Velásquez: La visita de Xi a Putin y el nuevo orden mundial
El ascenso político de China ha sido rápido y decidido. Se convirtió en una superpotencia militar, al menos en su propia región, donde incluso a su archienemigo, Estados Unidos, le podría resultar no muy fácil abordar.
Ese ascenso ocurrió en un momento en el cual Occidente en general, y Estados Unidos en particular, estaban distraídos, había una guerra contra el terrorismo, una crisis en Siria y Europa tenía la distracción del Brexit. Pero se realizó, y de manera lenta pero constante durante casi una década, coincidiendo no solo con un declive relativo de la posición de Estados Unidos en el mundo, sino también con el deterioro del sistema de alianzas de EE.UU. en Asia, Europa y Medio Oriente.
Mientras crecía el número de problemas entre China y Occidente, no hubo respuesta integral en temas como comercio, rivalidades tecnológicas, asuntos estratégicos. Ello requería una respuesta coordinada y concertada que no hubo y el enfoque fue unilateral.
Lo cual no es extraño si tomamos en cuenta que el unilateralismo fue lo que privó en la respuesta a la crisis de la pandemia de covid-19, un drama que tuvo su origen precisamente en China.
No es por accidente que el resultado de ese mayor protagonismo haya sido el lanzamiento de China y del presidente Xi hacia otro estadio de la política mundial, mucho más activa y decidida a pelearle espacios a Estados Unidos. Un ejemplo de lo anterior es el papel jugado por China en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán, rotas por Riad en 2016 tras el asalto de la Embajada saudí en Teherán por parte de una turba de iraníes. Vale señalar que el acuerdo de restablecimiento de relaciones entre ambos países fue firmado en China y contempla, entre otras cosas, la reapertura sus respectivas embajadas.
Más recientemente la visita de Estado ofrecida por el Presidente de China Xi Jinping al Presidente de Rusia Vladimir Putin, la cual dejó abundantes declaraciones sobre la relación bilateral entre ambos países y sobre la guerra desatada por Rusia contra Ucrania. En el primero de los ámbitos, los dos países envían un mensaje de creciente cercanía firmando una cantidad de acuerdos en el área comercial.
En el fondo hay quizás un aspecto importante: el posicionarse ante Putin y el resto del mundo como intermediario de la paz entre Moscú y Kiev, lo cual ha generado más escepticismo que críticas de parte de la UE y la OTAN, que expresaron dudas sobre la capacidad de China para actuar como intermediario neutral. Pero hay que estar claros, occidente no tiene una propuesta de paz y si la tuviera tampoco sería neutral.
Es de hacer notar que el propio presidente Zelenski ha señalado que “estaba dispuesto a mantener la puerta abierta para un diálogo liderado por China”, tomando como base el plan de paz de 12 puntos propuesto por Beijing.
Indicó: “Creo que el hecho de que China haya comenzado a hablar de Ucrania no está mal. Pero la pregunta es qué sigue después de las palabras”. También señaló “Creo que algunas de las propuestas chinas respetan el Derecho Internacional y creo que podemos trabajar en ello con China. ¿Por qué no? nuestro objetivo es reunir a muchos a nuestro alrededor para aislar a uno: “Rusia”.
Por su lado Putin declaró que “muchas de las disposiciones del plan de paz presentado por China están en consonancia con los enfoques rusos y podrán tomarse como base para un acuerdo de paz cuando estén listos para ello en Occidente y Kiev”.
El plan de paz presentado por China y publicado hace algunas semanas atrás, consiste en la enumeración de una serie de principios del Derecho Internacional; el primero apela al respeto a la soberanía, independencia e integridad territorial de los países y contiene, en sí mismo, una crítica a las acciones que ha emprendido Putin contra Ucrania, y que Pekín a la vez no reprueba. En concreto se pudiera decir que la posición de China consiste, en la práctica, en consentir al agresor la consecución de sus objetivos sin pagar ningún coste por ello.
China no condena la invasión, tampoco avala las sanciones contra Rusia y el respaldo militar al agredido. Pero sin ese apoyo, Putin ya habría sometido a Ucrania.
La visita a Putin terminó con ambos líderes respaldando una declaración conjunta que se inclina a favor de la narrativa de Rusia, sin ofrecer retirar las fuerzas rusas de Ucrania y culpando la expansión de la OTAN por desencadenar la guerra.
Durante las visitas de un jefe de Estado a otro, los momentos finales terminan por darle el marco adecuado al objetivo de la misma y esto fue lo que sucedió en la visita de Xi a Putin. El presidente de China se despidió de su homólogo ruso con las siguientes palabras: “Se están produciendo cambios que no han ocurrido en 100 años. Cuando estamos juntos, piloteamos esos cambios”. “Estoy de acuerdo”, respondió Putin.
Es decir que el mundo asiste a cambios enormes y China quiere plasmar su sello en el llamado nuevo orden mundial si es que llega a definirse, que para XI debe ser más favorable a los intereses de China, y para alcanzar ese objetivo, Rusia es un socio importante.
Hoy Rusia y China están unidas por una especie de ideología compartida, cuyo eje es la oposición a la influencia occidental sobre los asuntos globales, y están fortaleciendo los lazos rápidamente. Pero no sólo en el ámbito político sino también en el comercial bilateral. En el año 2022, el comercio bilateral alcanzó un nivel récord de 190.000 millones de dólares, en comparación con los 147.000 millones de dólares del año anterior. Solo en los dos primeros meses de 2023, las entregas de productos chinos a Rusia aumentaron un 25% y China se convirtió en el principal mercado para el petróleo y el gas ruso.
No obstante hay que ser claros, si bien los lazos más estrechos pueden beneficiar a ambas partes, China está tomando las decisiones. Incluso si Xi no tenía la ventaja antes de que el presidente ruso lanzara su invasión a Ucrania, ahora sí la tiene, particularmente después de las innumerables muertes rusas durante un año de guerra contra Ucrania, las sanciones económicas, la salida de importantes empresas occidentales y la acusación sobre Putin por cargos de crímenes de guerra por parte de la Corte Penal Internacional (CPI).
Si bien para algunos la cumbre XI-Putin no trajo ningún gran avance, para mí significó dos cosas: 1.- Mostrar, no solo a Rusia sino también a Estados Unidos, quién está a cargo.
2.-Al lanzarle un salvavidas a Putin, Xi ha empoderado aún más a China, que ahora está mejor posicionada que nunca para influir en ese idílico orden internacional. Imagino que el Gran Timonel estará, arriba o abajo, no sé dónde, complacido.
Pero Beijing y Kiev no son extraños. Antes de la guerra China era el principal socio comercial de Ucrania, además de ser un mercado importante para la cebada y el maíz del Mar Negro; asimismo realizó cuantiosas inversiones en infraestructura ucraniana, como puertos y telecomunicaciones. Por su parte Ucrania en un esfuerzo por evitar roces con un socio tan importante se abstuvo, durante una votación en la ONU el año pasado, de condenar la persecución de China a su minoría musulmana Uigur.
Hay un dato valioso que jugó un papel trascendental en esta visita presidencial y tiene que ver con la salida de empresas occidentales de Rusia desde el inicio de la invasión a Ucrania ya que Putin busca, desesperadamente, reemplazos que cubran los agujeros dejados por esas empresas y trata de facilitar e incentivar el desembarco de empresas chinas con enormes concesiones, con el fin de evitar que se provoque la sensación en la población de que Rusia está aislada, por lo que Putin estaría considerando el uso del yuan para pagar los negocios de Rusia con terceros países y las empresas chinas tendrían prioridad para adquirir los activos de las compañías occidentales que abandonaron Rusia.
No puedo dejar de mencionar la tensa relación que existe entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y China. La Administración Biden, con sustento político de ambos partidos, perfila una política que intenta dificultar y controlar el ascenso de China que tiene la capacidad de influir en un ajuste importante en el orden internacional, lo que representa un desafío a su seguridad nacional. En vista de lo cual ha aplicado fuertes restricciones a la exportación de tecnología clave para China, al mismo tiempo que estrecha lazos de seguridad como en el caso del acuerdo Aukus entre EE UU, Reino Unido y Australia.
En cuanto al idílico NUEVO ORDEN MUNDIAL la visión de China no va más allá del orden mundial liberal que surgió al final de la Segunda Guerra Mundial, pero con la creciente participación de países como China. Ello queda claro en el primer articulo de la propuesta de paz para la guerra entre Rusia y Ucrania:
- “Respetar la soberanía de todos los países. Debe observarse estrictamente el derecho internacional universalmente reconocido, incluidos los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. La soberanía, la independencia y la integridad territorial de todos los países deben ser defendidas de manera efectiva. Todos los países, grandes o pequeños, fuertes o débiles, ricos o pobres, son miembros iguales de la comunidad internacional. Todas las partes deben defender conjuntamente las normas básicas que rigen las relaciones internacionales y defender la equidad y la justicia internacionales. Debe promoverse la aplicación igualitaria y uniforme del derecho internacional.”
Finalmente, mientras escribía este articulo me recordé -y no sé por cual razón- del milenario juego de mesa de origen chino GO que tiene, al menos, 2500 años de existencia. El objetivo de ese juego es ir ganando terreno en el tablero de juego hasta arrinconar al adversario. Gana el jugador que, al final del juego, haya conquistado un territorio mayor que su oponente.
Las grandes definiciones están por verse, esperemos y veremos.
Luis Velasquez
Embajador