afectaciones, incluso mayores que las actuales, pero estamos preparados y en mejores condiciones que entonces para revertirlas”, aseguró Castro.
Un dato central es que el gobierno cubano no ha podido tapar el sol del Caribe con unos dedos de dirigentes ya no en la tercera sino casi en la cuarta edad. Y ello asoma otro hecho a mencionar: las consecuencias del triunfo del inmovilismo en el VII Congreso del PCC traen unos huracanes que azotan la sociedad cubana más allá de los terrenos de la política, ya que afectan gravemente la gobernabilidad económica.
Los resultados de una política equivocada desde sus inicios están allí: “Castro confirmó que el suministro de petróleo venezolano ha disminuido “a pesar de la firme voluntad del presidente Nicolás Maduro y su gobierno por cumplirlo”, lo cual ha afectado a la economía, al igual que los bajos precios de los rubros exportables tradicionales como el níquel y el azúcar. La zafra tuvo resultados negativos, con un decrecimiento del 19 por ciento, respecto al año anterior.”
2- La crisis migratoria:
Ante una anunciada caída del PIB, el 2017 podría ser incluso peor. Y todo ello ocurre en medio de la crisis migratoria cubana, que como destaca Miriam Celaya en 14 y medio, “ni es económica ni es humanitaria”.
Ese constante flujo humano, que ella acertadamente caracteriza como “un plebiscito sin urnas”, no es causada por la Ley de Ajuste Cubano, como algunos se empecinan en afirmar.
“En realidad son la desesperanza, la ausencia de oportunidades, la pobreza generalizada y el fracaso del “proyecto revolucionario” castrocomunista las verdaderas causas del éxodo cubano. De hecho, el programa económico de Gobierno dimanado del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba bajo la forma de los documentos Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista y Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030 constituyen por sí solos un acicate mucho más fuerte para la estampida nacional que cien leyes de ajuste.”
Más claro imposible.
Pero ella también se hace una serie de preguntas inquietantes, pero inevitables. Permítanme que transcriba dos párrafos completos:
Cuesta también creer que varios centenares de cubanos se organicen, reclamen solución a la crisis que ellos mismos han provocado y se apresten a hacer declaraciones ante la prensa y las cámaras que mostrarán sus rostros al mundo. ¿Son ellos los mismos individuos que callaban aquiescentes ante los atropellos del poder en Cuba? ¿Son los mismos que en Cuba aceptaban el adoctrinamiento ideológico de sus hijos, la cartilla de racionamiento, la doble moneda, los elevados precios, los salarios misérrimos, los apagones, las marchas y todas las humillaciones existenciales bajo condiciones de dictadura? ¿Cómo se explica tanta voluntad política para exigir en tierra extranjera los derechos que no les corresponden cuando fueron despojados de derechos naturales en su propia tierra y aceptaron el vejamen con temeroso silencio? ¿Es menos peligroso atravesar selvas y montañas plagadas de peligros y arrastrar a los suyos en tan impredecible aventura que simplemente negarse a cooperar con el régimen castrista que los condena a la pobreza eterna?
El asunto amerita un estudio antropológico profundo sobre la naturaleza de este pueblo y los catastróficos efectos de más de medio siglo de dictadura, más allá de cualquier lógica de solidaridad con su causa o los deseos de un buen destino para los esfuerzos de quienes huyen de la Isla. Son señales que indican, además, cuán profundamente ha calado el desarraigo de muchos cubanos por su tierra. Hasta tal punto el castrismo ha despojado a este pueblo a lo largo de más de medio siglo que un significativo número de sus hijos no sienten siquiera el impulso de defender en su país lo que les es propio por nacimiento, por historia y por cultura.”
Ello obliga a recordar una frase de Dagoberto Valdés que he citado en otras oportunidades: “el principal daño causado por el castrismo ha sido antropológico”.
3- La crisis venezolana
Al momento de escribir estas líneas, fuentes de la Mesa de la Unidad Democrática venezolana informan que el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha aceptado a regañadientes que se ha cumplido el primero de los tres pasos para lograr la destitución de Nicolás Maduro mediante el mecanismo constitucional del referendo revocatorio: a pesar de todas las trampas, ventajismos, amenazas y triquiñuelas del cuerpo electoral vergonzosamente pro-régimen, la sociedad venezolana dijo presente, y se consiguieron decenas de miles de firmas más de las casi 198.000 necesarias (1% de las personas inscritas en el registro electoral). Ahora le toca al CNE dar la fecha en la cual un 20% de los venezolanos con derecho a voto (aproximadamente 3.915.000 ciudadanos) deben aprobar la realización del referendo; si esto sucede, para el acto electoral del referendo, en una fecha posterior cercana, deben manifestarse a favor de la revocación más de siete millones de votantes –al menos los votos obtenidos por Maduro en 2012, más uno, es decir: 7. 587. 533 electores- para proceder a la salida del heredero de Chávez, con convocatoria de nuevas elecciones presidenciales en un mes.
Es esencial que el referendo se realice este año. De realizarse el 2017, Maduro sería destituido, pero reemplazado por la persona que ejerza la vicepresidencia, quien completaría el periodo presidencial hasta el 2019.
Es un camino todavía lleno de obstáculos, pero una encuesta reciente, el Venebarómetro, confirma lo que todos sabemos: más del 80% de los ciudadanos está dispuesto a participar, y más de un 60% de los votantes afirman que votarían por la salida del autócrata.
La entrega del poder, que no otra cosa es lo que ha sucedido, por parte de Maduro al ministro de la defensa, Vladimir Padrino López, sería, según varios analistas, una típica jugada orquestada en La Habana: cómo ganar tiempo, por vía de impedir la realización del referendo, para que los militares dirijan una “transición” en la cual Maduro desaparece de la escena, y se mantiene la versión militar del chavismo al menos hasta las próximas elecciones, lo cual le daría a Cuba unos añitos más de la teta venezolana. El problema de este escenario es que no toma en cuenta el grado de protesta y de rechazo que en este momento caracteriza a la sociedad venezolana, hoy abiertamente anti-régimen, el aislamiento de Maduro y su combo en el escenario internacional, y de que las ubres de las vacas económicas están cada día más secas. El socialismo del siglo XXI está haciendo aguas por todas partes, no solo en Venezuela; allí están los constantes escándalos de corrupción que están afligiendo a la señora Kirchner.
4- La crisis del liderazgo post-Fidel
Un hecho fundamental es que la barrena económica en la isla era anunciada desde hace algún tiempo por actores locales y foráneos. Pero pareciera evidente que el gobierno fue sorprendido por el impacto positivo de la visita de Obama, lo que se unió a los perennes reflejos totalitarios de una vieja guardia que se puso en modo defensivo, en defensa recalcitrante de un escenario que ya no existe, que no puede existir más, donde se podía combinar control social, político y económico extremos con un aislamiento en materia de información y de contacto de la sociedad cubana con el mundo; y todo ello aderezado por un liderazgo carismático de un Fidel Castro que está a duras penas vivo en cuanto a la biología. Su comparecencia en el VII Congreso fue importante porque hizo recordar lo que había sido, y que ya no puede ser más. La viejas excusas, los chivos expiatorios, el enemigo externo, ya nadie cree en esas artimañas dialécticas.
El historiador Rafael Rojas, en una nota publicada en Prodavinci (“La permanente crisis cubana”), apunta a que “en medios oficiales, este nuevo capítulo de la crisis cubana —recordemos que nunca se dio formalmente por superado el “periodo especial”— se ha presentado envuelto en la nostalgia por la ausencia de Fidel Castro al mando del país. Más de un comentarista gubernamental sostiene que Cuba no puede permitirse otro “periodo especial”, como el de los 90, porque el Comandante no está ahí para contener la furia del pueblo. El diagnóstico de la crisis se suma a la patética pompa de los festejos por el 90 cumpleaños del caudillo.”
Pedro Campos, en 14ymedio, relata cómo “La Habana impide avances en la política de Obama hacia Cuba”. Sigamos su análisis:
“Paradojas de la historia: EE UU y Cuba comenzaron un proceso de normalización de relaciones el 17 de diciembre de 2014 y con la visita del presidente Barack Obama a La Habana en marzo del 2016, encaminada a ampliar y profundizar lo alcanzado, vino la contraofensiva de Fidel Castro para ponerle freno con su irónica reflexión «el hermano Obama».
Desde entonces no solo en La Habana pisaron el stop al proceso de acercamiento con el «enemigo principal», difícil por naturaleza propia, sino que aumentó la represión del Gobierno contra la oposición y el pensamiento diferente y comenzó el avance de las posiciones en contra de las reformas iniciadas y lentamente desarrolladas desde la llegada de Raúl Castro al poder.
El momento de la clara retención del proceso puede ubicarse en el VII Congreso del Partido Comunista (PCC), donde se refrenda el estatalismo asalariado como el eje del sistema económico y el partido único como base del sistema político, al tiempo que se posterga la esperada renovación en la cúpula gobernante.”
Sin embargo, –una nueva paradoja de la historia- la victoria del inmovilismo y de la vieja guardia en el VII Congreso, puede haber acelerado a mediano y largo plazos, en vez de detenido, el proceso de transformaciones hacia una sociedad más abierta, inclusiva y democrática.
- ÚLTIMA HORA. El Coco Fariñas se declaró ayer en huelga de hambre y sed en carta dirigida a Raúl Castro publicada en su blog. Esta noticia fue originalmente anunciada en Diario de Cuba y reproducida en este blog (América 2.1 = americanuestra.com) junto con un comunicado de prensa de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba también reproducida en este blog. Según Fariñas el martes resulto “torturado estando esposado por efectivos de la Brigada Especial del Ministerio del Interior en la provincia de Villa Clara”. El anuncio de su huelga de hambre fue hecho en carta a Raúl Castro en la que le pide que “designe a uno de sus vicepresidentes para que se reúna con una docena de prominentes líderes de la oposición política no violenta cubana….” El aumento de la represión a nuestro juicio es un claro indicador del crecimiento de la actividad opositora pacífica en los últimos 19 meses. La noticia de la huelga de hambre circuló al instante por las redes sociales presentando al gobierno cubano como “torturador”.
Marcelino Miyares, Miami, Florida. 23 de julio de 2016.