Utopía de Petro: lograr la paz en Colombia
Otra discusión, diferente al objetivo que aspira lograr el Presidente con sus políticas, es qué tan viable sería conseguir los resultados pretendidos en el período de un cuatrienio presidencial.
No hay duda que buscar la paz para Colombia es una especie de obsesión del Presidente Petro y eso no debería ser algo criticable o cuestionable; debatible sí, porque no hay duda de que hay muchas formas de cómo entender la paz y cómo conseguirla, pero sobre la idea que expresa el Presidente no tengo duda que difícilmente podría estarse en contra.
Otra discusión, diferente al objetivo que aspira lograr el Presidente con sus políticas, es qué tan viable sería conseguir los resultados pretendidos en el período de un cuatrienio presidencial. Y allí sí surgen interrogantes de tipo procedimental, pero no en cuanto a la intencionalidad.
Hay que recordar que esa misma idea se ha tratado de llevar a cabo en otros momentos de nuestra historia. Fue lo que pretendió el gobierno de las Fuerzas Armadas encabezado por el general Gustavo Rojas Pinilla y el Frente Nacional que lo sucedió. Para ese momento se denominó la búsqueda de la ‘pacificación’ nacional y recordemos que por ello en ese momento se dio un perdón jurídico para todos los delitos de todos los protagonistas –algunos lo hemos denominado una ‘amnistía’ aunque técnicamente no lo haya sido-. Entonces no hay que mirar la iniciativa del Presidente Petro con extrañeza. Claro hoy día hay delitos como el narcotráfico que para ese momento no existían. Por eso algunos, de manera quizá exagerada, han reaccionado a la idea planteada en el discurso de Ciénaga de Oro, la semana anterior, donde habló de una iniciativa de Ley de Reconciliación Nacional, que según el Presidente debería involucrar incluso a los narcotraficantes.
Pero, me parece que sobre lo que habría necesidad de reflexionar más a fondo es acerca del porqué la reincidencia en la violencia, lo cual nos llevaría a plantearnos que el problema no es solamente las medidas jurídicas, llámense perdones judiciales, cesación de penas, indultos, etc., que por supuesto son necesarias, sino un trabajo muy intenso y por lo menos de mediano plazo sobre la cultura, incluida la cultura política, que lleve a situaciones reales de convivencia que es algo que hemos visto es bastante complejo y difícil en una situación como la colombiana, donde los deseos de venganza –así se mimeticen o se pretenda hacerlo- parecen estar muy a flor de piel. Esa ha sido una gran dificultad a la que se han enfrentado tanto la justicia transicional derivada de la Ley de Justicia y Paz, así como a la derivada de la JEP –en el imaginario de algunos sectores sociales sigue estando la idea que sólo hay justicia si el victimario o responsable es condenado a duras penas de prisión-.
Allí seguramente tendrían un rol importante lo que el Petro-candidato llamó el ‘perdón social’ y efectivamente si no caminamos en esa dirección, es poco probable que se pueda avanzar en serio en un clima de reconciliación nacional, que no es un tema de firmar papeles o ‘Acuerdos’ grandilocuentes, sino del comportamiento cotidiano de todos y ser capaces de perdonar al que le ha hecho daño, con o sin intencionalidad.
Este es un campo muy importante de reflexión.