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Una rebelión estudiantil amenaza con convertirse en un nuevo jaque a Erdogan

Las protestas se iniciaron cuando se nombró a un académico vinculado al AKP como rector de la universidad Bogaziçi, una de las más prestigiosas del país

Una protesta estudiantil contra el nombramiento del rector de una universidad de Estambul está derivando, tras un mes de manifestaciones, en un nuevo órdago general de una importante parte de la sociedad turca contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan y sus aliados ultranacionalistas.

Las protestas se iniciaron en los primeros días de enero cuando Erdogan nombró a Melih Bulu, un académico vinculado al partido gobernante, el islamista AKP, como nuevo rector de la universidad Bogaziçi, una de las más prestigiosas del país.

Bulu no pertenece al ámbito académico de Bogaziçi, no fue elegido por el profesorado, pesa sobre él una acusación de plagio y además es excandidato a diputado para el AKP.

Por eso, su nombramiento es interpretado por los críticos como un intento de Erdogan de tomar el control de una universidad de excelencia, en idioma inglés, con fama de liberal, laica e izquierdista.

Su nombramiento es interpretado por los críticos como un intento de Erdogan de tomar el control de una universidad de excelencia, en idioma inglés, con fama de liberal, laica e izquierdista

«Las dinámicas políticas de los últimos años han dañado tanto la democracia en Turquía que un hecho tan ordinario como la elección de un rector se convierte en un asunto político nacional», señala a Efe Bülent Küçük, un profesor de Sociología en Bogaziçi.

«La sociedad está tan polarizada que ya no se discute sobre el derecho a expresarse sobre la libertad académica. Todo se reduce a una guerra cultural, a la polarización«, se lamenta.

Desde el nombramiento de Bulu, el profesorado lleva a cabo una protesta diaria ante la oficina del rector, pero las manifestaciones estudiantiles, algunas reprimidas por la policía, ya han traspasado las vallas del campus y se extienden por varias provincias del país.

A las manifestaciones ya se adhieren sindicatos, organizaciones feministas, grupos políticos de izquierdas y el Colegio de Médicos de Turquía (TTB), que lleva tiempo siendo una de las entidades cívicas que más critica al Gobierno, mientras que el principal partido de la oposición, el socialdemócrata CHP, también ha expresado su apoyo.

Ante esa amplia alianza, Erdogan ha evocado las protestas de Gezi de 2013 que empezaron con una sentada ecologista contra la transformación de un parque en Estambul y desembocaron en las mayores manifestaciones en décadas, con marchas en todo el país, que hicieron tambalear al Gobierno.

Erdogan ha evocado las protestas de Gezi de 2013 que empezaron con una sentada ecologista contra la transformación de un parque en Estambul y desembocaron en las mayores manifestaciones en décadas

Pero el mandatario habla de Gezi precisamente para jurar que bajo ningún concepto permitirá que se repita esta experiencia.

Durante esta semana, la policía ha dispersado las concentraciones con golpes de porra y gas lacrimógeno, y ha detenido a centenares de estudiantes tanto en las protestas como en los dormitorios del campus y en redadas en domicilios particulares.

De los detenidos, cuatro permanecen en prisión preventiva, un centenar en arresto domiciliario, veinte siguen en comisaría y el resto ha sido liberado, algunos con cargos.

La diferencia con Gezi es que entonces, el sector nacionalista también se enfrentaba a Erdogan, a veces incluso mano a mano con sus archienemigos de la izquierda kurda, mientras que ahora, el partido ultranacionalista, el MHP, forma coalición con el AKP en el Parlamento y respalda al presidente y su discurso que asemeja a los estudiantes con «terroristas».

El líder del MHP, Devlet Bahçeli, incluso llegó a calificar a los manifestantes como «serpientes venenosas a las que hay que aplastarles la cabeza», en un tuit que fue luego borrado por la empresa Twitter por considerarlo una amenaza violenta.

Erdogan, Bahçeli y la prensa oficialista acusan a los estudiantes y académicos de tener vínculos con organizaciones declaradas terroristas en Turquía, como la guerrilla kurda PKK o el grupo armado ultramarxista DHKP-C.

Erdogan, Bahçeli y la prensa oficialista acusan a los estudiantes y académicos de tener vínculos con organizaciones declaradas terroristas en Turquía, como la guerrilla kurda PKK o el grupo armado ultramarxista DHKP-C

En 2015, unos 70 profesores de Bogaziçi ya fueron imputados por firmar un manifiesto por la paz en la región kurda de Turquía y la prensa de derechas ha destacado que en el campus se celebró un acto de homenaje a un estudiante que murió combatiendo contra el Estado Islámico en Siria, en las filas del YPG, considerado en Turquía la rama siria del PKK.

«El juicio por firmar el manifiesto de paz y las purgas tras el golpe de Estado (2016) han dañado mucho la calidad de las universidades», señala a Efe una de las académicas encausadas, que prefiere no dar su nombre.

«La presión del Gobierno también ha empujado a otros académicos al extranjero. Es una fuga de cerebros con consecuencias para los estudiantes», añade.

La tensión entre Gobierno y estudiantes aumentó esta semana por una exposición de arte en la universidad, en la que se exhibió una fotografía de la Caaba de La Meca, el lugar más sagrado del islam, con la bandera arcoiris, lo que abrió un nuevo frente: aparte de «terroristas», los estudiantes son ahora también «pervertidos LGBT», en palabras del ministro del Interior, Süleyman Soylu.

Desde entonces, Erdogan ha confrontado en varios discursos los «valores nacionales» de la juventud turca «que no es LGBT», llegando incluso a asegurar que en Turquía «no existen LGBT».

Ante la polarización, se prevé que las protestas seguirán, pero Küçük, el profesor de Sociología, advierte que «deben permanecer pacíficas» para no perder su legitimidad.

 

 

 

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