Una ola de antisemitismo sacude los campus de Estados Unidos
Tras los ataques de Hamás, han proliferado en Washington esvásticas pintadas en edificios públicos
Los lemas, proyectados con focos nocturnos sobre uno de los edificios de una de las universidades de Estados Unidos más prestigiosas en el ámbito de la Ciencia Política y las Relaciones Internacionales, a escasos metros de la Casa Blanca, provocaron una fuerte conmoción y miedo entre los alumnos judíos.
Uno de los eslóganes decía ‘gloria a nuestros mártires’. Otro, ‘del río al mar, Palestina será libre’. Un tercero, ‘boicot al genocidio sionista’. En su léxico islámico, Hamás considera a sus guerrilleros mártires en la guerra contra Israel. El lema sobre una Palestina libre en el territorio que hoy ocupan Israel, Cisjordania y Gaza proviene de los estatutos fundacionales de Hamás, ha sido repetida por los líderes de ese grupo y en su ambigüedad para muchos aboga por la desaparición del Estado judío.
Para muchos estudiantes judíos de la universidad de George Washington, fue una conmoción ver esos lemas proyectados el 24 de octubre sobre uno de los edificios más emblemáticos de un campus que alberga a 26.000 alumnos, el 17% de los cuales son judíos. El rectorado condenó la protesta y abrió una investigación.
«Sí fue una conmoción», dice a ABC Sabrina Soffer. Esta estudiante de Filosofía, Asuntos Públicos y Estudios Judaicos en George Washington lamenta que hasta el corazón de la capital de EE.UU., en un país donde una sólida mayoría ha apoyado tradicionalmente a Israel, haya llegado un inquietante auge del antisemitismo, con cánticos a favor de la desaparición de Israel, estado formado por mandato de Naciones Unidas tras el genocidio cometido contra los judíos por la Alemania nazi y la persecución sistemática en Italia y la Unión Soviética.
Tras los ataques terroristas de Hamás contra Israel, con 1.200 muertos, incluidos niños y ancianos, han proliferado en Washington esvásticas pintadas en edificios públicos, soflamas a favor de la desaparición del Estado de Israel, panfletos en farolas con las viejas calumnias de que los judíos beben sangre de niños y hasta denuncias de diputados en el Capitolio de que judíos como George Soros controlan secretamente el mundo.
En la mayor manifestación propalestina en la historia de la capital de EE.UU., mantenida el 4 de noviembre, una multitud que llegó hasta el mismo campus de George Washington cantó el lema pidiendo la desaparición del estado de Israel y exhibió carteles donde la estrella de David se mezclaba con la esvástica nazi.
Más inseguridad que nunca
Soffer, activa en la defensa de la comunidad judía y de Israel, dice hoy que se siente más insegura que nunca en su universidad, y que su propia madre le ha pedido que preste atención a sus alrededores y trate de ocultarse. Para ello, le regaló un colgante especial, una estrella de David que se puede desmontar y se transforma en seis diminutas mariposas unidas por las alas, disimulando su simbolismo judío. Ella cree que este tipo de joya la llevaban las mujeres judías españolas que querían esconder su fé de la inquisición.
«Hemos visto llamamientos a la violencia contra Israel en universidades, como pedidos de intifada y rechazo a que haya en esa zona dos estados viviendo en paz», asegura. «Esto refleja un antisionismo arraigado. Esta situación es una oportunidad para que el mundo reconozca el daño que esto causa no solo a judíos e israelíes, sino a los valores occidentales y liberales. La lucha no es solo entre Israel y Hamás, sino entre el terrorismo radical y el Occidente liberal. Además, es una oportunidad para que los palestinos diferencien entre buscar su bienestar y apoyar el terrorismo de Hamás, que también daña a su propia gente», añade.
En 2018 tuvo lugar el peor ataque antisemita en la historia de EE.UU., con el tiroteo en una sinagoga en Pittsburgh
En los meses antes del ataque de Hamás, las tensiones en la George Washington aumentaron significativamente. Una profesora de Psicología fue acusada de antisemitismo, de hostigar a estudiantes israelíes e invitar a un conferenciante que justificó la violencia contra civiles en Israel. Tanto la maestra como la universidad niegan que hubiera discriminación o animosidad por su parte. Soffer mantiene que la profesora ha discriminado a estudiantes israelíes y les ha acusado de ser agresores.
La Liga Antidifamación, una organización no gubernamental que combate el antisemitismo y otras formas de odio y discriminación, ha denunciado un aumento del 400% de agresiones antisemitas en EE.UU. desde los ataques de Hamás el 7 de octubre. Jonathan Greenblatt, su director nacional, afirma que «los estudiantes judíos han soportado la peor parte de incidentes antisemitas graves, incluyendo agresiones violentas, intimidación y acoso por parte de sus compañeros». La Liga Antidifamación considera que negar el derecho del pueblo judío a la autodeterminación, y la condena del sionismo, son también formas de antisemitismo.
Clima hostil en los campus
Añade Greenblatt que «las protestas anti–Israel en los campus están creando climas hostiles para los estudiantes judíos». En el Capitolio, la comisión de Justicia de la Cámara de Representantes, que controlan los republicanos, ha anunciado una investigación sobre el aumento del antisemitismo en las universidades del país. La Casa Blanca ha pedido a las universidades que extremen la vigilancia, para evitar incidentes mayores. En 2018 tuvo lugar el peor ataque antisemita en la historia de EE.UU., con el tiroteo en la sinagoga Árbol de la Vida en Pittsburgh, que dejó 11 muertos.
Para la estudiante Ofek Preis, las autoridades no han hecho lo suficiente. A esta licenciada de la Universidad Estatal de Nueva York en New Paltz sus compañeros y profesores la dejaron en un espacio que ella define como muy vulnerable, atemorizada, traicionada y marginada. En 2022 fue expulsada de un grupo de apoyo a supervivientes de agresiones sexuales junto con una compañera por publicar sobre su identidad judía en redes sociales.
Preis dijo en la red social Instagram que el pueblo judío tiene raíces en lo que hoy se conoce como la Palestina histórica. Eso le valió acusaciones de ser racista y supremacista, insultos y, finalmente, la expulsión del grupo de víctimas de violencia sexual. Cuando pidió explicaciones, del grupo le dijeron que estar contra la violencia y la discriminación era estar también contra el sionismo, sin más. El trauma le llevó a recluirse, a acelerar su graduación evitando el campus al máximo y a poner una denuncia por vulneración de derechos civiles contra el centro universitario por la forma en que gestionó el asunto, que aún se está dirimiendo.
«No me sentí apoyada en absoluto», dice Preis. «Algunos estudiantes se burlaban de lo que nos pasó, lo que fue extremadamente violento para mí como superviviente intentando recuperar mi voz. Además, recibí mensajes de odio tanto en persona como en línea. La universidad no tomó medidas contra quienes nos pusieron en esta situación, por lo que presentamos la queja. La universidad debió hacer más, tanto durante como después del incidente, para garantizar nuestro derecho a la educación que estábamos pagando y merecíamos».