Uribe defiende su tesis de reducción de jornada laboral
En 1931 se aprobó la ley que fijó la jornada de trabajo en 48 horas a la semana. Existen antecedentes de decretos que se remontan a 1904. Chile la redujo a 45 horas y discuten llevarla a 40 o a 42, en Argentina en teoría está en 48 pero por acuerdos con sindicatos de industria es mucho menor, Brasil tiene casos de 44 y de 40, Perú se mantiene en 48, Ecuador está en 40, Estados Unidos, Canadá y España en 40, Francia y Alemania en 35, esta última con opciones de 28 horas semanales.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, califica mal el balance entre el mucho tiempo de trabajo de los colombianos y el poco tiempo para la familia, la recreación y el descanso. Nuestras grandes ciudades tienen duraciones excesivas de desplazamiento de los hogares a los sitios de trabajo.
El incremento de costos por reducir la jornada sin disminuir salario con sus prestaciones y sin afectar el acceso a la seguridad social, se mitiga con la transición gradual de la decisión para permitir el ajuste empresarial. El Senado aprobó una aplicación paulatina durante tres años.
La iniciativa debe estimular un mayor control al ausentismo y a las incapacidades médicas excesivas.
No hay duda que el efecto del mejor ambiente laboral tiene que reflejarse en relaciones más fraternas y en crecimiento de la productividad.
Los estudios internacionales muestran mejor desempeño de la productividad en países que han reducido la jornada de trabajo. Sin embargo, debe advertirse que las diferencias en avances tecnológicos y agregaciones de valor impiden considerar que Colombia pueda llevar la jornada a menos de 40 o de 42 horas.
Hay sectores económicos que en la recuperación se aproximan a los niveles previos a la pandemia, pero con un 9 por ciento menos de trabajadores. Otros, como restaurantes, recreación y turismo están muy rezagados, sin embargo, el Gobierno y el Congreso han aprobado significativas reducciones tributarias, con vigencia hasta el 31 de diciembre de 2022. Para los recuperados y los más afectados, la reducción de la jornada sería de introducción gradual.
El proyecto busca mejorar la calidad en el empleo, mucho más que la creación de nuevos empleos. La gradualidad en la aplicación permite el ajuste para evitar el costo de vincular más personas a fin de no disminuir la producción.
Propugnamos por calidad en el empleo sin rigideces que lo obstruyan, por una economía fraterna sin odio de clases
El proyecto de reforma al Contrato de Aprendizaje, compañero de la reducción de la jornada, también presentado al Congreso, debe crear un choque positivo de creación de empleo. La contratación de aprendices está muy restringida a estudiantes del Sena y de universidades. El proyecto propone que cualquier colombiano menor de 30 años pueda ser contratado como aprendiz hasta por dos años, siempre que no hubiera tenido una vinculación laboral formal previa.
No debe perderse de vista la gran ganancia que por el trabajo digital y en casa tienen y tendrán las empresas. En Estonia, la digitalización de todos los trámites ante el Estado ha ahorrado a empresas y ciudadanos hasta dos semanas de horas laborales al año.
La reducción de la jornada laboral se propuso hace año y medio después de aprobada la disminución de impuestos a las empresas. Insistimos en más empresa privada que genere recursos para más política social, que a su vez legitime más el emprendimiento de los particulares.
Propugnamos por calidad en el empleo sin rigideces que lo obstruyan, por una economía fraterna sin odio de clases.
Colombia requiere alto grado de consenso social así haya intensa contradicción política. La fractura social es la gran enemiga de la empresa privada, de la creación de empleo y de la estabilidad democrática.