Unos ladrones roban un arca de caudales de 500 kilos y se quedan bloqueados por el peso en el ascensor
El peso activó los sensores de seguridad, obligando a los ladrones a abandonar el botín
Uno de los dos ascensores de los que dispone el edificio de oficinas no funcionaba el lunes por la mañana. Cuando los responsables de la empresa de servicios inmobiliarios que hay en la quinta planta llegaron a su rellano no se lo podían creer. El ascensor estaba detenido en su piso. La puerta estaba abierta con la caja fuerte de su empresa en el interior. El gran peso de la vieja caja de caudales, de más de 500 kilos, activó los sensores de seguridad del ascensor que se quedó bloqueado, obligando a los ladrones a abandonar el botín.
Uno de los dos hermanos responsables de la empresa localizada en Barcelona no ocultaba la rabia que le daba que los asaltantes no hubieran conseguido llevarse lo que vinieron a buscar, la caja fuerte. Le hubiera gustado que terminaran de cargar esa media tonelada de cemento y acero y que hubieran invertido su tiempo en abrirla. Para luego tener una gran sorpresa: “Que tras el gran esfuerzo hubieran descubierto que sólo nos servía de adorno, que la utilizábamos para guardar los adornos de Navidad del despacho.
El contenedor era una reliquia que los empresarios encontraron al alquilar la oficina; la usaban para guardar guirnaldas
La inmensa caja fuerte, de los modelos antiguos con manivela y cemento en su interior para dificultar que se la llevaran, ya estaba en la oficina cuando los hermanos la alquilaron como sede de su empresa. Como moverla era muy complicado, decidieron dejarla donde había estado siempre. Así, todas las estanterías de alrededor se diseñaron respetando el espacio de la caja fuerte. Su parte superior la utilizaban como estantería de objetos entrañables. El último una máquina antigua de escribir. Una tarde de final de invierno uno de los empleados logró abrirla y se decidió reservar aquel escondite para guardar los adornos de Navidad.
La caja se encontraba en una gran sala de uso polivalente de la que entraban y salían clientes. Por eso, seguramente, alguien se fijó en el armatoste y pensó que allí dentro se podía guardar mucho dinero. Los responsables de la empresa sospechan que los ladrones accedieron por la fuerza al despacho sabiendo que dentro estaba la caja. El caso es que durante el fin de semana, y seguramente el domingo a última hora, porque el sábado el ascensor aún funcionaba, los asaltantes reventaron la puerta del despacho. Y, provistos ya de un carro para mover la caja, la trasladaron hasta el ascensor. Y allí se quedaron bloqueados por los 500 kilos de peso.
Antes de huir, los ladrones registraron algunos cajones de las mesas de los despachos, pero no encontraron nada de interés para llevarse.
La caja fuerte permaneció hasta el martes por la tarde bloqueando el ascensor de la finca. El lunes, los Mossos d’Esquadra de la policía científica estuvieron repasándola con su instrumental buscando huellas dactilares. Pero por lo que se oyó de las conversaciones de los investigadores los asaltantes trabajaron con guantes porque lo que tocaron estaba limpio de marcas dactilares.
El siguiente reto fue encontrar a alguien que pudiera sacar de allí la caja fuerte. Finalmente avisaron a unos paletas de confianza que se encargan de las obras y de cualquier chapuza de la oficina. Hasta cuatro personas fueron necesarias para moverla, incluido el portero de la finca, que ayudó en algunos momentos. El miércoles aún era visible en la pared la huella que había dejado la caja. Ya están buscando otro escondite para los adornos de la próxima Navidad.