Una equidistancia intolerable
Los aliados de Sánchez se han mostrado incapaces de condenar los brutales ataques terroristas de Hamás. El presidente tampoco ha reconocido el derecho de Israel a defenderse
La coalición del Gobierno en funciones está acostumbrada a lidiar con formaciones políticas que insisten en buscar coartadas ideológicas a la violencia. El pasado viernes, sin ir más lejos, EH Bildu se negó a suscribir la condena por la profanación de la tumba de Fernando Buesa promovida por el Ayuntamiento de Vitoria. A las pocas horas de que los de Otegi decidieran no apoyar el manifiesto, los compañeros de partido de quien fuera asesinado por ETA en el año 2000 no tuvieron reparos en concederle a la formación abertzale la presidencia de la Federación de Municipios de Navarra. Desafortunadamente, la misma ceguera moral ha vuelto a constatarse tras los terribles ataques terroristas perpetrados por Hamás en territorio israelí, cuyas infames imágenes han dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales. El injustificable y brutal ataque en el que se ha violado a mujeres, asesinado a niños y secuestrado a civiles no ha merecido la condena sin matices de personas tan relevantes como la vicepresidenta segunda del Gobierno.
Yolanda Díaz, volviendo a ejercer un uso imprudente de las redes sociales, se ha mostrado incapaz de censurar el ataque terrorista de Hamás y ha necesitado vincular este execrable ataque a inocentes con las reivindicaciones del pueblo palestino. Establecer un vínculo entre ambos extremos supone ya un fracaso ético, toda vez que ninguna violencia contra civiles inocentes puede quedar justificada. Máxime, cuando esta violencia se ha dirigido especialmente contra mujeres que han sido exhibidas como botines de guerra ante turbas enfervorecidas que han recibido el baño de sangre con gritos celebratorios y soflamas islamistas. El intolerable posicionamiento de la vicepresidenta no ha sido una excepción. Ernest Urtasun, en rueda de prensa, ha reclamado el cese del bombardeo de Gaza con el que Israel ha respondido al ataque, sin que se le haya escuchado ninguna mención a los gravísimos crímenes perpetrados previamente por Hamás. La tradicional connivencia de una parte de la izquierda con la violencia islamista ha encontrado en Enrique Santiago, líder del Partido Comunista de España y diputado integrado en Sumar, otro vergonzoso aliado. Quien llegara a ser secretario de Estado se ha negado a tildar la acción de Hamás como terrorismo e incluso ha frivolizando con la posibilidad de no saber qué es un grupo terrorista.
Pese a todo, ha sido la diputada Tesh Sidi la que ha sido capaz de ir más lejos al publicar en Twitter un mensaje cargado de irresponsable crueldad que requeriría acciones inmediatas por parte de su grupo. La joven política, al poco de conocerse la brutal agresión, apeló al derecho a la libre determinación de los pueblos y rubricó su apoyo a los ataques sumando un puño cerrado y una bandera palestina. Su desnortado activismo moral no le impedirá, sin embargo, votar afirmativamente en la investidura de Pedro Sánchez, quien ha revertido la posición de España con respecto al Sahara. Es precisamente la imagen del presidente del Gobierno la que puede quedar debilitada ante Europa al intentar formar gobierno con unos socios que exhiben unas credenciales democráticas y humanitarias tan mermadas. No en balde, Pedro Sánchez ha sido el único líder que no ha refrendado explícitamente el derecho de Israel a defenderse, como sí han hecho Biden, Von der Leyen, Macron, Sunak, Meloni o Scholz. Ya que el presidente en funciones suele equipararse con los países de nuestro entorno, haría bien en seguir el ejemplo de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, quien ha instado al Partido Socialista francés a romper relaciones con Mélenchon por su injustificable ambigüedad en la condena de los ataques a Israel.