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Velásquez: Vivimos una época extraña

 

Vivimos una época extraña, marcada por la rápida evolución de la tecnología, los cambios sociales y los desafíos globales. La digitalización ha transformado la forma en que trabajamos, nos comunicamos y accedemos a la información. Además, eventos como la pandemia del COVID-19 han tenido un impacto significativo en nuestras vidas, alterando nuestras rutinas y perspectivas. 

La incertidumbre política y económica también ha contribuido a esa sensación de extrañeza en la sociedad. A medida que nos enfrentamos a cuestiones como el cambio climático, la desigualdad y la polarización política, esa sensación se ha vuelto más intensa. En resumen, es una época marcada por cambios y desafíos que pueden hacerla sentir como única o «rara» en comparación con períodos históricos anteriores. 

Sin embargo, esos cambios que apuntan a una mejora en la calidad de vida de la humanidad no necesariamente tienen que ver con todas las áreas en donde se desenvuelve una sociedad, como en lo político, que parece seguir una única dirección, sin variación alguna, como por ejemplo el caso de la democracia.

Hace apenas una semana, hice un escrito acerca de la Democracia, https://americanuestra.com/velasquez-es-que-la-democracia-ha-perdido-su-atractivo/; ese escrito me estímulo a escribir este otro, un poco más preciso, sobre alguno de los elementos que tienen que ver con esa recesión de la democracia y cómo está generando en el ciudadano de a pie esa fuerte sensación de no saber dónde está, ni para dónde va. 

Es como si estuviéramos en presencia de algo extraño o, al menos, poco comprensible. En esta época extraña cualquiera puede ocupar el centro de la escena política, económica y social, sin la menor pizca de vergüenza. Todo ello dentro de un marco en el que el comportamiento apático de la sociedad hace presumir que se ha llegado al límite, que ha llegado el momento en que la aceptación es lo mejor para continuar con la vida.

Cuando la sociedad no tiene creencias sólidas, puede estar más propensa a aceptar una amplia gama de promesas o ideas, frecuentemente sin un análisis crítico. Es como reza la jerga popular: PERDER LA VISIÓN DEL ÁRBOL POR ESTAR MIRANDO EL BOSQUE. Veamos algunos ejemplos. El 14 de septiembre, próximo pasado, en sesión plenaria del Congreso mexicano se exhibieron los cadáveres momificados de dos alienígenas muy parecidos, por cierto, a ET, el personaje de Hollywood. Mas allá de las críticas y burlas que ha suscitado la exhibición y su presentador, Jaime Maussan, no se puede negar que tuvieron espacio central, no solo a nivel nacional sino a nivel mundial. Vale señalar, que al menos en teoría, el poder legislativo de cualquier país tiene la responsabilidad de proponer, discutir y aprobar leyes que regulen diversos aspectos de la vida de cualquier nación. Esto incluye leyes relacionadas con la economía, la justicia, la educación, la salud, y muchos otros campos. 

En Argentina, el aspirante a ocupar la residencia presidencial de OLIVOS, Javier Milei, se declaró anglófilo por tener la colección completa de discos de los Beatles, Queen y los Rolling Stones. Según Gramsci, mientras la sociedad pasa de un sistema a otro, puede haber un período de incertidumbre, inestabilidad y desorden. Durante ese período, pueden surgir «criaturas raras», generadoras de crisis, conflictos y tensiones. Lo más grave de esa incertidumbre, es que se presenta cuando se observa que muy probablemente en el futuro no habrá mejoras de la realidad, tal vez todo lo contrario. 

Quizás esas criaturas raras de las que habla Gramsci conforman una larga lista que se inicia con Boris Johnson -Brexit incluido- Donald Trump en cualquiera de sus momentos, Bolsonaro en Brasil, que trató de permanecer en el poder utilizando la manipulación de sus seguidores, Alberto Fernández, en Argentina, intentando gobernar sin poder hacerlo, mientras se declara europeísta porque “los argentinos bajaron de los barcos”, pero sobre todo queriendo desaparecer a la clase pasiva del país con el argumento de que sale muy costoso mantenerlos

Daniel Ortega y Rosario Murillo asumiendo a Nicaragua como su hacienda personal, en México Andrés Manuel López Obrador, tratando de acabar con el crimen organizado que azota por entero a México, con mucho amor y muchos abrazos. Nicolas Maduro por su parte, aferrándose al poder utilizando para ello todo el aparataje de dos Estados para hacer frente a la posibilidad de su salida del gobierno de Venezuela. Cuando menciono a dos Estados me estoy refiriendo al venezolano y al cubano, ya que de otra manera él, sus cómplices y su familia tendrían que pasar largo rato entre rejas. Y ni que hablar de lo que actualmente está sucediendo en España, donde la democracia esta a punto de un descalabro. 

Realmente es difícil concebir cómo un gobierno haya logrado transformar un país rico en el segundo más pobre de America Latina (el primer lugar lo ocupa Haití). Ni hablar de la invasión de un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Rusia, a otro miembro de las Naciones Unidas Ucrania. Vale señalar que el Artículo 2, Párrafo 4, de la carta de las Naciones Unidas establece que  «todos los Miembros deberán abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas«. Lo peor es que no pasó nada en la ONU. 

En este punto creo que vale la pena recordar que la misión fundamental del Consejo de Seguridad de la ONU es el Mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales: El Consejo de Seguridad tiene la responsabilidad principal de abordar y resolver conflictos internacionales que amenacen la paz y la seguridad mundiales. Cuando Rusia invadió a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, presidia el Consejo de Seguridad. Y ni hablar del resto de los países de toda America Latina, desde el Rio Bravo hasta Tierra del Fuego, que por su desenvolvimiento, pareciera que sus gobiernos se mueven sobre una línea imaginaria que divide el folclore de lo pintoresco. 

Pareciera que la realidad nos estuviera indicando que a nuestras democracias se les dificulta prevenir el absurdo. Y es que da la impresión de que estamos dejando la solución de nuestras crisis en manos de los que están enloquecidos por asumir el poder. 

Es importante que el sistema de contrapesos en un Estado funcione, ya que la credibilidad de las instituciones proviene, fundamentalmente, de la confianza que se proyecta a la ciudadanía. Si eso funcionara, los ET exhibidos, en sesión plenaria del Congreso de México, no se hubiesen permitido y pudieron haberse mostrado, al público, en un lugar apropiado: un Museo, por ejemplo. De igual modo, Milei tampoco debiera tener el nivel de convocatoria que tiene. Creo que es el aspirante argentino a la presidencia de su país que mejor asegura la profundización de la crisis política, económica y social del país. 

Es decir, las criaturas de Gramsci no estarían en donde están, si el sistema funcionara. Mi pregunta es: ¿es que estamos sufriendo tal nivel de agotamiento que no nos queda otra opción que aceptar? . Estuve buscando una palabra que me explicara lo que está sucediendo y la encontré, pero en Italiano, el QUALUNQUISMO, el término proviene de la palabra “qualunque», que significa «cualquiera« o «ninguno en particular« y se utiliza en Italia para describir una actitud política y social caracterizada por la apatía, la indiferencia y el escepticismo hacia la política, los políticos y las instituciones democráticas. 

Esa actitud se manifiesta en la falta de compromiso cívico y la creencia de que todos los políticos son iguales, corruptos o ineficaces, por lo que no vale la pena participar en ningún proceso político. Lo cual puede tener implicaciones negativas para la participación democrática y la gobernabilidad, ya que desalienta la participación cívica activa y puede llevar a elegir, para la más alta magistratura del Estado, a una de esas criaturas, líderes políticos populistas, extremistas de cualquier lado y/o militares, etc. En términos generales, pocos de los que están ejerciendo el poder en America Latina parecen representar las expectativas ciudadanas. 

Muchos funcionarios llegan al poder para afincarse sobre él, e identifican al Estado, cual Rey Sol, Luis XIV, consigo mismos. Los medios, en los países libres, han contribuido a que la sociedad este un poco más informada, pero compiten con las redes sociales que, si bien han dado voz a cada ciudadano individual para dar rienda suelta a su descontento sin que partidos, o instituciones medien en su hartazgo, también están sirviendo para desinformar y confundir, aun más, a la sociedad. Como lo señalé en el escrito anterior, Facebook, Twitter, YouTube, TikTok y otras redes sociales, son hoy en día, los principales canalizadores de las demandas de la sociedad, falla que alcanza, también, al Estado ya que esas redes fueron diseñadas para el diálogo, el contacto, para crear conversaciones y consensos. Mientras, lamentablemente, el Estado perdió el contacto con sus clientes más importantes: EL CIUDADANO DE A PIE. Lo que quiero decir es que la respuesta del ciudadano, ante esa realidad, es tomar el centro de la discusión y dejar de verse representada para presentarse a sí misma, con lo cual, los espacios institucionales profundizan su poca credibilidad e ilegitimidad. 

Los invito a que revisen de nuevo las estadísticas que nos proporciona, a ese respecto, Latinobarómetro, el índice de calidad de la democracia de The Economist y, la última Encuesta Mundial de Valores. Preservar la democracia exige que se realicen cambios desde adentro que respondan a las demandas insatisfechas de millones de seres humanos. Esto se sabe desde hace décadas; además, está escrito, pero no mucho se ha hecho para satisfacer esas demandas. Toma tiempo, y no hay. Lastimosamente, si no hay un nuevo orden, las criaturas de Gramsci se empecinarán en alcanzar su objetivo y lo lograrán. 

C

   Embajador

 

 

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