Una gesta española histórica, celebrada sin pena ni gloria
Poco más de 200 hombres partieron en cinco naves de Sevilla, de los cuales apenas regresarían 18 tres años después.
Poco más de 200 hombres partieron en cinco naves de Sevilla, de los cuales apenas regresarían 18 tres años después. Protagonizaron una de las mayores gestas de la Historia al conseguir dar la primera vuelta al mundo. Fue aquella una empresa titánica patrocinada por el Rey Carlos al frente de la Monarquía Hispánica. Es un episodio del que España puede enorgullecerse hoy y sacar algún pecho. Así lo haría sin duda cualquier otra nación. Pero somos lo que somos, qué pena, y los actos de conmemoración por el quinto centenario de aquella epopeya de Magallanes y Elcano tuvieron ayer un perfil bajísimo como si lo de haber sido responsables de la primera circunnavegación del globo o de haber descubierto América años antes fueran cosas baladíes o, lo que es peor, de las que avergonzarse, como pretenden hoy tantos cantamañanas a propósito de la proeza de Colón.
Es una verdadera lástima que se haya dejado escapar una oportunidad así para haber reivindicado con algo de grandeza y altura institucional el importante papel que España desempeñó en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna y en unos siglos, del XV al XVII, en los que fuimos la mayor potencia internacional. Escasea hoy la altura de miras que permitió movilizar a todo el país para un asunto de Estado como fueron los fastos por el 92. Y lo peor es que no estamos sólo ante un caso de dejadez política y de falta de patriotismo cívico, que también. En la pobre publicidad y relieve que se ha querido dar parte del Gobierno a la gesta de Magallanes hay también dejación de responsabilidades y una inadmisible voluntad de no molestar a Portugal fuera de lugar y contraria al rigor científico, como vienen denunciando historiadores desde principios de año. Porque, dado que Magallanes nació en nuestro país vecino -del que luego se desnaturalizó por las ofensas que recibió del rey Manuel-, las autoridades lusas reivindican también como propia esta efemérides. Y el Gobierno de Sánchez, en vez de desmontar la falacia, puesto que la vuelta de Magallanes y Elcano fue una empresa exclusivamente de la Monarquía hispánica, el pasado febrero se avino a bautizar la hazaña como una «gesta ibérica» y a que Lisboa marque la agenda de las conmemoraciones que se desarrollarán a lo largo de tres años.
Lo anterior ha derivado en que aún esté sin concretarse el programa y a que el quinto centenario haya pasado sin pena ni gloria, con la sola presencia ayer en Sevilla de la vicepresidenta Calvo, como si los actos no hubieran debido tener un gran eco nacional y haber contado con la presencia de algún miembro de la Familia Real para darle carácter de Estado. Es otra demostración de los complejos que el Gobierno tiene con nuestra Historia -con lo que le gusta hurgar en las heridas cerradas de la Transición-, en línea con un tic característico de la izquierda que últimamente hace suyas todas las falsedades de la Leyenda negra. Qué país el nuestro.