Velásquez: El péndulo político se balancea sobre Chile
Pareciera una paradoja lo que sucedió en Chile el pasado domingo 7 de mayo, con la elección de los miembros de la Constituyente que redactará, por segunda vez, una nueva constitución que represente fielmente, los deseos y aspiraciones de la sociedad chilena.
Cuando utilizo el termino paradoja, lo hago pensando en que el Partido Republicano de José Antonio Kast, que estuvo en desacuerdo con el proceso Constituyente, y que fuera derrotado por Boric en la elección presidencial de 2021, obtuvo en las elecciones del pasado domingo, 22 de los 51 escaños del Consejo Constitucional que deberá acordar una nueva Carta Magna para el país. Este triunfo le aseguraría el poder de veto dentro del órgano, así como la posibilidad de establecer alianzas con la derecha tradicional chilena, que obtuvo 11 consejeros, para imponer cambios a la propuesta de constitución, la cual deberá plebiscitarse en diciembre del corriente año.
En segundo lugar, quedó la lista Unidad Para Chile (28 %), integrada por los partidos que integran la coalición oficialista (el Frente Amplio del presidente Gabriel Boric, el Partido Comunista y el Partido Socialista), mientras que la tercera posición fue para la derecha tradicional de la lista Chile Seguro (21,6 %) y en la que se integran UDI, Renovación Nacional y Evópoli.
La derecha tiene la mayoría y aglutinan más de los 30 escaños necesarios para aprobar las nuevas normas constitucionales sin necesidad de pactar con la izquierda, lo que les permitirá así marcar el rumbo de la nueva propuesta de Carta Magna.
Republicanos y Chile Vamos, arrasaron en la mayoría de las 16 regiones de Chile e incluso consiguieron espacios tradicionalmente en manos de la izquierda como la Región de Valparaíso o la Metropolitana, donde se encuentra la capital.
Lo que les quiero decir es que Chile, el país que tiene en Gabriel Boric el presidente más izquierdista después de varias décadas, acaba de dejar en manos de la derecha la llave de la reforma constitucional que tanto busca.
Ello plantea un gran desafío, no sólo para el gobierno de Boric, cuya coalición de izquierda obtuvo 17 consejeros (menos de los 21 que le habrían dado posibilidad de veto), sino para todo el espectro político chileno.
Es que la lectura del nuevo escenario político de ese país nos podría estar diciendo que hay un voto, una reacción muy dura en contra de las agendas de cambio, de la incertidumbre que se sembró a partir del proceso constituyente anterior, de un contexto de crisis económica, de crisis de seguridad pública, y de la crisis migratoria que vino junto con toda esa ola reformista tan fuerte.
Lo que con toda seguridad los llevará por el camino de una nueva constitución que contenga elementos de la vieja pero -siempre hay un pero- a los fines de no acrecentar la inestabilidad política se respondería al fuerte deseo de un Estado de Bienestar, incorporando temas de la realidad existente como salud o pensiones, que fueron los que generaron la subversión del 2019. Por lo que en el futuro se va a hacer más difícil un cambio refundacional y poca credibilidad en las promesas de una coalición de gobierno como la actual. Esto dificultaría la gobernabilidad.
Tengo la sensación de que la forma en que Chile decidió salir de su crisis, con una nueva constitución, fue vista como ejemplar desde el exterior, sin embargo, a lo interno, esa reforma constitucional se ha convertido en un impedimento para los cambios que se pretendían hacer, siendo el principal de esos cambios el modelo de Estado subsidiario y sustituirlo por un Estado social de derecho que se enfoque en reducir la desigualdad económica, mejora en la distribución de la riqueza, así como mayor accesibilidad al sistema de salud público. Demandas realizadas por la ciudadanía en las revueltas de 2019.
En contraposición, el Estado subsidiario se basa en la idea de que el mercado es el mejor mecanismo para asignar los recursos y satisfacer las necesidades de la sociedad, y el papel del Estado se remite a actuar como un árbitro imparcial que asegure que las reglas se cumplan. Algo que el 80% de la población no termina de aceptar, siendo que las mejoras en el país se han dado dentro del marco de una constitución que promueve ese Estado subsidiario.
No obstante, hay que tener presente que los cincuenta constituyentes del Consejo Constitucional que acaban de ser electos, en realidad no van a redactar una “nueva” constitución, sino pronunciarse sobre una propuesta que les va a presentar una Comisión” Experta” de 24 integrantes, tan designados por los partidos, como los 14 del Comité Técnico, una comisión de control que puede rechazar toda propuesta presentada por los electos si considera que se aleja de las 12 bases constitucionales ya convenidas. Comisión y Comité, ambos ya en funciones y trabajando.
El resultado surgido de la elección de los miembros de la Constituyentes supone un nuevo revés para Boric, el segundo, el primero fue el masivo rechazo al anterior proyecto de constitución que prácticamente lo dejó sin programa de gobierno.
¿Qué saldrá de ahí? no lo sabemos pero con seguridad la inestabilidad política sentará sus reales en el país, si se rechaza lo que salga el problema constitucional continuará, y si se aprueba, van a seguir los reclamos, porque hay muchas encuestas que muestran una demanda muy fuerte por un Estado más robusto en la protección de los derechos sociales. Sin dejar de mencionar al sector empresarial, que está apostando a tener un cambio constitucional moderado con algunas concesiones dentro del marco de las ideas del Estado social.
Presiento que ahora viene lo bueno y peligroso: cómo mantener la estabilidad política de Chile cuando hay un gobierno de izquierda un poco débil, frente a una constituyente de mayoría conservadora y que tendrá la posibilidad de influir en, por no decir redactar, el documento final.