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Una Cuenta Pública para el olvido

En la Cuenta Pública del próximo sábado, Boric probablemente hablará por menos tiempo, pero lo que diga será igualmente de irrelevante y superficial que lo que dijo el año pasado.

 

 

Incomprensiblemente, parecen aumentar las expectativas sobre lo que dirá el Presidente Boric en su Cuenta Pública del 1 de junio. Pero a partir de lo que han sido las cuentas públicas anteriores del inexperto Mandatario, es difícil imaginar que esta tercera alocución al Congreso Nacional muestre algo diferente a la letanía de promesas incumplibles y declaraciones de buena intención que presenciamos en 2022 y 2023. Con su proyecto político derrotado y sin una agenda alternativa, Gabriel Boric sólo puede hacer saludos simbólicos a la bandera y aprovechar la ocasión para intentar construir una narrativa que ayude a suavizar el amargo sabor de la derrota política que ha experimentado la coalición oficialista de izquierda.

Aunque el calendario diría que este gobierno estaba recién comenzado, la derrota del oficialismo en el plebiscito de septiembre de 2022 también sentenció el fin del proyecto político del Frente Amplio y del gobierno de Gabriel Boric. Era evidente -y así lo había reconocido el propio oficialismo- que la agenda de profundas transformaciones que quería impulsar este gobierno dependía de que una mayoría de los chilenos aprobara la nueva Constitución que venía a remplazar al texto promulgado en dictadura. La promulgación de la nueva Constitución iba a ser también el funeral del modelo económico de libre mercado que se sustentaba sobre la constitución de 1980. Pero como una amplia mayoría de los chilenos rechazó el proyecto fundacional, el gobierno de Boric se quedó sin alas y sin norte.

Todo lo que ha ocurrido después, en estos 20 meses, ha sido una triste y lúgubre ceremonia del adiós de un gobierno fracasado e incapaz de reinventarse. Si bien los chilenos también rechazaron el proyecto derechista de una nueva Constitución en diciembre de 2023, La Moneda no fue capaz de aprovechar esa votación como una oportunidad para reinventarse y formular una nueva hoja de ruta que permitiera identificar un norte socialdemócrata que guiara el accionar del gobierno.

Los errores no forzados y las urgencias que agobian a cada gobierno han hecho que la ceremonia del adiós tenga algunas sorpresas y sobresaltos. Los escándalos de corrupción que han golpeado al gobierno han sido una situación más vergonzosa que significativa. Aunque es evidente que esos escándalos de corrupción han hecho daño, este gobierno ya era un avión sin alas cuando explotaron esos escándalos.

La cuenta presidencial de 2023, que batió el récord de extensión, con 216 minutos, y que fue incomprensiblemente celebrada por algunos como evidencia de que Boric estaba empezando a aprender a habitar el cargo, fue en realidad la mejor evidencia de que el gobierno ya no tenía hoja de ruta ni brújula. Boric se paseó por una infinidad de temas precisamente porque el único tema importante para su gobierno -enterrar el modelo neoliberal- ya había sido derrotado.

En la Cuenta Pública del próximo sábado, Boric probablemente hablará por menos tiempo, pero lo que diga será igualmente de irrelevante y superficial que lo que dijo el año pasado. Es probable que Boric vuelva a intentar reponer el debate de la reforma tributaria y de la reforma de pensiones -tal como lo hizo el año pasado- pero las probabilidades de que ambos proyectos lleguen a buen puerto se reducen a medida que van pasando las semanas.

Boric seguramente hablará de los logros de su gobierno, como la ley de las 40 horas de trabajo semanal. Pero las preocupaciones de la opinión pública hoy están centradas en los problemas de delincuencia e inseguridad. Para esas prioridades, Boric no tiene mucho que decir. Bastará que algún irrespetuoso legislador de oposición grite algo sobre los carabineros asesinados o los indultos presidenciales a delincuentes con amplio prontuario para que cualquier anuncio sobre iniciativas gubernamentales para combatir el crimen se olviden rápidamente.

Los rumores recientes sobre un posible anuncio del Presidente que reactive su promesa de condonar el CAE (crédito para la educación superior con aval del Estado) ha generado cierto interés en la prensa. En los últimos días, el CAE ha logrado darle más incertidumbre a lo que pudiera ocurrir en el discurso. Pero es sabido que no hay plata ni están los votos en el Congreso para cumplir esa irresponsable promesa de campaña. La realidad, una vez más, hará que el gobierno abandone sus promesas de profundas transformaciones.

Tal vez la noticia más relevante del evento sean las ausencias o la falta de interés de la ciudadanía. Aunque el discurso toca un sábado -y no en la semana laboral como en años anteriores- hay poco interés popular por escuchar lo que tiene que decir un Presidente con bajos niveles de aprobación y con escaso apoyo político en el Congreso. Ya que el Presidente gusta de la poesía, Nada, un conocido poema de Carlos Pezoa Veliz sobre el entierro de un hombre desconocido que fue encontrado muerto, pudiera reflejar lo que probablemente sea la sensación del ambiente después del discurso de Boric: “Una paletada le echó el panteonero; luego lió un cigarro; se caló el sombrero y emprendió la vuelta… Tras la paletada, nada dijo nada, nadie dijo nada”.

 

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