Venezuela 2015
La fortaleza del chavismo durante 14 años se basó sobre cuatro pilares: el carisma del caudillo, la chequera petrolera abultada y sostenida en el tiempo, un relevante apoyo popular y la carencia de una alternativa creíble. El primero ya no existe, la segunda está muy reducida y en disminución. El tercero, según todas las encuestas serias, está cayendo rápidamente, acelerado por el fracaso de un modelo socioeconómico, que no solo no crea riqueza sino ni siquiera distribuye con justicia la pobreza. El cuarto depende, en buena parte, de la actuación del liderazgo opositor. Pero el Gobierno «también juega». Es sobre esta cuarta variable que la «sala situacional» y muy probablemente el G2 cubano esté enfatizando sus esfuerzos. Es evidente una fuerte campaña en los medios y en las redes sociales orientada a la división de la oposición y a fomentar la abstención en vista de las próximas elecciones parlamentarias. Los insultos, descalificaciones y acusaciones de «colaboracionistas» hacia varios líderes de la oposición provienen, en buena parte, de los laboratorios de guerra sucia del Gobierno.
Obviamente hay reales diferencias entre los sectores de la oposición, sin embargo hay que subrayar que algunas son meramente tácticas y otras dirigidas a fortalecer su posición en la próxima negociación para la conformación de las listas unitarias de candidatos al Parlamento. Por ejemplo, el peso político de dirigentes como Leopoldo López y María Corina Machado ha aumentado en los últimos tiempos y tendrá que reflejarse en las listas para las elecciones parlamentarias, aunque ellos no tuvieron votos en las últimas elecciones en las cuales se utilizaron las tarjetas de los partidos individuales, que es uno de los criterios para asignar puestos en las listas de candidatos. La recolección de firmas para la Constituyente promocionada por Leopoldo López y la organización del Congreso de Ciudadanos de María Corina deben ser analizados como legítimos expedientes para la movilización de partidarios en vista de la negociación mencionada. También habría que mencionar que, realistamente, la Constituyente nunca podría ser convocada antes de las inminentes elecciones parlamentarias. Además de fomentar la división de la oposición, el otro fundamental objetivo del Gobierno es aumentar al máximo la abstención de los opositores. Por eso, harán todo lo posible para promover la idea de que con un Consejo Nacional Electoral (CNE) desequilibrado a favor del Gobierno es inútil votar, asimismo tratarán de fortalecer las sospechas que las máquinas de votación permiten violar el secreto del voto. Oiremos cada vez más en las redes sociales frases como «dictadura no se vence con votos» o que «los comunistas no entregan el poder con elecciones».
Sin embargo, el CNE que obligó a Pinochet entregar el poder era su ministro del Interior, el CNE que certificó la victoria de la Unión Nacional de Oposición de Violeta Chamorro en 1990 era controlado por los sandinistas, quienes además habían llegado al poder con las armas y por tanto tenían también el control total de la Fuerza Armada. Fujimori hizo fraude, pero fue tan evidente que no aguantó la presión nacional e internacional y renunció al poco tiempo. Algo muy parecido sucedió con el dictador Marcos en Filipinas. Si se gana claramente con por lo menos 6 puntos porcentuales, no hay CNE o fraude que valga.
Al perder las elecciones de una manera evidente se pierde la legitimidad, nacional e internacionalmente. Y aunque el Gobierno haga fraude, militares, jueces, fiscales, policías, empleados públicos en general y hasta diputados gobiernistas, pensando en su futuro, buscan caminos para abandonar el «barco», antes de que se hunda, acelerando así el proceso del «naufragio». Las elecciones además sirven también para organizar, movilizar y entusiasmar a militantes y simpatizantes, y descubrir, seleccionar y fortalecer liderazgos actuales o emergentes. Por tanto, habrá que denunciar «urbi et orbi» la violación de la Constitución cuando se nombre a un CNE parcializado, pero de todas maneras hay que llamar a votar masivamente. La unidad de la alternativa democrática es indispensable, quien agrede a la unidad, consciente o inconscientemente, está favoreciendo al Gobierno. El cambio se acerca: haz peso.