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Una pianista de hoy: Hélène Grimaud

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Aquí comparto mi pequeño homenaje a una pianista francesa, nacida en Aix de Provence, el 7 de noviembre de 1969: Hélène Grimaud, a quien escucho desde hace muchos años. 

De Google obtengo esta información: “es considerada una de las más destacadas intérpretes de su generación. Desciende de una familia con distintos acervos culturales: por parte de padre tiene la rama sefardí del Norte de África, y por su madre de judíos de Córcega. A la edad de siete años descubre el piano y empieza su formación con Jacques Rouvier. Estudia en el conservatorio de Marsella junto a Pierre Barbizet. Es aceptada a la corta edad de trece años y gana el premio del Conservatorio de París; también gana el Gran Premio del Disco de la Academia Charles Cros por la grabación de la sonata para piano No 2 Sergei Rachmaninov. En 1987 inicia su carrera como solista, en un recital junto a la Orquesta de París dirigida por Daniel Barenboim.

En los años noventa se estableció en el estado de Florida donde su novio era profesor de fagot. En 1995 debuta con la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Berlín, bajo la batuta de Claudio Abbado y en 1999 con la Orquesta Filarmónica de Nueva York dirigida por Kurt Masur.

Sus interpretaciones han sido alabadas por la crítica, recibiendo menciones y premios, entre estos la Grabación Musical Cannes del año, el Diapason d’OrGrand Prix du Disque y el Record Academy Prize de Japón, por su depurado estilo musical.

Por su particular y personal estilo de interpretación ha sido comparada en ocasiones con el pianista Glenn Gould.”

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 Otra característica muy especial: La pianista es una activista a favor de la protección de los lobos y lidera actualmente una fundación para su defensa. Es más que un pasatiempo: Hélène Grimaud es corresponsal de varias organizaciones científicas, y ha patrocinado estudios sobre esos animales. 

Comencemos este homenaje con su interpretación de una obra que incluyo entre mis favoritas para piano: de Beethoven, su hermosa y no tan conocida “Fantasía Coral”, para piano, orquesta y coro en Do menor (Opus 80), que  se estrenó el 22 de diciembre de 1808, en un maratónico concierto que fue la última aparición pública de Beethoven como solista, e incluyó además el estreno de la Quinta y la Sexta sinfonías, el Concierto para piano nº 4 Op. 58, el aria Ah, pérfido! y tres movimientos de la Misa latina en sol bemol Op. 86.

Tres semanas antes del estreno de la Fantasía Coral Beethoven consideró darle un final grandioso a la obra, y por ello compuso la parte del coro. La pieza completa fue escrita en muy poco tiempo; pero la introducción, sólo de piano, no estaba todavía en papel para el estreno, así que Beethoven la improvisó.

Al parecer solo Ralph Vaughan Williams ha escrito otra pieza para piano, orquesta y coro.

La Fantasía Coral es similar de varias maneras al cuarto movimiento de la muy famosa Sinfonía nº 9 de Beethoven. Evidentemente, ambas emplean un coro. También ambas contienen un conjunto de variaciones instrumentales sobre el tema cantado. Además, ambos textos son jubilosos y reconfortantes.

El texto de la Fantasía Coral, del cual se desconoce su autor: 

Schmeichelnd hold und lieblich klingen
unsers Lebens Harmonien,
und dem Schönheitssinn entschwingen
Blumen sich, die ewig blüh’n.
Fried und Freude gleiten freundlich
wie der Wellen Wechselspiel;
was sich drängte rauh und feindlich,
ordnet sich zu Hochgefühl.
Wenn der Töne Zauber walten
und des Wortes Weihe spricht,
muss sich Herrliches gestalten,
Nacht und Stürme werden Licht,
äuß’re Ruhe, inn’re Wonne,
herrschen für den Glücklichen
Doch der Künste Frühlingssonne
lässt aus beiden Licht entsteh’n.
Großes, das ins Herz gedrungen,
blüht dann neu und schön empor,
hat ein Geist sich aufgeschwungen,
hallt ihm stets ein Geisterchor.
Nehmt denn hin, ihr schönen Seelen,
froh die Gaben schöner Kunst.
Wenn sich Lieb und Kraft vermählen,
lohnt dem Menschen Göttergunst. 

(A partir de “Nehmt denn hin, etc.”  se repite varias veces).

En español:

Con gracia y dulzura resuenan
las armonías de nuestra vida
y el sentido de la belleza engendra
flores que eternamente florecen.

La paz y la alegría avanzan cual amigas

como el juego alternante de la olas;
y lo que insistía en ser rudo y hostil
entra a formar parte de lo sublime.

Cuando en los tonos reina la magia

y en las palabras la inspiración
se configura lo maravilloso,
noche y tempestad se vuelven luz.

Calma exterior y alegría interior

priman para el bienaventurado;
y el sol primaveral de las artes
permite que de ambas nazca luz.

Algo grande contenido en el pecho

florece de nuevo en toda su belleza;
si un espíritu se ha encumbrado
todo un coro de espíritus resuena siempre a su alrededor.

Aceptad, pues, almas bellas,

alegremente los dones del buen arte.
Cuando se unen el amor y la fuerza
el favor de los dioses al hombre recompensa.

  
La familia de nuestra pianista cambió de apellido (de Grimaldi a Grimaud) antes de que la chica naciera.  Hélène Grimaud tenía quince años cuando salió su primer disco, en 1985, la ya mencionada Segunda Sonata de Sergei Rachmaninov. Nuestra chica salió victoriosa de este examen iniciático, salvando todos los obstáculos, y recibiendo elogios generalizados.
 
 
Oigámosla tocando, de Rachmaninov, sus “Etudes tableaux” op.33 n.2 / n.1:

 
 
Pero su carrera aún no estaba lanzada. Por extraordinario que fuera, un disco grabado por una joven desconocida no podía abrirle las puertas en un ambiente tan exigente y competitivo. Durante el verano de 1987  Hélène Grimaud corrió el riesgo de presentarse ante Jorge Bolet, que daba clases públicas de interpretación en el Festival Internacional de Piano de La Roque d’Anthéron (sur de Francia). Aunque ya la conocían los especialistas, Hélène Grimaud tocó para el gran pianista americano de origen cubano. Eligió “Après une lecture du Dante”, de Franz Liszt. Atreverse con esta obra ante Jorge Bolet podía ser arriesgado. El hombre quedó entusiasmado.
 
Hélène Grimaud ha tenido otros encuentros altamente formadores, al frecuentar asiduamente el Festival del violinista lituano Gidon Kremer, en Lockenhaus (Austria), así como ha participado en numerosos festivales y conciertos en el mundo entero y tocado con los mejores directores y orquestas.
Es una de las artistas más populares en Francia gracias a su sensibilidad, su espontaneidad, su capacidad para comunicar con el público, para captar su atención en cuanto sube al escenario.
 
En este video interpreta, de Mozart, la Sonata para piano #8 (movimientos 1 y 3):
 

 

Un interesante video. Grimaud dialoga con nosotros, acerca de lo que significa tocar la música de Schumann: La sonata Opus 105, el primer movimiento (en francés, con subtítulos en inglés y alemán):

Hace años, en el canal de TV “Film & Arts pude ver un documental sencillamente hermoso, que no dudo en recomendar. ¿Su título? “A Letter to Clara” (dirigido por Benedict Mirow), en el cual se nos presentan escenas diversas de la relación entre Robert y Clara Schumann con Johannes Brahms. Entre escena y escena, Grimaud comenta, narra y destaca aspectos sobre cómo dicha relación se expresó en la vida y obra de estos tres grandes músicos, además de interpretar diversas piezas de dichos autores.

De “A Letter to Clara”Grimaud con Albrecht Mayer, tocando de Robert Schumann el “Romanze Op.94 Nr.3”. 

 

Aquí podemos ver y oír, del mismo documental, a Grimaud junto a la soprano Anne Sophie von Otter, interpretando la hermosa “lied” Warum willst du and’re fragen? de Clara Schumann.

El texto original alemán: 

Warum willst du and're fragen,
Die's nicht meinen treu mit dir?
Glaube nicht, als was dir sagen
Diese beiden Augen hier!

Glaube nicht den fremden Leuten,
Glaube nicht dem eignen Wahn;
Nicht mein Tun auch sollst du deuten,
Sondern sieh die Augen an!

Schweigt die Lippe deinen Fragen,
Oder zeugt sie gegen mich?
Was auch meine Lippen sagen,
Sieh mein Aug', ich liebe dich!

Lamentablemente no conseguí una traducción al castellano.
Aquí la tenemos en inglés:

Why will you question others,
Who are not faithful to you?
Believe nothing but what
Both these eyes say!

Believe not strange people,
Believe not peculiar fancies;
Even my actions you shouldn't interpret,
But look in these eyes!

Will lips silence your questions,
Or turn them against me?
Whatever my lips may say,
See my eyes: I love you!

 

 

Concluyo esta nota con uno de los conciertos para piano que está entre mis preferidos desde la primera vez que lo escuché: El concierto de Schumann (Opus 54), bajo la dirección de Vladimir Ashkenazy. Mi familia, mis vecinos -no les queda más remedio- y mis amigos lo han oído muuuchas veces…El último movimiento (que puede oírse a partir, aproximadamente, de los 20′ con 21″) entra, en mi opinión,  en la sublime categoría de tener una recta de más de cien millas, si me perdonan el argot beisbolero:

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