Una bitácora cubana (XCV)
1-Díaz-Canel le quita la careta al castrismo
La verdad sea dicha, cuando Miguel Díaz- Canel apareció en la escena nacional, en 2019, nombrado presidente de Cuba por la voluntad omnímoda del menor de los tiranos Castro, poco en su biografía hacía pensar que se convertiría en el ser inhumano en que se ha transformado. Incluso más de uno opinó que su juventud, el no haber participado por razones de edad en los momentos iniciales de la llamada revolución castrista, el haberse graduado de ingeniero, y haber sido simplemente un fiel burócrata de la nomenclatura, quizá le darían las suficientes dosis de realismo y racionalidad para entender y asumir la necesidad de realizar muy urgentes cambios políticos, económicos y sociales para que el país pudiera salir del estado de postración en que se encontraba -y se encuentra-.
Algunos apostaron a que sería el reformador necesario, el hombre que sí le daría la vuelta al timón revolucionario que durante tantos años Fidel y Raúl Castro se negaron a mover en una dirección humanamente correcta.
Pasaba el tiempo y nada, más bien todo iba peor; entonces llegó el 11 de julio de 2021, cuando el pueblo cubano alzó su voz pidiendo libertad, y Díaz-Canel, en lugar de tratar de entender lo ocurrido, de pensar que había que hacer algo por recomponer una sociedad bajo demasiados años de sufrimiento y de injusticia, dijo una frases que quedarán para la historia, y que lo hizo descender al pozo de odio, de antihumanismo, que caracterizó a sus protectores, los Castro:
“La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios”.
El resto es historia reciente: aumento de la represión, de la persecución a todas las voces disidentes, incluyendo menores de edad, sumado ello a una situación económica insostenible.
Díaz-Canel ha mostrado un rostro tan monstruoso como el de sus antecesores. Como ellos, se ha solidarizado con, y ha apoyado, a las tiranías venezolana y nicaragüense. Para colmo, su apoyo al asesino Vladimir Putin ha llegado al punto de que ahora le pide a cambio que una vez más Rusia salve la revolución de su desastrosa gestión económica, ante el progresivo agotamiento del apoyo del chavismo, destruida también Venezuela por la plaga socialista.
Rafaela Cruz, en Diario de Cuba, menciona una reciente reunión de la Asamblea Nacional, monumento a la desnudez ética comunista, en la cual un vicepresidente obeso sugirió que los cubanos comenzaran a criar peces, y donde hasta un diputado se quejó de que su salario no le alcanzaba ni para comprar queso (si lo consigue, claro).
Pero lo que más destaca la periodista, como frase más importante, “la pronunció Miguel Díaz-Canel, confirmando explícitamente algo muchas veces dicho, aunque no suficientemente comprendido: todas las transformaciones económicas hechas por el Gobierno cubano en los últimos tiempos, no se deben a variaciones en la mentalidad de la dirigencia o a un cambio generacional, sino que resultan de circunstancias adversas al sistema, ante las que el castrismo ha tenido que transigir y adaptar su «Revolución» para que no cayera.
Dijo asimismo Díaz-Canel:
Bien claro. “Al sector privado lo han «tenido» que aceptar. No es algo que hayan deseado o que reconozcan como imprescindible en una sociedad próspera y justa”.
Más equivocados no pueden estar quienes creen que el castrismo se está transformando a nivel ideológico, o quienes suponen que una generación moderna y moderada impulsa las transformaciones. Lo privado es, para el castrismo, una imposición de las circunstancias y, como tal, es algo de lo que, en cuanto pueda, se librará.
Explica Díaz-Canel, además, que lo han aceptado por «las circunstancias en que vivimos». ¿Cuáles circunstancias? ¿Las propias del sistema socialista, siempre fracasado? ¿Improductividad, ineficiencia, desinversión, obsolescencia? No, nada de eso es nuevo, ellos saben que el sistema no funciona y que eso se expresa en el agravamiento de la miseria que en Cuba vivimos”.
Como bien dice Cruz, no hubiese existido revolución sin el exitoso parasitismo político que le ha permitido vivir de las ayudas y subsidios de regímenes tan oprobiosos como el de la Isla. (…) Sigue la nota:
“Muy clarificadora es la concreción de que, el sector privado, es necesario «por el momento en que estamos en el programa de construcción socialista». Lo que demuestra que este sector privado, no solo tiene fecha de caducidad, sino que ya está preparada la justificación ideológica para masacrarlo una vez la economía mejore y, gracias al nuevo patrocinador, el castrismo se sienta nuevamente seguro.
La orden de combate será que el país está entrando en una nueva etapa de construcción socialista donde sobra el sector privado, porque reafirma Díaz-Canel que «siempre hemos dicho que es un sector complementario».
Es importante, para captar la significación de una frase tan contundente, conocer que no fue dicha en uno de los discursos preparados para que Miguel Díaz-Canel leyese, donde los redactores sopesan el valor de cada palabra y, muy probablemente, jamás reconocerían algo que es importante mantener oculto para no ahuyentar a esos inversores privados, nacionales y foráneos, que el castrismo de momento necesita. (…)
“El castrismo odia y teme la propiedad privada, no porque esté reñida con sus ideales, sino porque está reñida con su conveniencia, pues como bien enseñó el grandísimo Carlos Alberto Montaner, «donde no hay propiedad privada ni siquiera es posible la rebelión contra la tiranía», y la prioridad del castrismo no es nuestro bienestar, sino nuestra incapacidad para rebelarnos”.
2– Leonardo Padura: “En Cuba hemos tocado fondo”
En una de las más recientes entrevistas del escritor, con la agencia EFE y publicada en Cubanet, Padura, ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, desnuda la desesperada situación que vive hoy la nación, usando esta frase contundente: “más que la comida, el combustible, la electricidad o el café, lo que más falta es la esperanza”.
Considera que en Cuba “se ha tocado fondo”, la crisis es profunda…y mire usted, lector, que si hay una palabra que se podría identificar con la sociedad cubana y sus tribulaciones bajo el socialismo, es precisamente “crisis”.
Sobre la actual represión, auspiciada y profundizada por el régimen de Díaz-Canel, afirma que “el control y el miedo es una industria que sí funciona”. Sigamos con parte de la nota:
“En este sentido mencionó las manifestaciones populares del 11 de julio de 2021 (11J), a las que se refirió como “una explosión, un alarido que dio la sociedad[M1] cubana”.
Sin embargo, considera, “lo único que ocurrió fue que los controles y los mecanismos de represión se agudizaron, se recrudecieron”. Y, apunta, “ha servido también para que la gente sepa que, si sale a la calle y rompe un cristal, puede ir a la cárcel cinco, siete, diez años”.
El autor de El hombre que amaba a los perros dio también sus consideraciones sobre la censura en la Isla, donde “no es fácil escribir”, y “es casi imposible publicar para un escritor normal, a no ser que sea un libro de propaganda política que tenga el apoyo de algunas instancias”.
Asimismo, reconoció que para él la situación es distinta, pues sus obras van directamente de su ordenador a sus editores en Barcelona (Editorial Tusquets), por lo que no pasan “por ningún filtro de censura institucional cubana”.
Padura se refirió además a la autocensura, que según él es un “mecanismo de defensa, aún más humillante, un ejercicio de castración personal”.
Sobre este tema había opinado a comienzos de año en conversaciones con la BBC. Entonces señaló: “Yo creo que la autocensura es uno de los procesos intelectuales más lamentables a los que se puede ver sometido un artista, porque asumes el papel de los verdugos”.
3 – Dagoberto Valdés Hernández: La libertad y el dinero
Las más recientes medidas económicas del régimen, a través de la Resolución 111/2023 del Banco Central de Cuba del 2 de agosto de 2023, ha establecido graves regulaciones al uso del dinero por el Estado.
Dagoberto Valdés Hernández, siempre desde su magisterio ético y humanista, decidió analizar los diversos aspectos de la situación, y su impacto en la persona humana.
Para él hay que tomar en cuenta que el “dinero debe estar al servicio de la persona”, y no al revés. Una inevitable consecuencia es que
“Como el Estado debe estar al servicio de los ciudadanos y no estos al servicio del Estado, entonces podemos decir que el dinero de las personas no debe ser manipulado ni “acorralado” por el Estado para satisfacer sus intereses políticos o económicos.
Es verdad que el Estado debe poner los instrumentos jurídicos para preservar a la sociedad de la corrupción, el mercado subterráneo, y otras anomalías financieras. Sin embargo, esto no debe servir de pretexto para controlar hasta las finanzas personales. La intervención del Estado en el dinero privado, sin mediar un delito económico comprobado, es traspasar los límites de su poder”.
Otro principio es que “la irrupción del Estado en las cuentas personales o de las empresas privadas, que no sean para garantizar la transparencia tributaria, evitar el lavado de dinero, así como cualquier manifestación de corrupción, constituye una invasión en la propiedad privada y una limitación de la autonomía del ciudadano. (…)
Cada vez que el Estado intenta este tipo de control invasivo lo que provoca es una fuga del capital hacia el mercado subterráneo, maniobra a la que recurre el privado para escapar de la excesiva manipulación del Estado.
Cada vez que el Estado impone una norma de excesivas restricciones al mercado y a las finanzas provoca una fuga de los inversionistas extranjeros que huyen del “corralito” impuesto a sus ganancias e intentan escapar a las restricciones de sus operaciones financieras.
Además, estas normativas, que irrumpen de sorpresa en medio de la peor crisis sistémica que sufre Cuba, crea mayor inestabilidad, fomenta la desconfianza, desanima al emprendedor y aumenta el descontento y el disenso de los ciudadanos. (…)
La libertad de todo ser humano tiene, entre otras, una relación con la posibilidad de crear, ahorrar y administrar sus propios recursos, que le permitan satisfacer sus necesidades siempre crecientes, crear un fondo para su ancianidad o posible enfermedad y dejar un patrimonio honrado y decoroso para sus descendientes. (…)
La relación entre libertad, derechos y propiedad es propia de la condición de persona inalienable de todo ciudadano, y todo lo que atente contra esa relación indisoluble va contra la naturaleza humana y contra su dignidad. Este es el fondo de la cuestión”.
Sin ser economista, Valdés ha dado una vez más una lección magistral sobre economía desde la perspectiva de los principios del humanismo cristiano.
Ya en el análisis fundamentalmente económico de la medida, Alberto Méndez Castelló, en Cubanet, lo dice bien claro:
“Ni cash ni libertad: la ruta de la bancarización en Cuba”
“Dejar sin finanzas a sus adversarios, declarados o potenciales, no es una acción nueva del castrocomunismo. Ocurrió de forma masiva entre 1959 y 1961, en los inicios de una guerra civil que se prolongaría hasta 1965, y ha venido ocurriendo sistemáticamente desde entonces hasta hoy, no con personas en confrontación política abierta, sino porque con sus negocios, sus modos de vida y de obrar, socavan los cimientos de la dictadura, sólidamente asentada en la pobreza de los cubanos”.
Por último, Roberto Álvarez Quiñones, en Diario de Cuba” pone el dedo en la llaga:
“Todo indica que el Gobierno de Díaz-Canel no tiene ya dinero ni para imprimir dinero, y valga el kafkiano pleonasmo. Y le quiere sacar a la población el dinero que necesita, pero no tiene fondos para mandarlo a imprimir”.
Además, añade el analista: “Otra cosa, con la bancarización viaja de polizonte, bien enmascarado, el objetivo de controlar financiera y políticamente a los cuentapropistas y negocios privados independientes”.
Todo comunista ha sido y será siempre un enemigo de la propiedad privada, de la libre iniciativa, de los emprendimientos privados.
4– La quebrada locomotora rusa no puede tirar de Cuba
Ya se señalaba en un punto anterior: el siempre parasitario proceso castrista, que no ha podido sobrevivir sin ayuda de amigos y correligionarios externos, en palabras de Rafaela Cruz (Diario de Cuba), “ha fracasado encontrando una locomotora a la que enganchar este país-vagón cada vez más destruido”.
La Isla-vagón que es Cuba tiene siempre la importante decisión de ver a qué locomotora se engancha. Y la desesperada disyuntiva de volver al abrazo del oso ruso no luce bien encaminada, precisamente por las dificultades de todo tipo que enfrenta la aventura imperialista de Putin.
Sigamos con la periodista:
“Tiene Cuba la fortuna —y los retos— de estar en el área de influencia de la mejor locomotora existente, EEUU, sin embargo, el ego enfermo de un hombre malvado y la cobardía y mezquindad de sus herederos han mantenido a esta isla-vagón intentando coger impulso en locomotoras fallidas.
La más reciente chapucería de este tipo es la cubastroika que, aun sin concretarse, podría languidecer por los problemas internos de Rusia, un país que pretende ser locomotora cuando en realidad sin su arsenal nuclear y su agresividad no pasaría de tercermundismo con esteroides de petróleo.
Aunque hace un año se hablaba de que las sanciones occidentales se estrellaban ante la fuerza de aquella economía —todo basado en datos incontrastables, proveídos por la misma dictadura rusa, y un tipo de cambio claramente artificial debido a controles de capitales y flujos de exportación a Europa, que estaban en vías de desaparecer—, hoy la verdad es evidente: Rusia es incapaz de imponerse militarmente y su economía se desmorona mientras sus «aliados», China, India y algunas dictaduras africanas, le venden carísimo su apoyo político y su mínima asistencia militar.
«El rublo se convierte en la moneda líder de 2022», titulaba Cubadebate en mayo del año pasado, dando por sentado que un rublo fuerte tras las sanciones y la guerra traducía una economía especialmente resiliente. Qué errados estaban.
Hoy no hay titulares en la prensa castrista informando que el rublo está en su valor histórico más bajo con respecto al euro, divisa de referencia, pues de Europa, Rusia importaba la tecnología para sostener su industria petrolera. El 26 de septiembre de 2022 por un euro se obtenían 55 rublos, hoy se obtienen 108, una devaluación del 50% en 11 meses.
En el caso del dólar, el panorama es similar: de 57 rublos por dólar a finales de septiembre de 2022, hoy son unos 100, devaluación también cercana al 50%. Al ser el dólar la divisa de referencia en el mercado energético, presiona a la baja las exportaciones rusas, que en abril del 2022 llegaron a 1.200 millones mensuales, pero hoy no alcanzan 500 millones de dólares.
Para algunos, esta situación se matiza porque Putin ha enfocado su economía hacia los BRICS, pero allí India ha aprovechado las sanciones occidentales para comprar combustibles rusos con descuentos del 25% sobre precio de mercado, y China se negó a comerciar en rublos como pretendía Putin, imponiendo su yuan. El resultado es que el rublo también se ha devaluado brutalmente frente a la moneda de sus «socios».
Una rupia india costaba en septiembre pasado 0,7 rublos, hoy vale 1,20; mientras que el yuan pasó de 8 a casi 14 rublos en la actualidad, devaluaciones semejantes a las sufridas ante las monedas occidentales y catastróficas para el país eslavo, que necesita importar casi todo.
Esta devaluación tan profunda y rápida, en una economía tan poco compleja como la rusa, no solo es termómetro de cuán mal está hoy, sino de lo mal que seguirá estando a corto y mediano plazo un engranaje económico ahora tensado por las necesidades que la guerra impone. (…)
Si Fidel pudo mantener su bota totalitaria lustrada con betún —un derivado del petróleo— soviético y chavista, enganchándonos a locomotoras que solo impulsaron sus ególatras fantasías, en el mundo cambiado actual los nuevos y viejos mafiosos que controlan el Gobierno cubano han fracasado encontrando una locomotora a la cual enganchar este país-vagón cada vez más destruido, y aunque la situación geopolítica del zar Putin les dio la oportunidad de ofrecerse como aliado estratégico, la economía rusa no tiene fuerza para halar un vagón con tanto dirigente obeso encima.
Pero cuidado, aun cuando Rusia esté débil, hay cientos, sino miles de oligarcas allí con suficiente dinero para invertir en Cuba, conocedores de las ventajas de adueñarse de un país que transita de una dictadura socialista a una dictadura capitalista de compadres. Y aunque esos mafiosos rusos no puedan invertir lo necesario para mejorar a largo plazo la economía cubana, una inversión importante sería suficiente para que la propaganda castrista insufle esperanzas en los muchos ilusos y tantos cómplices que creen que en Cuba las cosas mejorarán sin cambiar el sistema”.
Así de desesperado está el castrismo.
Marcelino Miyares, Miami, 23 de agosto, 2023.