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Una “franja de Gaza” entre Venezuela y Colombia

 

A las noticias sobre lo que está sucediendo en la región del Catatumbo, sumo mis comentarios como observador de esta nueva crisis binacional que se reinstala. No soy un entendido en política ni en geopolítica, pero eso no impide que me mantenga atento a lo que sucede, tratando de entender los acontecimientos y opinar sobre hechos preocupantes. Salvando las distancias y debido a las semejanzas, pienso que uno de los objetivos del régimen chavista tutelado por Cuba ha sido la de implantar una gigantesca “franja de Gaza” de 2.219 kilómetros que se extiende a lo largo de la frontera occidental de Venezuela, desde la geoestratégica península de la Guajira hasta la frontera con Brasil, haciendo realidad el sueño de Chávez y Fidel: “Venezuela limita en el Oeste con las FARC y el ELN (Chávez dixit)”, calificando a las FARC y al ELN como “verdaderos ejércitos que tienen un proyecto político, un proyecto bolivariano que respetamos” (Discurso en la AN, 11/01/2008).

La narcoguerrilla que opera en Venezuela bajo la protección del régimen y su cúpula militar, incluye a importantes líderes que decidieron reagruparse tras los duros golpes recibidos antes del llamado Acuerdo de Paz de 2016, trampa cazabobos montada por Cuba como parte de esa estrategia. Los grupos armados de las FARC y el ELN pueden operar en Venezuela con total impunidad y hoy controlan ricas zonas agropecuarias y mineras en las porosas regiones colindantes con Colombia bajo el control militar del régimen y las organizaciones paramilitares chavistas con las que se brindan apoyo recíproco.

Los acuerdos de Paz de 2016, manejados por Noruega y Cuba solo han servido para que los criminales de la narcoguerrilla agrupados dentro del partido político FARC ocuparan curules en el Congreso y gocen de total impunidad, mientras su ala militar se reagrupaba y empoderaba en el santuario chavista. Lo mismo está sucediendo con los diálogos para la paz entre el gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), encuentros propiciados por Cuba, Venezuela y facilitadores noruegos. El diálogo fue suspendido en septiembre de 2023, después que el ELN atacara una base militar en el Arauca. A esta situación se añade la actual guerra entre las dos organizaciones narcoterroristas desatada en enero de este año, enfrentamientos que han producido hasta ahora cerca de 80 muertos, decenas de heridos y 40.000 desplazados, la mayoría son familias campesinas atrapadas entre dos fuegos.

Es inquietante lo que publica la revista Semana sobre la guerra que activó el ELN en el Catatumbo en contra de las disidencias de las FARC: “No es una simple venganza por el control del negocio del narcotráfico, revela que detrás de la reciente ola de violencia están los intereses de las autoridades venezolanas para dominar por completo la frontera, ajustar su retaguardia y frenar cualquier plan que desestabilice la dictadura de Nicolas Maduro. (…) El exterminio de la estructura 33 de las disidencias de las FARC fue planeado desde 2024 y coincidió con la llegada al Catatumbo del Cartel de los Soles, la organización narcotraficante que integran los más altos representantes de la dictadura. (…) Otra hipótesis de las autoridades es que se habría construido una alianza entre carteles mexicanos y el cartel de los Soles para imponerle al ELN el aniquilamiento de las disidencias de las FARC, dado que ese grupo no les estaba permitiendo negociar la droga y quería tomar el control en este sector de Colombia, donde más coca hay luego de Nariño. De aquí salen toneladas hacia Estados Unidos” (Revista Semana, “Catatumbo, el plan de Maduro y el ELN”, 25/01/2025).

En esta guerra entre los carteles de la droga convergen diferentes actores del crimen y el terrorismo transnacional dedicadas al narcotráfico asociadas a las FARC y el ELN para la comercialización de cocaína, tráfico de armas, minerales estratégicos y personas, con apoyo de Venezuela en el resguardo, abastecimiento y tránsito.

Para Venezuela y los países de la región, especialmente Colombia, se pronostican escenarios de violencia imprevisibles en esta “franja de Gaza”. El más peligroso e inminente es el de la precipitación acelerada de Venezuela hacia un “Estado fallido”, al existir el riesgo, si es que ya no ha sucedido, de que los modernos armamentos livianos y portátiles que poseen las FANB terminen en las manos de las organizaciones narcoterroristas aliadas con mafias que hacen vida en el lado venezolano amparadas por el régimen y que en alianza con la narcoguerrilla se han distribuido el territorio en las zonas fronterizas para proteger sus negocios criminales.

Los diálogos por la paz han servido a las FARC y ELN para ganar tiempo, reagruparse, innovar tácticas y en alianza con el régimen Chávez-Maduro organizar una franja de seguridad para la narcoguerrilla a lo largo de la frontera con Colombia y Brasil. En estos diálogos, la “ingenuidad” y el error se conjugan al otorgarle salvoconductos y estatus político bajo el supuesto de que tenían la intención de dejar las armas y el tráfico de drogas, a cambio de la paz. En cuanto a Venezuela, una parte de la oposición apoyada por la comunidad internacional ha tratado de restaurar la democracia a través de diálogos y negociaciones promovidas igualmente por Noruega, pero el último de los acuerdos, el de Barbados, asesorado por los ineptos gestores del gobierno de Biden, condujo al fraude electoral, al exilio del presidente electo y el establecimiento de un represivo estado de sitio en el país, donde municipios, estados y regiones enteras, incluyendo a numerosos barrios de la capital, grupos criminales encapuchados, sin ninguna identificación y dotados con armamento militar son la única autoridad y en perversa alianza con militares instalan controles en las vías, allanan viviendas, capturan opositores y deciden el destino de indefensos ciudadanos.

Con cada “diálogo” se ha agudizado más la crisis en el país e incrementado la violencia de esta perversa dictadura. Pensando en voz alta, finalmente me pregunto: ¿Por qué Colombia y Noruega aceptaron que Cuba fuera la sede de las negociaciones de paz, siendo esta dictadura la secular promotora de la subversión en Latinoamérica, hospedaje de los terroristas más buscados por las agencias de seguridad internacionales, el sostenedor de la narcoguerrilla y el que maneja los hilos de la dictadura en Venezuela? ¿Es mera coincidencia que sean los noruegos los mediadores en todas estas negociaciones fallidas y fraudulentas, quién y por qué los escogen? ¿No es acaso un contrasentido que se insista en repetir diálogos y acuerdos que no se cumplen, sino que, por el contrario, son utilizados a favor de los victimarios? ¿Es viable negociar con criminales? No se puede vivir dentro de signos de interrogación.

edgar.cherubini@gmail.com

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