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Vargas Llosa: «México es la dictadura perfecta»

Españoles, y latinoamericanos intervienen en la polémica sobre el compromiso y la libertad

Mario Vargas Llosa, el escritor peruano metido a político, vino a México y le tomó la palabra a Octavio Paz y al resto de los organizadores del encuentro de intelectuales europeos y americanos: con. total libertad habló largo y tendido sobre el gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su permanencia en el poder, como otro ejemplo de las dictaduras latinoamericanas. En cierto momento consideró a México «una dictadura perfecta». Diversos intelectuales latinoamericanos y españoles respondieron ayer a las acusaciones de Paz contra Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes.

Durante la mañana del jueves, en una conferencia de prensa, un Vargas Llosa de fino traje cruzado y delicados modales se abstuvo de emitir juicios sobre el sistema político mexicano. Dijo que era por respeto al país que lo tenía de huésped. Por la noche, sin embargo, en el estudio de televisión donde se desarrolla el debate El siglo XX: la experiencia de la libertad, conocedor de que estaba en el aire en una estación de televisión por cable del consorcio Televisa, Vargas Llosa habló de política mexicana, cosa que de seguro sorprendió a Paz, puesto que la idea del evento era hablar de la Europa del Este.»Espero no parecer demasiado inelegante por decir lo que voy a decir», comenzó. «Yo no creo que se pueda exonerar a México de esa tradición de dictaduras latinoamericanas. Creo que el caso de México, cuya democratización actual soy el primero en aplaudir, como todos los que creemos en la democracia, encaja en esa tradición con un matiz que es más bien el de un agravante».

«México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México», dijo un Vargas Llosa que a estas alturas ya parecía de nuevo el político intenso de hace unos meses. México, siguió, «es la dictadura carnuflada». «Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inarnovible».

Paz escuchaba serio, sentado atrás en el estudio de televisión y con una expresión de molestia. No podía intervenir, puesto que era su discípulo Enrique Krauze, quien dirigía el debate. Vargas Llosa se olvidó de sus anfitriones mexicanos. «Yo no creo», refiriéndose al PRI, «que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornándole de una manera muy sutil».

Detalló los trabajos, nombrarnientos de cargos públicos y espacios para la crítica que el régimen priísta acostumbra a conceder. Es más, dijo, «es una dictadura sui géneris, que muchos otros en América Latina han tratado de emular». Recordó a los militares peruanos con Velasco Alvarado a la cabeza, y luego al mismo Alan García. «Tan es dictadura la mexicana», continuó, «que todas las dictaduras latinoamericanas desde que yo tengo uso de razón han tratado de crear algo equivalente al PRI».

Los mazazos de Vargas Llosa parecían no terminar. Había asombro en la audiencia. Por un lado, es casi una regla no escrita del sistema político mexicano, léase el régimen priísta, y a los extranjeros les está vedado opinar en México sobre el país. Y peor de un latinoamericano, que por lo general, huyendo de exilios y persecuciones, acude a México, en busca de asilo. Además, Vargas Llosa hablaba en un evento que tiene el patrocinio de Televisa, consorcio que, sin pelos en la lengua, se define como «soldado del PRI».

Después Vargas Llosa pareció conceder algo. Del sistema político mexicano elogió la revolución de principios de siglo. Destacó como valiosa «la reivindicación de la tradición prehispánica». Pero volvió a la carga. Acusó al PRI de haber utilizado la revolución «y la retórica demagógica» para eternizarse.

Precisiones de Paz

En su turno, Paz dijo que había que agradecer la intervención de Vargas Llosa, pero que era necesario aclarar ciertas cosas, ya que «como escritor e intelectual prefiero la precisión». «Primero», dijo, «lo de México no es dictadura, es un sistema hegemónico de dominación, donde no han existido dictaduras militares. Hemos padecido la dominación hegemónica de un partido. Esta es una distinción fundamental y esencial». Habló luego de lo «bueno» que el PRI ha realizado. Explicó que no ha suprimido la libertad -aunque aceptó que sí la ha manipulado- que ha conservado la sociedad civil y que no es un partido conservador «como el de Francisco Franco».

«Este fue desde el comienzo un diálogo trunco», comentó a este periódico desde México el escritor colombiano Álvaro Mutis, quien por otra parte se definió como «alguien, desde siempre, ajeno a este tipo de reuniones, empezando por la palabra intelectual».

El novelista José Saramago señaló desde Lisboa que este enfrentamiento es en realidad el tercer o cuarto acto de una competencia entre Paz y Vargas Llosa contra García Márquez y Fuentes, y añadió: «Estamos hartos de una discusión que es todo menos ideológica».

«Soy muy amigo de García Márquez», señaló por su parte el novelista Juan Marsé, «pero no tengo intención de meterme en esta polémica, que por otro lado estaba latente. Paz no ha ocultado sus ideas conservadoras, incluso rematadamente de derechas. Ideas que respeto, como respetó también las de García Márquez o las de Neruda».

El filósofo Eugenio Trías dijo: «De todos este asunto lo que me ha llamado más la atención son las declaraciones de Semprún cuando vino a decir que no existe mejor sistema que el capitalista. Ante tan luminosa frase todo lo demás me ha quedado en un segundo término. Estoy abrumado ante tanta burrada, no hago más que leer el periódico en su busca. Paz, Semprún y compañía me parecen todos como la computadora Hall de Una odisea en el espacío: viejas máquinas estropeadas».

Luis Goytisolo dice que en el congreso de México es muy difícil llegar a un mínimo consenso porque hay posiciones muy encontradas.

«Creo que el congreso mexicano ha elaborado una lista de buenos y malos y entre estos últimos incluye a Heidegger como apólogo del nazismo», indicó el escritor Félix de Azúa. «Si alguien realmente ha dicho eso, la lista de los malos, o mejor de los imbéciles, se ha quedado corta, pues debía incluir a todos los congresistas».

 

* Este artículo apareció en la edición impresa del viernes, 31 de agosto de 1990.

 

 

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