Velásquez: Una cumbre más
En Bogotá se celebró la Conferencia Internacional sobre el Proceso Político en Venezuela. Los resultados fueron magros en cuanto al objetivo de la conferencia internacional se refiere.
Nada fácil es que 20 países se pongan de acuerdo en algo, pero que lo hagan sobre Venezuela, y en tres horas, es como el nombre de la película hollywoodense “Misión, Imposible”. Los resultados de la misma, así lo indican.
Las conclusiones se limitan a tres puntos, que no son muy originales, ni siquiera suenan a novedad 1.- La necesidad de que se establezca un cronograma electoral en Venezuela, 2.- que los acuerdos entre el chavismo y la oposición se acompañen por el levantamiento de sanciones y 3.-que la reanudación del proceso de diálogo en México vaya en paralelo con la creación de un fondo para la inversión social en el país, algo ya rumiado hace algún tiempo y sobre lo que aún no hay noticias.
Sobre este último punto hay que aclarar que el acuerdo no supone, en ningún caso, entregarle dinero directamente al Gobierno de Maduro, sino que establece que la ONU cree un fondo social de unos 3.000 millones de dólares con cantidades congeladas en varios países y que Naciones Unidas dirija directamente las inversiones en Venezuela: escuelas, hospitales, red eléctrica, etc., acordadas al detalle por las delegaciones del Gobierno y la oposición en el último encuentro en México.
Vale señalar que antes de esa corta conferencia cumbre, sobre el Proceso Político en Venezuela se han celebrado 14 encuentros entre el gobierno de Maduro y la oposición venezolana, con el objetivo de encontrar el camino de regreso a la democracia en el país, y cuyos resultados solo han demostrado que las mismas han servido para lavarle la cara al ilegítimo gobierno de Maduro. Con la asistencia a esas reuniones han querido mostrar que tienen algún interés en democratizar al país. En términos coloquiales se dice: vestirse solamente para las fiestas.
Como si fuera poco la representación de Maduro y no de Venezuela, dejó claro y públicamente que para que pueda haber elecciones limpias se deben cumplir estas simples condiciones:
“1.-Que el Gobierno de Estados Unidos deposite los 3.200 millones de dólares secuestrados en las cuentas bancarias para el plan social firmado en México en noviembre. Sencillito».
2.- «Levantamiento de todas las sanciones ilegales, ilegítimas, en contra de Venezuela. La devolución del dinero de Venezuela, que está robado, secuestrado, el oro retenido ilegalmente en Inglaterra, los dineros depositados en bancos europeos”.
3.- “Que cesen las políticas de ataques a través de aventuras judiciales en Estados Unidos o en la Corte Penal Internacional, porque afecta a los líderes más importantes”;
4.-Y último, que se dé la libertad inmediata a Alex Saab”.
Un corrupto empresario colombiano, socio y testaferro de Nicolás Maduro y de otros miembros de su Gobierno y a quien le dieron un nombramiento diplomático cuando fue detenido en Cabo Verde, con la esperanza de que gozara de inmunidad Diplomática o más bien de impunidad, y no revele los muchos secretos financieros de la mafia que gobierna a Venezuela». Condicionamientos maximalistas difíciles de cumplir.
La reunión dejó el ambiente más frío de lo que estaba antes de la Cumbre. De hecho a casi dos semanas de haberse realizado ya nadie la menciona. Es que el tema Venezuela trasciende a una encumbrada cumbre, debido a que el problema se encuentra en la enorme complejidad de la propia crisis que desde hace 23 años se vive en el país; de hecho si el éxito de la conferencia hubiera dependido de la calidad y nivel de los invitados hubiese sido la más exitosa del 2023, porque contó con la asistencia de un alto nivel político-intelectual de los países asistentes. Es decir todos los elementos e ideas a disposición de una cumbre.
Un hecho de particular importancia que contribuyo a esa frialdad de la Cumbre fue la presencia en Colombia del expresidente interino de Venezuela Ing. Juan Guaidó, quien anunció, por sorpresa, que el objetivo de su visita a Colombia era participar en esa reunión. Fue retenido y expulsado a Estados Unidos. Nunca tendré claro si esa fugaz visita fue planificada, con buen ojo, para que diera ese resultado.
Y es que el presidente colombiano no quería que nada enturbiara el inicio de la Cumbre, en la que 20 países tratarían de buscar salidas a la situación de Venezuela. La presencia de Guaidó colocó a Petro ante un conflicto diplomático del que no era fácil salir sano.
Pero esa corta visita le permitió a Juan Guaidó convertirse en protagonista de una fiesta a la que no estaba invitado, restándole, en consecuencia, protagonismo al presidente colombiano, ocupando mayor centimetraje en la prensa nacional e internacional y dejándole poco espacio de maniobra a nivel interno.
Hay que estar claros que el chavismo no tiene intención de dejar el poder, ya que Venezuela es el único sitio que le puede asegurar la libertad a los jerarcas del gobierno. Es por ello que la celebración de unas presidenciales justas y libres le podría costar a Maduro no solo perder el poder que lleva ya 10 años ejerciendo, sino una larga temporada entre rejas por los crímenes cometidos.
Pero bueno, el Canciller Leyva nos anunció una segunda versión de la cumbre que podría ser la 1.2, como los programas de computadora. La esperanza es lo último que se pierde. Quien quita.
LA PREGUNTA SERIA: ¿Qué más pasó en la cumbre?
A mi modo de ver, la cumbre se dio, no tanto por el frenético deseo del Presidente Petro de que Venezuela se estabilice políticamente, lo cual es una posibilidad, pero en la mente retorcida de un analista pueden existir otros motivos, como por ejemplo capitalizar los resultados para utilizarlos como su plataforma para un liderazgo regional con alcance mundial que contribuya a dar cierto equilibrio en Venezuela, sin que se produzcan grandes cambios y que de paso permita, con facilidad, reconducir la política colombiana dando un giro importante a lo que desde hace casi un año viene haciendo en Colombia. Siempre hay una diferencia entre lo que se aspira y lo que se obtiene.
De hecho lo ambiguo y débil de la cumbre aceleró sus planes, terminando con un gabinete colorido por otro monocromático, que representa fielmente su pensamiento político y el de su vicepresidente Francia Márquez. Es decir se vuelca hacia la calle, hacia lo único que lo pudiera sustentar en un país que cada día que pasa se complica más. Su lema es UN DIALOGO MAS DIRECTO CON EL PUEBLO Y DESDE EL BALCÓN. Eso ya lo vivimos los venezolanos.
La consultora norteamericana Edelman, produce anualmente un estudio llamado “Barómetro de Confianza”; en su última publicación muestra cómo la desconfianza ha tomado asiento en Colombia. Esa desconfianza que se ve frente a los medios y al Gobierno alcanza el 71%, se siente que se está en un nivel peor del que se tenía antes. El estudio encuentra que la mayoría percibe como fuerzas divisorias a los gobiernos extranjeros “hostiles” (65%) y los “ricos y poderosos” de su país (64%).
Así mismo Edelman encontró que entre quienes sienten que las divisiones sociales están arraigadas, solo el 27% confía en el Gobierno, el 34% en los medios y el 49% en las NGO´S, pero el 69% todavía confía en su empleador.
En pocas palabras, en el marco de esa mente retorcida, creo que para Petro el prestigio internacional que le hubiera dado el éxito de la cumbre le sirve mucho más en asuntos de política interna colombiana, y le genera la credibilidad necesaria para llevar a cabo su programa.
A ese respecto los invito a observar un poco las actividades que está desarrollando el Presidente de Brasil Lula Da Silva a nivel internacional. Durante su reciente visita oficial a Europa demostró casi un frenesí por ser el articulador de la paz entre Ucrania y Rusia. Cuando revisamos la prensa, tanto brasileña como europea, y en especial la entrevista ofrecida a un prestigioso diario español, nos damos cuenta de que ese desenfreno es tanto o más de lo que muestran los líderes de los países que directa o indirectamente están involucrados en el conflicto.
Pero ¿qué hay detrás? Primero ayudar a Brasil a recuperar el vínculo comercial con eso dos países. Es de hacer notar que Brasil es uno de los países latinoamericanos más afectados por esa guerra, y segundo su credibilidad internacional como nacional se vería fuertemente reforzada, especialmente si tomamos en cuenta que está gobernando un país cuyo 60% de población responde a posiciones bolsonaristas.
Todavía hay mucho hilo que tejer en Venezuela y en Colombia, pero sobre todo en la relación bilateral. Esperemos y veremos.
Luis Velásquez – Embajador